Líbano decretó tres días de luto por el asesinato de Hasán Nasralá en el bombardeo masivo de Israel del viernes contra el cuartel general de Hizbolá, al sur de Beirut. Después de una labor intensa, los equipos de rescate lograron recuperar el cuerpo del religioso y la capital será el lugar del funeral para despedir a una de las figuras más relevantes del panorama libanés y regional en los últimos 32 años. Será una despedida bajo la amenaza de nuevos ataques y con el zumbido de los drones de fondo, permanente e inquietante en el cielo de la capital. El riesgo de un conflicto a gran escala se mantiene abierto e Israel extendió sus operaciones a Yemen donde bombardeó Hodeida y el puerto de Ras Isa en respuesta a los misiles lanzados por los hutíes durante la semana. Los israelíes aseguran que son los puntos de entrada de las armas enviadas por Irán a los milicianos yemeníes. El golpe a Hizbolá es muy duro porque ha perdido a toda su cúpula de mando en apenas dos meses. Israel aseguró que en el ataque del viernes, asesinó junto a Nasralá a otros veinte altos cargos, entre ellos Ali Karaki, responsable del comando sur. Un golpe muy duro que es un punto y seguido en la estrategia de Benjamín Netanyahu de golpear al enemigo con toda la fuerza ya que menos de 24 horas después Israel asesinó al jeque Nabil Qaouk, jefe de seguridad interna del Partido de Dios, en la misma zona de Beirut. Los bombarderos siguieron en el este y sur del país donde, según los medios israelíes, el ejército lanzó las primeras incursiones por tierra para desmantelar posiciones del enemigo cercanas a la verja de separación. Hizbolá lanzó decenas de cohetes y la mayoría fueron interceptados. La escalada de la última semana deja más de 700 muertos , miles de heridos y cientos de miles de desplazados. Este nuevo pulso de Hizbolá a Israel arrancó hace un año, en solidaridad con Hamás tras el 7 de octubre, y desde entonces Líbano ha visto como la situación humanitaria de la población se ha ido complicando. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) lanzó una operación de emergencia para proporcionar asistencia alimentaria a un millón de personas afectadas por la escalada en el conflicto.Las dudas de IránCon Hizbolá descabezado, todas las miradas apuntan a Irán, creador y financiador de la milicia chií, pero la república islámica no parece interesada en mover ficha. El presidente del parlamento iraní, Mohamed Galibaf , ha declarado que «han pasado de una guerra militar, en la que piensa que Israel ha perdido, a una guerra de voluntades». El ex alcalde de Teherán, sin embargo, quiso dejar claro que «los grupos de la resistencia» seguirán enfrentándose a Israel con el apoyo iraní. En ese «eje de la resistencia» se encuentran las milicias chiíes de Siria e Irak y los hutíes de Yemen.Desplazada de Dahiyeh, un suburbio del sur de Beirut REUTERSMás que una venganza en caliente, parece que los iraníes optarán por tomarse un tiempo para nombrar el nuevo líder, formar una estructura de mando y reconstruir la red de comunicaciones de Hizbola, según fuentes oficiales de la república islámica han revelado a \'The New York Times\'. El diario estadounidense asegura que hay una fuerte división en la cúpula del régimen sobre los pasos a dar. Los sectores más conservadores piden una respuesta firme que evite que Israel tenga la tentación de golpear el programa nuclear iraní, mientras que la corriente reformista, liderada por el presidente, Masoud Pezeshkian, considera que ir a la guerra directa sería caer en la trampa de Benjamín Netanyahu.Además del cambio política al frente del gobierno tras las últimas elecciones, la república islámica está en pleno proceso de normalización de relaciones con Arabia Saudí, un paso tan importante para Teherán como preocupante para Estados Unidos e Israel, que quieren a los saudíes al otro lado de la ecuación.