El arzobispo de Corrientes instó a los sacerdotes a "la unidad" para darle "mayor vigor" a la Iglesia. Resaltó que esta también hace falta en la familia y el matrimonio. La ceremonia fue acompañada por una multitud en el patio de la Catedral.
La Misa Crismal retomó la normalidad tras dos años en que la concurrencia de fieles y sacerdotes estuvo restringida por la pandemia. El arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, festejó la masividad, enfocó su mensaje hacia los referentes de las comunidades y destacó la importancia de "escuchar" en el camino hacia el Sínodo que impulsa el Papa.
La celebración, en la que los presbíteros de todas la Arquidiócesis son ungidos con el óleo y renuevan sus promesas sacerdotales, comenzó ayer a las 20 en la Iglesia Catedral "Nuestra Señora del Rosario". Gracias a que se disminuyeron los números de contagios de COVID-19, decenas de curas pudieron participar del encuentro, acompañados por un coro de 20 personas y una gran cantidad de público en el patio del templo.
Stanovnik se mostró feliz al inicio de la ceremonia litúrgica por el retorno de la presencialidad a estos encuentros trascendentales para la Iglesia Católica. Al referente local rara vez se lo puede ver sonreír en medio de una misa; sin embargo, en esta ocasión no pudo disimular su alegría y se pronunció con una gran sonrisa: "Estamos felices de poder hacerlo presencialmente (la Misa Crismal). Hubo muchas expresiones de felicidad entre la multitud por tener la gracia de realizarlo de esta manera. Estamos hechos para encontrarnos personalmente, para vernos, oírnos y tocarnos. No hay otro medio que pueda reemplazar este vínculo humano".
En 2020, la unción se trasladó de Semana Santa a agosto. Mientras que en 2021 se realizó el 31 de marzo, durante Semana Santa, pero con una concurrencia significativamente menor.
"La unción que hemos recibido todos en el Bautismo es para la unidad, el ungido es un servidor de la unidad. Hoy nos preguntamos de nuevo qué pasos tenemos que dar para caminar juntos y construir esa unidad que dé mayor vigor a la misión en nuestra Iglesia", expresó Stanovnik en la homilía.
"La Iglesia no es otra cosa que el «caminar juntos" del Pueblo de Dios y en su interior nadie puede ser «elevado" por encima de los demás. Al contrario, en la Iglesia es necesario que alguno «se baje" para ponerse al servicio de los hermanos a lo largo del camino", remarcó. "Es maravillosa la vocación de los que fuimos ungidos e irremplazable la misión que tenemos, tanto en el interior de nuestras comunidades, como en sociedad. ¡Cuánta falta nos hace la unidad! La unidad en el matrimonio, en la familia, en nuestras comunidades y en la entera familia humana", llamó a la reflexión al final de la homilía.
El encuentro estuvo concelebrado por el obispo Auxiliar, José Adolfo Larregain, y el arzobispo Emérito, Domingo Salvador Castagna.