La selección Argentina dirigida por Lionel Scaloni se llevó su segundo título consecutivo después de 36 años y múltiples generaciones de argentinos que nunca habían podido vivir lo que se siente levantar una copa.
Que el país con -probablemente- la mayor cultura futbolera del mundo haya estado 36 años sin ganar un título era una frustración que no se podía explicar. Sabernos los mejores del mundo no ayudó. Fue la presión que le tocó a todos los que se pusieron la camiseta desde el 90 para acá. Sobre todo a partir del 2006, teniendo al mejor jugador del mundo en nuestro equipo, no poder ganar aunque sea una copa era insólito.
Ese peso, de llevar la camiseta Argentina, de ser el mejor del mundo pero no ganar nada con la selección, las comparaciones con Maradona, todo formó parte de la mochila que se sacó finalmente Lionel Messi al ganar su primer título con la celeste y blanca en 2021.
Ahora, con la copa del mundo de nuevo en nuestro país, Messi pasa de la frustración a la alegría, de la tristeza al récord. Ganó dos copas seguidas, una contra Brasil, el eterno rival -y de local- y otra contra Francia, el último campeón, que además tiene a Mbappe, el que para muchos ya es el próximo mejor jugador del mundo. Dos victorias cargadas de mística en dos copas donde el equipo jugó a un nivel superlativo.
Después de haber tocado fondo en 2018, cuando parecía que la posibilidad se escapaba, que ya no iba a ser posible, a sus 35 años, Messi logró finalmente sacarse la espina personal, pero también darle una alegría a un pueblo que respira fútbol y no levantaba una copa hacía casi 4 décadas.
En Qatar se hizo justicia y la felicidad de Messi no sólo fue la del pueblo argentino, que festejó en las calles alrededor del globo, sino también la de todos sus colegas, entrenadores y fanáticos que alguna vez fueron felices viéndolo jugar.
Sin embargo, esta felicidad que vivimos hoy, este sueño hecho realidad que es haber levantado la copa, de poder ver a Messi como nuestros viejos vieron a Maradona, sólo fue posible gracias a otro Lionel, gracias a Scaloni. El entrenador más joven del mundial, el inexperto, el ignoto, el interino, el que llegó de casualidad, es hoy también el campeón del mundo. El único en la historia en haber ganado la Copa America y la del Mundo, pero no conforme sólo con eso, lo hizo de forma consecutiva. Él, el cuerpo técnico y el equipo que armó, fueron los que llevaron a Messi a ganar dos copas en el epílogo de su carrera. Si ganar una parecía imposible, hoy el 10 se puede retirar habiendo ganado absolutamente todo lo que se puede ganar.
No les caben más críticas, a ninguno de los dos, no hay comparación en la que pierdan. Hoy, más que nunca y más allá de toda duda, para ellos que nos llevaron a lo más alto, que nos devolvieron la alegría, que nos volvieron a enamorar de estos colores, de este deporte y de este equipo, para nuestros Lioneles: GRACIAS. Hoy, hasta para el más escéptico, para el argentino y para el francés, para el que le gusta mucho el fútbol y para el que no tanto, son los mejores del mundo.
Gracias Scaloni, por haberle dado a esta generación la chance de ver a Argentina levantar la copa, pero sobre todo, gracias por habérsela dado a Messi. Él se lo merecía más que nadie y nosotros nos merecíamos verlo, aunque fuera por una vez, feliz, después de tanto sufrimiento, de las finales que perdimos, de todo lo que lloramos. Pero eso se terminó, ahora sólo queda disfrutar. Gracias por habernos vuelto a ilusionar.