Vecinos de la localidad recuerdan a una mujer ejemplar.
En el transcurso de la historia de la ciudad termal diferentes personalidades se desprenden, algunas desde el anonimato quienes han hecho crecer nuestra tierra y otras quienes desde lo más profundo de la inspiración expresaban pinceladas de sentimiento. Así lo plasmaba en palabras María Alicia Molledo.
Pielcieta de seda, ojitos de luna
Copito de nieve, cuerpito de espuma
Mi niño es un ángel que salió a pasear
Y cayó en la cuna, cansado de andar.
El son amoroso de la canción de cuna reverbera en el recuerdo de la infancia de ayer. Han pasado cien años del nacimiento de su autora, María Alicia Molledo, un corazón en la tierra.
Su llegada a Roque Sáenz Peña en la década del ´50 de la mano de su madre habrá de marcarla para siempre. Será la “señorita Molledo” que habrá de incorporarse a la familia de Antonio Cipolini, de quien era cuñada, para desde ella irradiar su lumínica presencia.
La “tía Ali", entonces, habrá de convertirse en un sostén familiar de carácter, bondad y alegría. Su participación como profesora de música rápidamente la vinculará con la Escuela Normal y la catedral San Roque. Su infinita sensibilidad, buen gusto y conocimientos la llevarán a dedicarse al arte, la enseñanza y la religión sin descuidar a la familia.
La distinguía el uso de un castellano riquísimo consecuencia de sus inagotables lecturas que empezaron cuando niña. Había nacido en Buenos Aires y vivió en Devoto y Liniers, en el fascinante tiempo de los compadritos que venían del bajo ataviados de sacos cortos, pañuelos y pantalones a raya.
Muy capaz y lúcida fue una de las fundadoras de la Alianza Francesa en nuestra ciudad.
Su independencia y vivacidad la mantuvieron siempre inquieta y entretenida en un renovado quehacer.
En sus últimos años disfrutaba mucho cuando alguna ex alumna se acercaba para contarle que había cantado a su hijo alguna de las tantas canciones de cuna que ella misma fue creando desde su corazón encendido. Compuso muchas canciones de sencillas y queribles melodías, entre ellas, una a nuestra ciudad.
La tía Ali, para los suyos, la señorita Molledo para los otros. Sean estas palabras un breve pero privilegiado viaje de ida y vuelta al corazón de una mujer excepcional. Sirvan además de personal homenaje en el centenario de su nacimiento.
María Alicia Molledo, testigo y protagonista entrañable de una Sáenz Peña que no volverá. Su vida reserva al espíritu y la emoción de quienes la conocieron y quienes acaban de hacerlo, el siempre impar convencimiento de que un mundo con afecto y cariño siempre es mucho mejor.