Shakira factura y ya no llora, o hace las dos cosas al mismo tiempo, pero lo que es seguro es que transformar el dolor de una ruptura en un tema musical es la operación más conocida del arte y nadie osó cuestionarla en el pasado. Pero la cantante colombiana es muy poderosa y referentes feministas de distintas procedencias ideológicas sintieron la necesidad de decir algo sobre el tema.
“Shakira se refugia en sus hijos tras confirmarse el nuevo amor de Piqué”; titulaba la prensa española mientras la colombiana hacía el duelo de su vínculo de más de diez años con el futbolista catalán, con quien comparte la tenencia de dos niños. En ese momento, él posaba para la revista ¡HOLA! junto a su novia de 22 años y empleada de su empresa, Kosmos, durante una “romántica escapada” a París. “La pareja afianza su relación organizando cada vez más planes sin esconderse, a la luz del día y con la mayor naturalidad”, aseguraron acerca de ese viaje de “absoluta desconexión que, a buen seguro, ha ayudado al central culé a evadirse de los muchos problemas a los que tiene que hacer frente en su proceso de separación de Shakira”.
Ella, toda rubia y espléndida, con una campera de cuero y gafas de sol cool, pasea sobre un monopatín verde flúo. Él la acompaña a su lado, sonriente a más no poder, con una bandana en la cabeza: un estilo que esta publicación calificó como “un look peculiar”. Una postal de glamour que contrasta con cómo la imagen Shakira era explotada, en ese momento, por los papparazzis que la acechaban atrincherados en su casa. “A juzgar por las fotografías, Shakira se deja ver con un semblante triste y cansado, ya que en las últimas semanas no solo ha tenido que lidiar con su separación…” sostenían las revistas de chimentos para describir esas escenas. A ella se la mostraba siempre angustiada, con el pelo revuelto, cansada y “buscando asilo” en donde se espera que lo hagan las mujeres dejadas por “una más joven”: en la familia.
“Así fue la burla de Piqué a Shakira”: durante este último año, las revistas, diarios y portales digitales de todo el mundo no se ahorraron humillaciones contra la cantante, que monetizaron con títulos clickbaiteros ante cada gesto provocador de su ex pareja, afilando los dientes. No fue suficiente para ella el dolor de tener que atravesar una ruptura públicamente, sino que también tuvo que aguantar que le peguen en la frente el cartel de la “abandonada” por una mujer más joven (y por tanto, superior y más deseable) que le comía la mermelada, dormía en su cama y ya era amada por su (ahora ex) suegra.
Dentro de este esquema mediático, que ya es un lugar común patriarcal más viejo que la peste, él ocupaba el lugar del macho ganador, Clara la princesa soñada de un nuevo cuento de hadas y Shaki la vieja desdichada y cornuda. Para Piqué la narración seguía en una curva ascendente; para su ex, el guión se cristalizaba en un gesto de desdicha.
Es la misma escena que vimos repetida hasta el cansancio cuando Brad Pitt se separó de Angelina Jolie para salir con alguna modelo, Leonardo Di Caprio dejando a sus novias apenas cumplen 25 o el tío Norberto, que festeja cuando algún amigote cambia a “la jabru” por un “modelo más nuevo”.
La narrativa de la reemplazada
Parece increíble que incluso Shakira, una mujer de 45 años que moldeó el paisaje sonoro de la música pop latina de principios de los 2000 con una guitarra criolla; que ganó decenas de premios; hizo la música oficial de DOS MUNDIALES; tocó en un SuperBowl; colaboró con artistas de primerísimo nivel; hizo hits que son himnos de generaciones enteras; logró que millones de niñas quieran aprender danza árabe; fundó una ONG hace 20 años; le puso la voz a una película de Disney; hizo giras mundiales agotadas; discursos en la ONU y hasta tenía un vínculo de mucho cariño con Gabriel García Márquez; ni siquiera ella pudo zafar de caer en ese injusto rótulo de la reemplazada.
Sin embargo, la narrativa empezó a cambiar con un tríptico de tres sencillos dirigidos a su ex, que hizo que más de uno levante las cejas. Primero fue el lanzamiento de “Te felicito”, junto a Raw Alejandro, donde le canta a un robot, con un tono de reproche y decepción: “Yo que ponía las manos al fuego por tí, me tratas como una más de tus antojos. Tu herida no me abrió la piel, pero sí los ojos”. Luego llegó el turno de “Monotonía”, con una impronta más gore, acompañada por Ozuna, donde tematiza la profundidad de su tristeza en un videoclip sin metáforas. En su video, se la ve a Shaki en pijama comprando en un súper, cuando en una góndola un hombre rubio (Piqué, obviamente), le dispara al pecho con una bazooka, literalmente agujeréandole el cuerpo. El corazón de ella cae al piso, todavía latiendo. Shak, ensangrentada, lo agarra, camina con ese órgano en la mano, se le cae por todos lados, se lo pisotean. Ella mira a cámara con lágrimas en los ojos: “No fue culpa tuya, ni tampoco mía. Fue culpa de la monotonía. Nunca dije nada, pero me dolía. Yo sabía que esto pasaría”.
