Opinión del Lector

Una línea de conducta

Desde Unidad de Información Financiera (UIF), Biancardi se ocupaba de dar las directivas para las querellas penales contra ex funcionarios kirchneristas. Junto a su colega, hoy defienden al hijo del capo narco de San Martín Javier “El Rengo” Pacheco y e intentaron que pasara de imputado a "colaborador".

El día que la policía bonaerense fue a detener al poderoso capo narco de San Martín Javier “El Rengo” Pacheco a la mansión donde vivía en Parque Leloir, los agentes se encontraron con lujos cinematográficos, como un auto BMW dorado, una camioneta Toyota Hilux roja despampanante, otros vehículos de alta gama, jacuzzi, sauna, una enorme pileta y hasta una sala para jugar al póker. Pero además de ese ostensible patrimonio, los/las investigadores/as encontraron pruebas muy valiosas bajo tierra: cuando picaron los cerámicos del suelo de uno de los baños hallaron una caja de herramientas llena documentos de propiedades en Uruguay, pagarés, mutuos y otras constancias societarias que darían cuenta de una actividad económica de Pacheco fuera del país. En el jardín, debajo de una casita de juegos, al excavar apareció una bóveda, también llena de títulos y otros papeles. Buena parte de esas evidencias explican por qué Pacheco no sólo está acusado de liderar una sociedad criminal para la venta de estupefacientes, sino de un delito que suele ir de la mano del narcotráfico, que es el lavado de dinero. También está detenido uno de sus hijos, Nicolás Javier Albornoz, y con él llegó una gran sorpresa a la investigación. No tanto por él mismo sino por los abogados que fueron a tribunales en su nombre y que se presentaron como expertos en “arrepentidos”: uno es el ex director de litigio de la Unidad de Información Financiera (UIF) durante el gobierno de Mauricio Macri, Agustín Biancardi, y el otro fue uno de sus leales colaboradores en aquel organismo, Martín Olari Ugrotte.

Pacheco tiene tres hijos varones de dos parejas distintas. Ninguno lleva su apellido, sino los de sus madres, pero sí les puso a todos Javier, como él: Nicolás Javier Albornoz, de 27 años, también fue detenido. Es hijo de Cristina Albornoz, ex pareja de “El Rengo”, también presa por esta causa que tramita el juez federal de Morón Jorge Rodríguez. Los hijos más chicos son Tomás Javier Short y Bautista Javier Short, de 13 y 19 años, hijos de Ramona Luján Short, su segunda pareja, quien también fue arrestada. Los abogados ex UIF, que fueron colaboradores claves de la gestión de Mariano Federici suelen hacer gala, al ofrecer sus servicios, de manejar con habilidad el arrepentimiento de imputados para colaborar con las causas y obtener rápido su libertad.

La UIF macrista, de hecho, intervino en casos donde la figura del “arrepentido” se usó para hacer salir de la cárcel a grandes empresarios, como la de las fotocopias de los cuadernos, a cambio de que comprometieran a exfuncionarios (y en especial a CFK), y lo mismo se intentó en la llamada “Ruta del dinero K”.

Ésta vez, Biancardi y Olari, ya lejos de la función pública, se presentaron como abogados de Nicolás Javier y de su madre y, enseguida, ofrecieron su arrepentimiento para dar pistas sobre la banda narco de Pacheco.

La respuesta que recibieron en la fiscalía, según pudo reconstruir Páginai12, fue categórica: nadie obtendrá una excarcelación express a cambio de un arrepentimiento y, además, para aceptar su declaración en ese carácter, deberían dar datos muy novedosos para el expediente.

La causa

Desde el comienzo de la investigación en octubre de 2020, disparada por una denuncia anónima, se fueron multiplicando las propiedades y sociedades en la mira. Hoy son cerca del 30, pero sería sólo una porción de la fortuna de Pacheco. Entre los inmuebles hay tres galpones donde en julio del año pasado la policía detuvo a un grupo de personas que descargaba allí 8 toneladas de marihuana y a quienes aguardaban la entrega. En los papeles el galpón está registrado a nombre de Nicolás, quien salió asombrosamente airoso después de ofrecer una declaración “espontánea”, guiado por el abogado Gustavo Romano Duffau, en la que dijo: “Esto no es mío, es de mi papá”. Pero tampoco a “El Rengo” le pasó nada.

