El segundo río más largo de Sudamérica, el Paraná, sufrió hace dos años el mayor retroceso de caudal desde que comenzaron las mediciones.
Pese a ha recuperado niveles de agua gracias a las lluvias en el sur de Brasil, el daño ya tiene consecuencias, como la desaparición de las lagunas aledañas, que son las “guarderías” de los peces más chicos, que ya se han secado.
El impacto se deja notar también en la agricultura y la ganadería. Las comunidades pesqueras que viven a sus orillas tienen que buscarse nuevas formas de sustento.