Mientras algunos compañeros están sumidos en una atonía, hay otros en una lucha interna sin propuesta. Los que tienen un proyecto están muy lejos del gobierno y también de la propuesta que parece nos viene impuesta. Si a los deseos de muerte del gorilismo le ofrecemos respuestas equivocadas, nos obligan al continuo renacer.
La historia permite ver con mayor claridad algunas situaciones o acontecimientos que, en el momento que ocurren, no siempre pueden ser percibidas con nitidez. Pareciera que siempre falta el imprescindible e impostergable debate, que nunca encuentra un espacio donde librarlo constructiva y fructíferamente como parte de una contribución a la causa nacional y popular. Lo que intentamos es proponer algunos elementos que arrojen algo de luz sobre la situación actual y las posibilidades reales del FDT de mantener el gobierno, tratando de recuperar, aunque sea en parte, el poder real perdido.
No creo necesario en esta instancia hacer un relato de todos los avatares de la historia del peronismo desde el 45 hasta ahora. Siempre trataron de eliminarnos, a veces políticamente otras físicamente. Nunca nos callamos y subsistimos gracias al valor militante de miles de compañeros y compañeras, trasmisores genuinos del mensaje de Perón herederos de su proyecto. Creo si podemos hacer un breve resumen de los 40 años de esta imperfección democrática también cargada de situaciones límites.
En 1983 a pesar de más de 2.5 millones de afiliados, una “complaciente y perdonadora” conducción Justicialista, no supo generar el triunfo, se perdió donde no se podía perder, en las urnas. El verdugo electoral Raúl Alfonsín, también se pensó heredero y vaticinó un “tercer movimiento histórico”. No pudo con ello. Nada se construye sin Peronismo.
En 1989 ganó el Peronismo y Alfonsín entregó el poder anticipadamente, la llegada de Carlos Menem al poder tuvo un efecto paradójico: parecía que el peronismo volvía al gobierno, en realidad era una versión populista, con pelo largo y patillas, neoliberal y privatizadora. Se cortó el pelo, se sacó las patillas, se rodeó de María Julia y Adelina Dalesio. Terminó la ilusión. Se vino el abrazo con Isaac Rojas y el mismo Menem respondía a toda crítica “se quedaron en el 45”. La derecha festejaba, al fin vencieron al Peronismo. Era desde adentro. El Pacto Alfonsín/Menem permitió la reelección neoliberal, la entrega de los recursos naturales y varias aberraciones jurídicas más. De la Rúa sucedió a Menem casi naturalmente, con algunos “progresistas” peronistas y muchos gorilas, algunos de ellos autodenominados Peronistas, intentó un gobierno de Alianza, era más de lo mismo, ajuste tras ajuste, represión y la corrupción en su más alto esplendor.
El Presidente se subió al helicóptero para dejar la Casa Rosada el 20 de diciembre de 2001. Muertos por decenas, supermercados asaltados, corralito y la gente pidiendo “que se vayan todos”. Desde la “crisis insuperable”, desde el abismo,renació un peronismo con épica transformadora y desafiante, con el liderazgo de Néstor y Cristina Kirchner. Y al mismo tiempo aparecieron los anuncios de su muerte, el primero la editorial de la Nación que vaticinaba que no duraría ni un año en el gobierno. Los muertos que vos matáis “La Nación” gozaban de buena salud.
En el año 2008 el desenlace “no positivo” del enfrentamiento con las patronales del campo, se vio reflejado en la derrota en las legislativas de 2009, frente al Colorado De Narváez, perdieron los “candidatos testimoniales” entre ellos Néstor, Scioli y Massa. El 27 de octubre de 2010, fallecía Néstor Kirchner, da escalofríos leer el tono, entre festivo y feroz, con el que se daba por muerto el ciclo iniciado en 2003. Dicen que tuvieron el tupé de presentarle un pliego de condiciones y de rendición a CFK, que lejos de amilanarse y con las lágrimas frescas, redobla la apuesta y obtiene su reelección en 2011 con el 54 % de los votos. Aplacó los pronósticos de muerte del Peronismo, que volvieron con fuerza tras el triunfo de Sergio Massa en las legislativas de 2013. Con esto intentamos demostrar que no éramos infalibles ya en pleno Kirchnerismo, el “no positivo”, “el colorado De Narvaez” y “Massa 2013” eran el ejemplo.