Los imputados de entonces eran casi los mismos que ahora, pero aquel expediente quedó en la nada. El juez Rodríguez detuvo hasta ahora a 12 personas, aunque esta causa se fusionó con otra anterior, que tenía la jueza Alicia Vence, que no tenía avances. A Nicolás Javier, a su madre, y a la segunda pareja de Pacheco se suman otras personas más directamente ligadas al acopio y la venta de droga: están los encargados del lugar para guardar la droga, los más jóvenes que se ocupaban de la venta (pero no son menores) y dos personas que se ocupaban de la seguridad del lugar donde se comercializaba. La reconstrucción se hizo, en parte, con las imágenes del domo de Seguridad Comunal de San Martín, donde se advertía un grupo de unas 10 personas: había venta de estupefacientes en la entrada de la Villa 9 de julio, en una de las esquinas, y con los seguimientos se llegó al lugar del resguardo de la droga y donde se fraccionaba, y la policía advirtió que había jóvenes que la llevaban directamente hasta la casa del Rengo y de Nicolás Javier. La caída del Pacheco, en mayo último, fue exhibida por el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni. En su majestuosa casa de la casa Gauchos de Güemes al 1900 había dos kilos de marihuana, cerca de uno de cocaína, 29 celulares, municiones, pagarés por al menos 100 mil dólares y documentos de créditos por 600 millones de pesos.

¿Blanqueo para un narco?

A Nicolás lo detuvieron en Ituzaingó el 4 de junio en medio de 26 allanamientos. Tenía un buzo negro de los Rolling Stones con letras rojas. La semana pasada, sus dos abogados de la exUIF macrista, lograron que la fiscalía a cargo de Mariela Labozzetta los escuchara con la posibilidad de que se convirtiera en imputado colaborador. Lo mismo pasó con su madre. El joven sólo ofreció monosílabos y lo más extenso que contó fue que lo habían secuestrado cuando era niño. Hasta el momento no habría aportado elementos contundentes para la causa, según fuentes ligadas a la investigación. Cristina describió a Pacheco como un verdadero violento y entregó una bolsa con documentación, que en su mayoría ya estaba incorporada a la causa. Al parecer, “El Rengo” ponía cosas a su nombre. Algo similar habría ocurrido con su segunda pareja, Ramona Luján, que tenía un carácter menos sumiso según se advertiría en las escuchas telefónicas los/las investigadores/as, donde ella le decía, a cuento de que la había dejado sin un lugar donde vivir, “te voy a mandar en cana”. El le respondía “Yo soy como Pablo Escobar”. Cristina Albornoz tampoco habría hablado demasiado, pero dio una pista coincidente con datos que había detectado el área de investigaciones patrimoniales de la Policía Federal, que colabora con la causa. La mujer habría contado que en 2018 Pacheco estaba pendiente de cómo entrar al blanqueo de capitales. Todavía no está resuelto si a ella le pedirán una ampliación de la declaración para obtener más datos y decidir si se acepta su “arrepentimiento”.

En la pesquisa habían aparecido documentos y otras pistas que daban cuenta de al menos un intento de Pacheco por presentarse al blanqueo. Es curioso, porque no declara actividad formal, no tiene nada a su nombre y tampoco figura como monotributista. Cuando lo indagaron dijo muy suelto de cuerpo que se dedica a la construcción, pero no ofreció ni un papel que lo acreditara. El blanqueo lo es de fondos de evasión que requieren la existencia de una actividad lícita por la que no se pagaron impuestos. De las escuchas telefónicas surgía que decía que se había “presentado a blanquear 11 palos”. Apareció también una declaración jurada de bienes firmada por un contador que consigna 56.800.000 pesos. Esa declaración figura a nombre de Carlos Pacheco, el padre de “El Rengo”, pero tiene el número de DNI, de él, Javier. Todos los documentos están en pleno análisis, al igual que la conformación de empresas y sociedades que habría utilizado para lavar dinero del narcotráfico.

La cuestión del blanqueo y de sus movimientos en el exterior no son menores y podrían explicar la elección de sus abogados: si efectivamente Pacheco intentó un blanqueo, la AFIP debió haber escaneado su situación y enviar sus datos a la Unidad de Información Financiera, cuna de los letrados del capo narco en cuestión, lo que abre un obvio interrogante acerca de qué habría pasado con eso. A Pacheco y a Cristina Albornoz ya les levantaron el secreto bancario y fiscal, de modo que las pistas deberían ir apareciendo.

