Está más que claro que, por estas horas, la delicada situación por las inundaciones debe ser prioridad en la agenda de todos, pero esto no impide que se mencionen casos o hechos que sorprenden y hasta dan bronca.
Teniendo en cuenta que la problemática de las crecidas y sus consecuencias tendrán el debido tratamiento en este y otros medios, vale entonces poner en el medio lo que sucede en una escuela del centro, a metros del Ministerio de Educación.
¿Se puede creer que el techo de una escuela ubicada a 20 metros del despacho de la Ministra esté a punto de caerse?.
¿Cabe en algún análisis serio que nadie se inmute sobre fallas edilicias gravísimas a unos 30 pasos de las oficinas encargadas de las cuestiones relacionadas con la infraestructura de las escuelas de toda la provincia?.
O falta de gestión, o inacción.
O hasta inoperancia.
Es inentendible que en la Escuela Carmen Molina de Llano, en la esquina de La Rioja y Pellegrini, deba clausurar varios sectores porque el techo se cae.
La elocuencia de las imágenes que hoy trascendieron por todos los medios nos obliga no solo a reclamar sino también a alertarnos sobre la seria versión de funcionarios que presionan a los docentes para que éste tipo de casos no trasciendan.
En el caso de la Escuela Llano, sus autoridades debieron acudir a algunos movileros y advertirles que no den nombres ni aporten datos de las autoridades ya que rápidamente (para eso sí, corren desde las oficinas) vienen funcionarios a advertirles que “lo más prudente es el silencio”.
Como alguna vez titulamos, las escuelas se caen a pedazos, y esta vez lo irrisorio es que los restos de escombros salpican las oficinas del Ministerio de Educación… y todo sigue como si nada.