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Triste historia de un chico atropellado: otra vez víctima de conductor alcoholizado que chocó varios autos

 

Un conductor alcoholizado chocó a varios autos en la ciudad de Mar del Plata y los detalles detrás del caso volvió a recordar una triste historia que sucedió hace 10 años. En uno de los vehículos viajaba Thiago Franco, el adolescente que a sus 4 años sufrió daños neurológicos irreversibles luego de que Eduardo «Lalo» Ramos, ex campeón del TC, los impactara mientras manejaba bajo los efectos del alcohol y a alta velocidad. Este domingo la escena se volvió a repetir cuando en las afueras de Mar del Plata un Volkswagen Gol chocó a un Renault Clio, a un Chevrolet Classic y a una Chevrolet Meriva. En este último viajaban Thiago, su hermana y su madre.

Ante el siniestro, el adolescente y su familia fueron trasladados hacia el Hospital Interzonal General de Agudos tras sufrir lesiones. Mientras que al conductor le realizaron el test de alcoholemia, el cual arrojó resultado positivo con 1,90 gramos de alcohol en sangre.

El fiscal Rodolfo Moure solicitó la detención de Pinto por el delito de «lesiones graves» y consideró que actuó «con dolo eventual«.

En marzo de 2014 la vida de Thiago Franco, de 4 años, y de su familia cambió rotundamente luego de que el ex piloto de TC Eduardo «Lalo» Ramos, que iba a bordo de un auto Mercedes Benz, los chocara en el kilómetro 19 de la ruta 226.

No solo se comprobó que el campeón de TC viajaba con 1,54 gramos del alcohol por litro de sangre, sino que además se confirmó que el niño sufrió daños neurológicos irreversibles y una fractura de cráneo.

Tres años después Ramos fue condenado a dos años y seis meses de prisión en suspenso tras ser hallado culpable de los delitos de «lesiones culposas agravadas por la conducción de un vehículo automotor».

Actualmente Thiago tiene hemiplejia, síndrome postconcusional, epilepsia y síndromes epilépticos sintomáticos. A 10 años del hecho que le cambio su vida, su familia contó en marzo pasado que “es muy difícil poder poner en palabras lo que uno siente como padre al ver el deterioro de un hijo que era sano y que por culpa de la imprudencia de una persona está sufriendo así. Perdió el poder caminar, no tiene una vida social, no puede ir al colegio, está conectado casi las 24 horas del día a una bomba para la alimentación entera”.

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