La UIF de Macri

El abogado Biancardi, como jefe de litigios de la UIF se ocupaba de dar las directivas para las querellas penales. El papel central que tuvo ese organismo en los tiempos del macrismo estuvo lejos de ser la prevención del lavado de activos: fue una máquina de querellar a los exfuncionarios kirchneristas, y en especial a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La UIF fue el organismo que pidió hasta el cansancio que ella fuera incluida en la causa de lavado contra Lázaro Báez, conocida como Ruta del dinero K, algo que no logró. En cambio, en otras empujaron hasta el cansancio y avanzaron, como en la causa cuadernos y en la de Los Sauces. Son en total 16 las querellas iniciadas por la gestión de Federici contra la vicepresidenta y otros exfuncionarios de su gestión. Ex funcionarios de la UIF que tuvieron que dejarle la oficina a Biancardi cuando cambió el gobierno cuentan que le escucharon anunciar al llegar: “nosotros vamos a poner presa a Cristina”. El abogador Olari, paradójicamente, venía de Libres del Sur y había estado en la UIF en el gobierno de CFK. Biancardi y Olari hoy comparten estudio con otro ex miembro de la UIF, Facundo Orazi. Solían funcionar como cuarteto con otro letrado, Gonzalo Romero. La ley de Etica Pública y la del propio organismo no les impediría, por los cargos que ocupaban, participar de causas de narco-lavado como esta.

En Comodoro Py existe una causa en trámite, a partir de una denuncia del diputado Rodolfo Tailhade en la que exmiembros del Consejo asesor de la UIF declararon ante la fiscala Alejandra Mángano y el juez Luis Rodríguez que la gestión de Cambiemos en el organismo eludió sancionar al banco HSBC en un caso vinculado con el narco colombiano Henry de Jesús López Lodoño, conocido como “Mi Sangre”. Los testigos en cuestión dijeron que en 2018 recomendó sancionar al banco por incumplir procedimientos para la prevención del lavado, pero no lo hizo. Tailhade había denunciado la vinculación de Federici y su número dos, María Eugenia Talerico con la entidad.

Misterios

Para sumar más aristas y misterios, a medida que la investigación judicial avanza en la reconstrucción del patrimonio de “El Rengo” no sólo aparecen más propiedades y testaferros sino distintas identidades que habría usado el propio Pacheco. Hay inmuebles en Entre Ríos, en Miserere, en Zapiola, algunos a nombre de Cristina Albornoz, otros de los Short y otros familiares; hay una parrilla, El Torito, cuyo fondo de comercio había comprado Nicolás Albronoz, con boleto firmado por Pacheco. Habría propiedades en Uruguay y según algunas escuchas también en Brasil. En el Barrio privado La Herradura en Pinamar, hay una casa a nombre de la empresa Graham Pinamar SA, a su vez a nombre de Short y de una mujer, Janina Spillier, ex pareja de Johnatan Aréalo, mano derecha de Pacheco en la villa 9 de Julio, que está prófugo. A La Herradura, Pacheco tenía acceso autorizado como dueño de Graham con su foto pero otro nombre: Diego Maestre, que en otros casos figura Mestre. La póliza de la camioneta Hilux roja también lleva a ese nombre. Existen homónimos pero hasta ahora no se encontró ninguno vinculado con él. En algunas escuchas se advierte que lo tratan con otros nombres: Mario, Tula, Ramiro, y Diego Maestre.

Pacheco se forjó en la Villa 9 de Julio donde desarrolló su poderío en los últimos 20 años, cerca de Gerardo Goncebat. Tuvieron como enemigos territoriales a los hermanos Gómez, comandados por Carlos “el Negro” Gómez, con los que tuvieron sangrientos enfrentamientos por los puestos de venta ya por el año 2009. Después de la muerte de Goncebat, que había quedado parapléjico en esos tiroteos, y cuando fue preso Miguel Angel “Mameluco” Villalba, su otro fuerte rival, “el Rengo” tuvo el camino despejado. Hace años que se lo acusa de robos, homicidios, lesiones, tráfico, pero había logrado zafar. Esta semana un hecho sumó un dato tenebroso a la historia, aunque no se sabe aún si existe una conexión real: apareció muerto a tiros después de dos días de búsqueda el inspector de la Policía Federal Ricardo Ariel González dentro de su auto. En el asiento del acompañante había una nota mafiosa que decía: “Rengo Pacheco 10 millones por mí, acá tenés tus 10 millones, atentamente, San Martín”. Hasta ahora este policía no aparece vinculado al caso.

Otra vertiente que asoma, es la que sugiere alguna vinculación de Pacheco con la distribución de droga en el Mercado Central y los funcionarios macristas que lo manejaban. El sitio Data Clave trazó una vinculación incluso con el fugado operador Fabián “Pepín” Rodríguez Simón. Ni esto ni la aparición de los hombres de la UIF son datos para minimizar.

Autor: Irina Hauser

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