Sólo uno de los cuatro argentinos residentes en Kabul, capital de Afganistán, logró abandonar ese país tras la toma de esa ciudad por parte de los talibanes.
Según explicaron desde Cancillería, el hombre que logró salir de Afganistán es una persona que trabaja para una ONG. Pudo irse de Kabul en un avión privado que dispuso la organización en la que se desempeña.
Los otros tres quedaron varados ya que se suspendieron los vuelos comerciales luego del caos que se desató en el aeropuerto de Kabul.
Desde Cancillería informaron que “están trabajando para que hoy pueda salir del país el funcionario de la ONU” mientras que “están buscando alternativas” para hacer lo mismo con la pareja argentina ya que el vuelo que tenían para viajar a Estambul fue cancelado.
Pese a que Argentina no tiene sede diplomática en territorio afgano, el embajador en Pakistán Leopoldo Francisco Sahores, oficia como representación diplomática concurrente en Afganistán y en otros estados de la región asiática, con consentimiento de todas las partes.
Desde que los talibanes tomaron el control de Kabul, el domingo, tras una ofensiva rapidísima que en solo 10 días les hizo controlar casi todo el país y provocó la huida del presidente Ashraf Ghani, los talibanes multiplicaron gestos que aparentan ser tranquilizadores para la población.
“Se decretó una amnistía general para todos, por lo tanto deben retomar su vida cotidiana con total confianza”, anunciaron este martes en un comunicado.
A pesar de este guiño, los argentinos están muy asustados y temen que los talibanes tomen alguna represalia contra ellos si se enteran sobre sus planes de abandonar el país por lo que Cancillería solicitó que sus nombres se mantuvieran bajo reserva hasta cumplir con el plan de evacuación.
Ese temor afecta sobre todo las mujeres, las cuales en su mayoría no se arriesgan a salir a las calles y permanecen encerradas en sus casas. Es que entre 1996 y 2001, cuando ejercieron el poder, los talibanes impusieron una visión rigurosa de la ley islámica y les prohibieron a las mujeres trabajar y estudiar. Ahora, la guerra misógina de los talibanes amenaza con destruir nuevamente la vida de millones de ellas.