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¿Un Papa trumpista? Washington impulsa a un polémico candidato

En 2016, mientras el Vaticano observaba con cautela el ascenso imparable de Donald Trump , el cardenal estadounidense Raymond Burke fue uno de los pocos jerarcas que se expresó públicamente a su favor. En plena campaña presidencial, y tras las críticas del difunto papa Francisco al proyecto de construir un muro en la frontera con México, Burke defendió al entonces candidato republicano, afirmando que estaba «defendiendo los valores de la Iglesia».El respaldo de Burke a Trump marcó una excepción dentro de una jerarquía católica generalmente reacia a alinearse con líderes políticos, y consolidó la relación entre el ala más conservadora del catolicismo estadounidense y el entorno del expresidente. Tras aquel primer salvo, Burke defendió repetidas veces a Trump , sobre todo por sus acciones a favor de restringir el aborto.Hoy, en Estados Unidos, el apoyo a que Burke sea Papa proviene sobre todo del sector más conservador del catolicismo, donde su figura se ha convertido en un referente moral frente al legado del Papa Francisco . Aunque no ostenta cargo alguno en la curia romana, su influencia permanece intacta, alimentada por su cercanía a importantes sensores del trumpismo. Como muestra de ese respaldo, medios afines al expresidente, como Fox News, ya lo incluyen entre los principales papables, a pesar de su exclusión de puestos oficiales.Noticia Relacionada Entre reformista y renovador estandar Si Sus grandes cambios en doce años de Pontificado Javier Martínez-Brocal | El vaticano Unas veces reformista y otras renovador, Bergoglio concentró sus esfuerzos en cinco ámbitosEn ese entorno, su poder no depende del Vaticano, sino de su alineamiento con una visión política y doctrinal norteamericana que busca marcar el rumbo de la Iglesia desde fuera.El entorno católico que rodea a Trump (su mujer, Melania, es católica) y respalda a Burke está compuesto por figuras y organizaciones que han ganado peso durante los años del trumpismo, combinando una defensa militante del conservadurismo moral con una agenda política nacionalista. Entre ellos destaca Brian Burch, presidente de Catholic Vote, una organización que apoyó activamente a Trump y que empleó técnicas de geolocalización en iglesias para identificar votantes católicos . Burch ha criticado abiertamente al papa Francisco y fue nominado por Trump como embajador ante la Santa Sede.También forman parte de este círculo grupos mediáticos como EWTN y el portal LifeSiteNews, así como obispos estadounidenses que han cuestionado públicamente la legitimidad del pontificado de Francisco y su aproximación a temas como el aborto, la inmigración o los colectivos LGTB. Todos ellos han consolidado una narrativa en la que Burke representa la resistencia interna al rumbo aperturista del Vaticano.En 2020, el cardenal Burke afirmó que Joe Biden no debía recibir la comunión debido a su apoyo al aborto legal, sosteniendo que los políticos católicos que respaldan públicamente políticas contrarias a la vida se colocan fuera de la comunión con la Iglesia. Argumentó que permitir que tales figuras accedan a la Eucaristía genera escándalo y confusión entre los fieles. A pesar de estas críticas, Biden continuó comulgando, incluso en Roma, y declaró que el Papa Francisco le había asegurado que debía seguir haciéndolo. Este episodio puso de relieve la división entre el enfoque pastoral del Papa y la postura disciplinaria de Burke, que ha hecho de la corrección pública a políticos «desviados» una constante en su discurso.El pulso entre Burke y el papa Francisco era antiguo. En 2014, el cardenal dijo que la Iglesia bajo el mando del finado parecía «una nave sin timón» . Francisco lo apartó del alto tribunal vaticano y lo relegó a un cargo simbólico como patrono de la Orden de Malta. Las críticas continuaron, sobre todo tras el Sínodo de la Familia y las declaraciones del Papa sobre la acogida de homosexuales.En 2023, tras años de tensión, Francisco decidió retirarle el apartamento gratuito de 400 metros cuadrados en Roma y el salario mensual de 5.000 euros. «Usa sus privilegios contra la Iglesia», le dijo a su biógrafo Austen Ivereigh. Con ese gesto, el Papa rompía una larga política de tolerancia frente a sus detractores internos.Burke, no obstante, nunca se consideró enemigo del Papa. Dijo no tener esa impresión, aunque no ocultó que Francisco no lo quería en ningún cargo de responsabilidad. Desde entonces, ha seguido viviendo en Roma , sin funciones oficiales pero con una red activa de apoyos en Estados Unidos y Europa, donde ejerce como referente de una Iglesia que se resiste a las reformas del último pontificado. Tiene incluso una web propia para difundir sus ideas y promover su visión de la Iglesia, todo un gesto de relaciones públicas sostenido por donantes conservadores.En los últimos meses, su nombre ha vuelto a circular con fuerza entre sectores conservadores en Washington que ven en su elección una forma de restauración. En esta campaña no oficial , no cuenta con los votos asegurados de la mayoría del Colegio Cardenalicio, pero sí con una narrativa que lo presenta como el candidato de la ortodoxia frente a los excesos del aperturismo. Es el único papable en las listas que circulan en Estados Unidos sin cargo, sin poder institucional y sin respaldo vaticano … pero, asumen sus partidarios, con el apoyo del expresidente de Estados Unidos, que suele apreciar sobremanera las alabanzas públicas.La Iglesia católica en Estados Unidos vive hoy cierta tensión entre su jerarquía y el entorno político de Trump. Aunque una mayoría del episcopado se ha mostrado crítica con su retórica, varios obispos han respaldado abiertamente sus posiciones en temas como el aborto o la libertad religiosa. Al frente de la Conferencia Episcopal está desde 2022 el arzobispo Timothy Broglio, cercano a posturas conservadoras y capellán militar con vínculos en el entorno republicano. Bajo su liderazgo, los obispos han endurecido su posicionamiento público, han impulsado una mayor vigilancia sobre los políticos que se declaran católicos —como Biden, segundo presidente católico pero uno de los mayores defensores del aborto— y han reforzado su autonomía frente al Vaticano en cuestiones doctrinales. La elección de Broglio fue interpretada como un síntoma del giro identitario de parte del clero estadounidense, cada vez más en sintonía con el catolicismo militante del trumpismo.

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