Así nos aproximamos al 2015, rompimos aquel principio que indicaba que un gobierno peronista no pierde elecciones ejecutivas desde el poder, esto debe estar claro porque no ganó Macri sino que perdimos nosotros. (Si bien el peronismo en su versión menemista fue derrotado en 1999 por la Alianza, en ésta participaba la versión del peronismo Frepaso y el Partido Justicialista retuvo el bastión histórico del peronismo, la provincia de Buenos Aires, en 1983 no veníamos de un gobierno Peronista sino de la dictadura). Lo ocurrido no escapa a una particularísima manera de conducir de Cristina que, no obstante indicar el candidato, permitió cierta pasividad de la dirigencia, que no militó en plenitud la candidatura de Scioli, que ni siquiera aseguró la presencia de fiscales en todas las mesas electorales, incluso en distritos de nutrida votación peronista. El resultado de esta nefasta combinación de diagnósticos equivocados, indiferencia presidencial y otros factores, fue la mayor derrota jamás sufrida por el peronismo a lo largo de toda su historia. Siendo gobierno perdió la Nación, la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y Jujuy y no pudo conquistar Córdoba ni la ciudad de Buenos Aires.
El climax mediático anti peronista que se desató con Macri en el poder, hizo que repitieran lo que durante muchísimos años era el deseo más querido del NO VUELVEN MAS. Fue la primera vez en democracia que resultó elegido un presidente que no fuera peronista ni radical. El conservadorismo más recalcitrante había obtenido el triunfo y sumado para siempre como “segundones” al radicalismo que participan de la familia y sus beneficios, pero no de la herencia. Macri bailaba en el balcón de Perón, al recordarlo “se nos pianta un lagrimón”.
Lo del actual gobierno es reciente y aún lo vivimos, conocemos como nació. Cristina sacó de la galera a Alberto y sumó a Sergio Massa, que en 2015 jugó por fuera como ya venía haciendo. También sabemos lo que soportó, deuda, pandemia, guerra, sequía. También conocemos de sus falencias y pese a ellas es deber sostenerlo y garantizar una sucesión peronista.
Ahora pareciera que Cristina es la última esperanza, en su último mensaje en la clase magistral en la apertura de la Escuela Justicialista, cada uno interpreta lo que más le gusta. Se subió a la candidatura o se terminó de bajar ¿marcó a alguien? Dijo Sergio… y “Sergio” es Massa como “Mauricio” es Macri.
Por momentos, parecía que se iba hacer cargo de todo diciendo que se necesita “coraje” y en otros, le hablaba a la política como si estuviera por fuera de ella, como una especie de oráculo. “Tranquilos, paciencia, no se hagan los rulos»; “Presidenta No, yo ya di todo”; “hoy el capitalismo ya no es una ideología, es simplemente el modo de producción de bienes y servicios más eficiente”. No nos dice que este capitalismo que tenemos, no sirve. Eso es claro, produce muchos bienes y servicios, pero no distribuye. La crisis actual del capitalismo, que no ha sido resuelta por el colapso del socialismo, ¿capitalismo regulado? No somos China, ni siquiera Brasil donde la burguesía al menos es nacionalista. Nadie habla como ella, nadie define como ella y aun así percibimos ambigüedad en el mensaje. Personalmente me quedo con aquello que fue una persistencia en su discurso, la necesidad de proponer, de elaborar un proyecto primero, un plan de gobierno un llamado a cambiar el eje de la discusión.
Pronto el congreso partidario definirá alianzas, el 25 hay clamor o lanzamiento de otra candidatura. Estamos entre aquellos que creemos que Cristina todavía puede ser, esperemos que, si en lugar de Cristina es “Sergio”, se explique bien y no naufrague totalmente la economía, el enemigo no se va a quedar de brazos cruzados ni callado. Y a “Sergio” se le animan, creo que “Daniel” en ese caso compite. Grabois obviamente.
Lo que está claro es que nuevamente vienen por nosotros y lo grave es que vemos a muchos compañeros sumidos en una atonía escalofriante, a otros tantos en una lucha interna sin propuesta, los que tienen un proyecto están muy lejos del gobierno y también de la propuesta que parece nos viene impuesta. Si persistiéramos en conformarnos con el relato oficial, las explicaciones convencionales, las ilusiones y fantasías de algunos dirigentes estaríamos pavimentando el camino del fracaso, fatalmente condenados a la repetición de lo ya vivido.
Si a los deseos de muerte del gorilismo le ofrecemos respuestas equivocadas, nos obligan al continuo renacer, viviendo una frustración recurrente. No se entreguen compañeros, hagamos “fracasar el funeral”. –