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Trump prepara nuevos mandos y funciones para el Ejército de Estados Unidos

Kamala Harris reapareció este lunes tras su derrota electoral, y lo hizo junto a Joe Biden, en una conmemoración oficial en el Cementerio de Arlington en honor de los soldados caídos en las guerras que ha librado Estados Unidos. La cúpula militar y civil acompañó al presidente y vicepresidenta, en un contexto de gran nerviosismo en el status quo en Washington por los planes que ha ido avanzando hasta la fecha Donald Trump y que apuntan a una transformación del Estado y la Administración de proporciones antológicas. Mientras, la guerra en el Partido Demócrata se ha intensificado. La que fue presidenta de la Cámara y diputada reelecta en San Francisco, Nancy Pelosi, dio una entrevista el domingo en la que culpó abiertamente a Biden de la debacle electoral. «Si el presidente [Biden]se hubiera retirado antes, podría haber habido otros candidatos en la contienda», dijo al diario \'The New York Times\'. También aprovechó para atacar a la izquierda populista de Bernie Sanders, quien dijo que el partido ha dejado a la clase trabajadora.Harris ha vuelto ahora a la segunda fila propia de un vicepresidente. Tomó asiento mientras Biden pronunciaba un breve discurso en homenaje a los veteranos de guerra, y se sentó junto a la primera dama, Jill Biden , que lucía una gafas de sol que no se quitó en ningún momento. Empleados de las dos campañas, así como colaboradores de Barack Obama , llevan desde las elecciones cruzando reproches y acusaciones, buscando culpables. El equipo de Harris y el de Obama, así como Pelosi, consideran que la familia Biden erró al no convencer al presidente de retirarse a pesar de su patente declive físico y cognitivo.Últimos meses de mandatoBiden se enfrenta en estos últimos meses de mandato a la ingrata y difícil tarea de convencer a los demócratas de que faciliten el traspaso de poderes y confíen en las instituciones, después de meses advirtiendo sobre Trump como un líder autoritario con ideales que amenazan la democracia. Tras la derrota, el tono del mandatario ha dado un giro drástico. Este lunes, en el Cementerio de Arlington, Biden afirmó: «Este es el momento de unirnos como nación, de mantener la fe entre nosotros». Añadió, tratando de proyectar optimismo.Los demócratas están francamente nerviosos, en algunos casos visiblemente exasperados. El senador demócrata Jack Reed, que es presidente saliente de la Comisión de Servicios Armados, que supervisa a las Fuerzas Armadas, ha advertido abiertamente de que Trump «destruirá el Departamento de Defensa y destituirá a generales que defienden la Constitución». Viejas rencillasEl temor entre los generales es evidente. Trump les ha acusado de estar muy a la izquierda de las tropas, de dejarse contaminar por la mentalidad \'woke\', que pretende alcanzar la justicia social, especialmente respecto a temas de raza y género, con un exceso de corrección política. Los soldados rasos, según las encuestas a pie de urna, optaron por el expresidente en un 65% o más. Los generales, en cambio, estuvieron entre sus mayores críticos en su primer mandato. Molesto por estas críticas, Trump llegó a sugerir antes de ganar que su jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley , podría ser ejecutado por traición. Milley, como el general retirado John Kelly, que fue jefe de gabinete suyo, le han acusado de tendencias fascistas, y se resistió a sus órdenes más controvertidas. Las miras están puestas ahora en el actual jefe del Estado Mayor Conjunto, el general de la Fuerza Aérea C.Q. Brown , un respetado comandante y piloto de combate, conocido porque apoya la diversificación en las fuerzas armadas, y las cuotas de minorías raciales y mujeres. Él mismo afirma que, como soldado afroamericano, se benefició de esas cuotas. En ejercicio de ese cargo, ejerce de oficial militar de mayor rango en las Fuerzas Armadas y actúa como el principal asesor militar del presidente, el secretario de Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional. El presidente puede destituirlo.Obedecer a las órdenesAhora, la duda está en qué órdenes dará Trump y si las Fuerzas Armadas pueden o deben resistirse a ellas, como ya se resistieron a algunas ideas que consideraron inconstitucionales al final de su primer mandato, como reprimir manifestaciones en la capital federal. El secretario de Defensa saliente, Lloyd Austin, ha dicho que el Ejército que debe obedecer «todas las órdenes que sean legales». Su predecesor con Trump, Mark Esper, que se ha convertido en crítico de su ex jefe, reveló recientemente que este le sugirió dispararle a las piernas a manifestantes que protestaban en 2020 en la capital por la muerte de George Floyd. En campaña electoral Trump ha avanzado que movilizará a la Guardia Nacional e incluso tropas en activo para realizar deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados y responder a manifestaciones tumultuarias, si se declaran. Tradicionalmente la Guardia Nacional sólo e despliega dentro de las fronteras de EE.UU. en desastres naturales o en el caso de que haya riesgo de revuelta e insurrección. Un \'zar\' en la fronteraTambién ha sugerido el presidente, así como su coordinador de política migratoria, Tom Homan, que podrían usar instalaciones militares en la frontera para retener a inmigrantes indocumentados antes de ser deportados. Trump y su equipo han avanzado que buscarán sobre todo lealtad en los nombramientos de corte político, incluido el Secretario de Defensa. El presidente pasado y futuro ha lamentado repetidamente en campaña que en su primer mandato obtuvo gran resistencia a sus medidas más transformadoras y controvertidas. De entrada, ha elegido a personas muy cercanas o que han defendido apasionadamente sus ideas, y ha prescindido de forma preventiva de aquellos funcionarios con gran experiencia que le disputaron las primarias, como la ex embajadora ante la ONU Nikki Haley o el ex jefe diplomático Mike Pompeo.Se espera además que Trump revierta algunas de las órdenes más controvertidas de la Administración Biden, sobre todo el cambio de nombre de bases militares que homenajeaban a generales confederados y el apoyo económico a soldados mujeres que quieran abortar y a operaciones de cambio de sexo para soldados que se consideren transgénero. Esos cambios pueden decidirse directamente desde la cúpula del Pentágono, por lo que no necesita apoyos en el Capitolio.

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