¿Realmente fue culpa de la monotonía tu angustia, Shaki? Evidentemente, atravesar ese momento de dolor fue parte de su duelo. Porque unos meses después llegaría una bomba que rompería internet con un incendio nuclear inédito: la sesión #53 con Bizarrap.
Uno de los miles de memes que circularon en las redes para ridiculizar a aquellxs que moralizaban la situación insinuando que Shak fue
¿Alguien puede pensar en los niños?
Las reacciones de este video están a la altura de su contenido: streamers gritando en vivo al ver las referencias explícitas a Piqué y Clara que ya todxs conocemos; twitter convertido en un campo de batalla en medio de un terremoto; grupos de whatsapp prendidos fuego; memes que, una vez más, demostraron que los memeros son los verdaderos héroes sin capa de Internet; y una frase que millones quisieron tatuarse en la frente: “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”.
La Shak loba todopoderosa de “Te aviso, te anuncio” resurgió de las cenizas como un ave fénix más vengativa que Kill Bill para sacudirse la tristeza y pegarle una patada al lugar humillante donde quisieron encasillarla. Un gesto que fue aplaudido por una infinita cantidad de mujeres que, naturalmente, lloran y no facturan (como esta cornuda, o sea quien escribe), pero vieron en ella un gesto de reivindicación; de cobrársela, de imponerse, de sublevación.
Para sorpresa de nadie, esta canción dividió aguas por todos lados. Evidentemente, que una mujer no quiera quedarse en el papel asignado de la miserable y triste gorreada es, para muchos, incómodo e inesperado; algo que va en contra del libreto preestablecido. Enseguida, la corporación de chongos salió a decir que ella era una despechada, que no lo había superado, una Karen patética y llorosa, que tenía que soltar.
“¿Y qué pasa con Milan y Sasha, los hijos de la pareja? Ellos son las verdaderas víctimas: ¿¡alguien puede pensar en los niños!?” (Es evidente aquí la doble vara: mientras Shak es una “mala madre” por haber hecho esta canción, Piqué no tiene que rendir cuentas de crianza cuando rompió su pacto monógamo con su ex, poniendo en riesgo acuerdos familiares establecidos de la forma más cruel posible).
El impacto en los feminismos
Sin embargo, donde más hizo una grieta fue en los feminismos. Una reconocida periodista dijo que no era provechoso politizar tanto una canción; que hay que bailarla y disfrutarla tal cual es: el nuevo hit del verano.
Sin embargo, trascendió esa categoría y escaló a fenómeno social, tal es así que, por un momento, pareció que todas las referentes feministas tenían que dar su opinión en las redes sobre este tema. Al punto de que Brigitte Vasallo dijo que varixs le habían pedido que “diga algo” sobre la sesión #55 y Ernesto Tenembaum le preguntó a Luciana Peker si esta canción era “buena o mala”. Más de unx se rompió los dedos contra el teclado respondiendo en foros de Instagram e hilos de Twitter. ¿El evidente eje del meollo? Que Shak no solo arremetió contra su ex, sino también contra Clara, que quedó en un lugar muy poco feliz.
¿Es Shakira una mala feminista? ¿Ella le debía Sororidad, con mayúsculas, a Clara? ¿Tendría que haber sido más compasiva? ¿No es un retroceso reproducir el lugar común, sin dudas patriarcal, de la “guerra de mujeres” por un chongo, donde “la otra” es la zorra infame? ¿Es “empoderante” que Shaki le pise la cabeza así a otra mucho más joven e “indefensa”? ¿Está siendo misógina? Por otro lado, ¿es políticamente correcto que Shakira hable de “monetizar” su dolor, cuando casi ninguna mujer lo logra (pero ella sí ya lo hace desde hace más de veinte años)? ¿No es eso, acaso, un mensaje neoliberal e individualizante? ¿Es realmente tan transgresor? “¡Que le pegue a Piqué, pero no a Clara!”
Sin dudas, la sesión #53 removió preguntas dentro de los feminismos y puso en tensión varias banderas conquistadas, generando grises incómodos dentro de las voces impolutas, que no perdonan y levantaron el dedo señalador contra esta “traición”. Tal vez la canción no cumpla con todo el check list de una letra 100% feminista progre (antipatriarcal, 100% sorora, deconstruida, anti capitalista, no monógama, heterosexual, etc); pero, ¿por qué se le exige a todas las mujeres que sean portavoces de un feminismo políticamente correcto y que, con cada uno de sus gestos, reproduzcan un mensaje intachable? Sobre todo, a referentas culturales que no hicieron del feminismo, particularmente, el eje de su trayectoria.
Si la canción hizo que millones de mujeres de todos los sectores sociales hayan visto en Shaki una embajadora de la sublevación contra un intento de domesticación machista, ¿no es un pelotazo en contra (y hasta un gesto academicista) querer deslegitimar ese sentimiento, alegando que le faltan cinco para el peso para ser realmente “liberador”? Al fin y al cabo, Shakira solo está haciendo música; perdón que “Sal-Pique”.