Finalmente, y como desdichadamente ha venido anunciando esta columna, no se firmó el inicio del Canal Magdalena. O al menos no se hizo público. Y en la llamada Expoagro —que cada año pretende ser una especie de Casa Rosada alternativa— la Bolsa de Comercio de Rosario y la Administración General de Puertos renovaron coincidencias ante la ya inexplicable elusión del gobierno. Y eso mientras ya se anuncia, sotto voce, que estaría listo y a la firma un decreto presidencial por el cual el Ente de Control y Gestión de la Hidrovía, formado por las provincias costeras del río Paraná, van a "delegarle a la AGP la función de armado de licitación para el dragado y balizamiento". Una vez más, sarasa y que nada cambie.
El objetivo sería algo así como que la AGP pasaría a ser la concesionaria (siendo sociedad del Estado), y a la vez administradora del río (al que insisten en llamar "vía troncal") y encargada de contratar mantenimientos. "Un verdadero embrollo –definió un veterano marino entrerria
no– porque ya apareció la Boskalis (que es una poderosa empresa dragadora de los Países Bajos, ex Holanda), que viene con la pretensión de coordinar puertos y agroexportadoras en el negocio del dragado". Y por supuesto, ironizó el marino veterano con picardía, "mejor ni pensar que haya sido la hernia lumbar que padece el Presidente la que, al imponerle reposo, impidió que firmara el llamado a licitación del Canal Magdalena".
Lo cierto es que este canal natural, cada día más resistido y hasta odiado por las agroexportadoras y dragadoras extranjeras, nuevamente y aunque parezca mentira –y si bien esta columna lo anticipó– no se iniciará todavía.
Apenas se anunció el inicio de una primera etapa, pero ahora se dice que se licitará la obra de apertura, y cuando ésta comience, será el turno del balizamiento. Y la selección del contratista para el mantenimiento del canal quedará para el próximo gobierno...
Así, la verdad es que en plan político resulta llamativo que haya poderosas vocaciones reeleccionistas cuando ni el Presidente, ni Massa, ni Scioli, ni Wado –por nombrar candidatos ya visibles– ninguno de ellos se ha pronunciado respecto de la gravedad de ciertas rebatiñas y no sólo del Paraná y el canal Magdalena: el litio en primer lugar, y tanto más porque la Argentina hoy parece en estado de liquidación. Lo que, seriamente dicho, es peligrosísimo. Para la paz, la salud y la economía.
Si hasta el agua nos van a privatizar, siendo como somos uno de los países más ricos del mundo en H2O. Y encima a la mala y con prepotencia, como ya se vio cuando el año pasado se propagandizó el cuento del hidrógeno líquido en Río Negro, que entusiasmó tanto a la gobernadora de Río Negro que regaló en concesión nada menos que 625.000 hectáreas a la empresa británica-australiana que vino desde tan lejos a meter el perro. O el cuento.
Es increíble la ceguera de ciertas dirigencias que hocican ante la prensa canalla y ante la abominable y enfermante tele, al punto que han conseguido que la progresía porteña y sus copias provincianas, algunas supuestamente progres o alternativas, hagan silencios cada vez más vergonzosos, algunos repugnantes, todos sucesivamente des–mentidos. Como ese gravísimo atentado a la Soberanía Nacional que es el hecho de que, después de la notable Marcha a Lago Escondido el mes pasado, hoy no todo sigue igual sino mucho peor.
Y es que el inglés volador no sólo no sufrió ni de insomnio, sino que resultó fortalecido gracias a la todavía llamada Justicia. De donde el colmo es que hoy ya ni se niega la existencia de los dos aeropuertos de Joe Lewis, lo que torna ineludible una pregunta fundamental: ¿Por qué el Ministerio de Defensa no investiga la veracidad de las reiteradas denuncias sobre ese aeropuerto clandestino situado a hora y media de vuelo de las Islas Malvinas?
En un hermoso país como es la Argentina, con sus riquezas fabulosas y en algunos casos milyunanochescas, es inexplicable que no se tomen ciertas medidas que, para decirlo en criollo, darían vuelta la taba. A saber:
1) La inmediata restauración de la Ley de Medios y el sistema comunicacional democrático;
2) La inmediata y urgente aplicación de la Ley de Abastecimiento a las grandes y chúcaras empresas
3) El salario básico universal complementario para toda persona cuyos ingresos no alcancen el salario mínimo.
4) La inmediata derogación de la Ley de Entidades Financieras y de la Ley de Inversiones extranjeras, vigentes en absurda memoria del gran cipayo Martínez de Hoz.
5) La también inmediata puesta en marcha de un Plan Industrial de urgencia, empezando por la repotenciación de los astilleros Río Santiago y Tandanor.
6) Y también un urgente plan de relanzamiento de ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas) y la FFEA (Flota Fluvial del Estado Argentino) para el transporte de pasajeros y mercaderías.
7) Organizar la explotación responsable de la fabulosa riqueza íctica del Mar Argentino, por flotas pesqueras nacionales y con miras a la exportación.
8) Y también correspondería hacer una docencia cívica específica, ayudando a la pobre y necia inocencia de cierta nutrida porción de la sociedad, y en particular a las burguesías urbanas, a desmantelar ese pensamiento antiperonista elemental y chiquito que anida en ciertas clases medias abombadas y en el cipayaje vernáculo. Y a quienes es hora de instruir y enterar, buena y pacientemente, de que fueron Juan y Eva Perón quienes además de instaurar el concepto virtuoso de la Justicia Social, nacionalizaron todo lo que estaba en manos de compañías y sujetos explotadores extranjeros. Y así fue grande la Argentina, y por eso se dijo para siempre que era justa, libre y soberana. A ver si lo aprenden.
Y tanto más, como ya esta columna ha propuesto y es urgente, porque todo en la Argentina contemporánea es urgente.
Por eso y en particular es cuestión de vida o muerte democrática terminar con la acción incomunicacional de los grupos concentrados que sistemáticamente hacen creer a la ciudadanía que su enemigo es su amigo y que los malos son los buenos y viceversa. Es imperativo descomponer la perversa idea tan difundida de que todas las políticas públicas son malignas.
Sólo la reaplicación de la Ley de Medios derogada por las mafias macristas garantizará la quizás última oportunidad de restauración democrática y pacífica de la sociedad argentina. A la que en base a mentiras y a un sistema económico perverso le han hecho creer que la libertad de mercado es cosa buena y en cambio los planes sociales son malos y culpables de la decadencia.
Y peor aún, la han convencido de que la maldición argentina son los pobres, los negros, los aborígenes y todos los excluidos que cobran planes sociales. Del mismo modo que le hacen creer a millones de padres y madres que la escuela pública es de mala calidad y sólo la privada es buena y cuanto más cara, mejor. Y así siguiendo.
El estupidario argentino es inagotable, y no por culpa del pueblo engañado sino por la perversidad comunicacional que, estúpidamente y de manera alarmante, el mismísimo Estado ha venido apañando.