La historia de Román en Boca es poco común, pero no inédita: otras operaciones que no fueron porque en los estudios médicos saltaron problemas de salud.
La noticia sacudió el mundo Boca, al fútbol y especialmente a la estantería del futbolista: Andrés Felipe Román tenía todo arreglado para llegar al Xeneize, pero en la revisión médica arrojó que el lateral derecho tenía una miocardiopatía hipertrófica y por eso el pase se cayó definitivamente.
Con la tristeza de ver su sueño destruido y la incertidumbre sobre el futuro de su carrera deportiva, el colombiano deberá consultar a profesionales y tomar una determinación. Una situación por la que, aunque parezca poco frecuente, algunos futbolistas ya atravesaron.
Una de los últimos antecedentes en el fútbol argentino fue el de Ricardo Centurión en 2013, que había sido vendido al Anzhi de Rusia pero ya en ese país le descubrieron una malformación genética en uno de sus tobillos. Si bien el club comprador aceptó al jugador con la condición de que comience un tratamiento especial, quisieron cambiar las condiciones de la operación: Racing no aceptó esas modificaciones y el jugador volvió a Avellaneda.
En 2005, River se interesó por Martín Arzuaga y fue a fondo por el delantero que había tenido buenas actuaciones en Junior de Barranquilla. Todo estaba cerrado y el Millonario, dispuesto a desembolsar 650 mil dólares para quedarse con sus goles. Pero los chequeos detectaron problemas en su rodilla y eso le puso freno a su llegada a Núñez. Años más tarde jugaría en Rosario Central.
Algo similar sucedió con Agustín Allione, que iba a llegar a Racing pero una artrosis en su rodilla tiró todo para atrás. Eduardo Coudet, en ese momento DT de la Academia, decidió reemplazarlo con Guillermo Pol Fernández y la historia le salió redonda: fue campeón y el ex Boca tuvo un buen campeonato.
Uno de los más recordados en el fútbol argentino fue el traspaso frustrado de Ariel Chupa López a River. El Millo estuvo cerca de tener al delantero de Lanús, pero los médicos indicaron que la rotura de los ligamentos cruzados en una de sus rodillas iban a generarle dolores de cabeza y molestias físicas al futbolista.
Quizás el caso más emblemático fue la no llegada de Gabriel Milito al Real Madrid. En 2003, el central viajó a España luego de años de franco crecimiento en Independiente y llegó a posar con la camiseta del Merengue. Los profesionales de la salud de la Casablanca notaron que había altas posibilidades de que el defensor tuviera problemas en su rodilla derecha y la operación se esfumó. Gaby fue al Zaragoza y, con el tiempo, llegó al Barcelona, donde tuvo buenos momentos al principio pero luego sufrió lesiones que lo alejaron de las canchas. Olé
