Llevamos casi un mes de la extinción de los principales focos de incendios en nuestra provincia. La semana que concluimos nos trajo abundantes lluvias, un pico que supera a las precipitaciones del verano recientemente terminado.
Sobre este escenario de alivio es imperioso saber dónde estamos parados y cuáles son las perspectivas del Gobierno provincial hacia adelante. Es imperioso saber, tener un pronóstico de la situación tanto de pérdidas, pero por sobre todo de cómo nos vamos a recuperar de la tragedia del pasado verano.
Lamentablemente como ocurre de manera sistemática no tenemos información al respecto: ni siquiera del volumen total de las pérdidas y mucho menos un diagnóstico. Sí vemos como el Poder Ejecutivo publicita la entrega de donaciones y ayuda llegada desde afuera tanto del Gobierno nacional y del resto de provincias como de miles de compatriotas que ayudaron y aún lo siguen haciendo, enviando asistencia a nuestra provincia
La importancia del diagnóstico es poder hacer la evaluación de daños y tener una visión acabada del problema. Pero no tenemos ni uno, ni lo otro.
Lo planteamos aquí cuando arreciaba el fuego en nuestra provincia, sin información clara y transparente es muy difícil salir del problema y lo peor es volver a no estar preparados para una contingencia similar.
Incluso el pasado 1 de marzo durante el mensaje del gobernador en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura, quedó evidenciado la falta de reacción al respecto. No se explicitó a la comunidad ni a las cámaras legislativas qué se hará para estar listos ante contingencias similares que, según la información científica, extensión de sequía, podría activar nuevos focos incendiarios en nuestra tierra.
La última proyección que supimos sobre pérdidas en Corrientes a raíz del fuego, fue hecha por entidades productivas que a fines de febrero pasado dieron la cifra de $70 mil millones. Pero desde el lado estatal nada.
El control de todo eso, de todo ese volumen de ayuda estatal nacional y de la solidaridad del país, desconocemos su administración, cómo se distribuye esa ayuda a los miles de pequeños productores y familias rurales afectadas por el fuego.
Mientras, vemos la creación de subsecretarías como de contenidos virtuales para redes sociales, direcciones de opinión pública; todo parece tener la máxima atención del Estado en la imagen, en la cáscara. En plena crisis la administración de todos y todas las correntinas discurre en cuestiones que rozan la frivolidad.
El camino es otro. Es hablarle a la comunidad sobre lo que se hará en base a un pronóstico profundo, intervención interministerial para tomar por las astas a la crisis que nos dejó la tragedia de los incendios. Ponerse al nivel de las circunstancias y especialmente teniendo en cuenta que está iniciando una nueva administración, con los mismos protagonistas, pero nueva. Digamos una continuidad, pero marcada por una crisis cuyo impacto real, verdadero, aún desconocemos porque pareciera ser que así quieren nuestros representantes.