Lo dijo el Arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik. “Lo tremendo es que hay un sistema armado en el que se prepara a la persona para consumir, se le crean necesidades y somos muy fáciles e influenciable en esas cosas, si uno no tiene en la vida un centro que le dé sentido y valor a las cosas va detrás de las primeras necesidades que le crean”, mantuvo.

 

“La gente se desespera para llenar la mesa con cosas, y le damos poco tiempo de preparar el corazón, centrarlo en algo que vale la pena, porque una mesa bien servida trae una satisfacción momentánea”, consideró.

 

Monseñor Andrés Stanovnik manifestó “la preocupación es común pero al mismo tiempo me sorprendió la mayor capacidad de reacción y asistencia a esta realidad, a inundados y familias, y  a los pequeños productores. Hoy los pueden sacar más a tiempo, está puesto al servicio de la gente y eso es lindo”.