El certamen latinoamericano arranca este jueves, con Argentina-Canadá. Estrellas por doquier en un fútbol de selecciones que se sostiene como último bastión de la competitividad e imprevisibilidad.
No habrá grandes ausentes en la Copa América que comenzará el próximo jueves en los Estados Unidos. Jugará Lionel Messi, desde luego. Pero también las otras estrellas americanas del momento. Coincidirán en los gigantescos estadios norteamericanos: el uruguayo Federico Valverde y el brasileño Vinicius, recientes campeones de la Champions League con el Real Madrid, Lautaro Martínez, el goleador de la Serie A italiana, el uruguayo Darwin Nuñez y el colombiano Luis Díaz, la explosiva dupla sudamericana del Liverpool inglés. Junto con grandes promesas adolescentes como Endrick (Brasil), Alejandro Garnacho y Valentín Carboni (Argentina) y Kendry Páez (Ecuador).
Pero además del brillo de las individualidades, no hay una Selección que se asome a priori con un favoritismo claro. Argentina, como el campeón vigente de América y del mundo, y Brasil, que vuelve a presentar un plantel deslumbrante, siempre aparecen en la primera línea de los candidatos. Pero Uruguay y Colombia no están muy lejos e irán por todo. Con varios rostros nuevos, Marcelo Bielsa tratará de ratificar lo que la Celeste viene mostrando en las Eliminatorias y de darle la dinámica y la ambición que acaso le faltó en los últimos tiempos. Y Néstor Lorenzo, el técnico argentino de los colombianos, dispone de un listado de excelentes futbolistas que deberán funcionar en equipo y dar la talla anímica en los partidos decisivos para sostener sus pretensiones de estar en lo más alto.
Al igual de lo que viene sucediendo con la Eurocopa en Alemania, la Copa América es un torneo de talentos naturales agrupados no por la prepotencia del dinero sino por una sucesión de hechos aleatorios: el país de nacimiento y últimamente, las ascendencia de padres y madres. La geografía y la sangre reúnen jugadores que de otra manera, no podrían estar juntos. Y eso les concede a los torneos de selecciones una atracción y una imprevisibilidad que ya no tienen las competencias de clubes, cada vez más condicionadas por el peso de la economía. Si Argentina y Brasil son candidatos es porque hay una tradición, una historia y desde luego, una escuela que produce los mejores jugadores, no una billetera gorda o una empresa o un Estado poniéndoles plata por detrás.
Y si todo esto fuera poco, también aparece el factor nacionalista, el jugar y el alentar por los colores de las patrias, el querer que ganen los que nacieron o se criaron en el mismo suelo que nosotros. Eso que tan fuerte resulta en cada Copa del Mundo también se da, aunque en escala más reducida, en la Copa América. Y mucho mas con una Selección Argentina intachable, acaso uno de los pocos vínculos comunes que van quedando en un país de discordias y desencuentros. La gloriosa camiseta celeste y blanca une lo que todo lo demás desune. Cada vez más. Y es posible que a partir del jueves vuelvan a verse a millones de argentinos y argentinas caminando con ella por las calles. Todo está dado para vivir una Copa América de excepción, veinticinco días de fútbol y emociones. Hay jugadores y equipos para que así sea. Ojalá se dé.