La ciencia tiene muchas verdades, pero el estudiante universitario quiere saber solo la que le permitirá aprobar el examen.
Como ayer recordó la presidente por cadena nacional, la Universidad de Buenos Aires ha sido clasificada este año como la mejor de América Latina, debido sobre todo a su producción científica, la que, como también aclaró la presidente se debe a que ahora los investigadores del CONICET publican como profesores de la misma, ya es obligatorio que den clases, además de investigar, lo que disgusta a la mayoría porque los distrae de sus tareas, para preparar clases, corregir exámenes, etc.
EL CONICET fue creado durante el gobierno de Frondizi para contar con investigadores full time, independizados de la política universitaria, que en este año se acaba de manifestar en las elecciones estudiantiles de esa universidad. Las facultades que preparan profesionales liberales, médicos, contadores, abogados, votaron a la UCR, y las facultades de filosofía y ciencias a los partidos de izquierda. Esos estudiantes, a través de sus representantes, cogobiernan la universidad con las lógicas repercusiones y vaivenes que ello trae sobre planes de investigación, cuando alguna de estas corrientes predomina sobre las demás, y decide que tales o cuales proyectos de investigación son impuestos por el imperialismo y no obedecen al interés nacional, digamos por ejemplo las manifestaciones estudiantiles opuestas al desarrollo de vegetales transgénicos, y su cultivo, muy candentes en este año en la Universidad de Córdoba.
La famosa “noche de los bastones largos”, durante el gobierno de Onganía, que provocó el éxodo de muchos investigadores fue protagonizada en soledad por las facultades de ciencias y filosofía, las demás se quedaron en el molde, pues sus alumnos pensaron más en el título que les esperaba al final de la carrera que en cuestiones científicas o filosóficas.
Las universidades en América Latina no son tales, sino escuelas profesionales, es decir que tienen como objetivo preparar a la juventud para ganarse la vida, especialmente a través de carreras liberales, como medicina, abogacía y contabilidad, y ahora tecnicaturas, que no necesitan en absoluto de la autonomía que requieren la ciencia y la filosofía.
Diversos investigadores han señalado sin embargo que la Universidad de Buenos Aires es una excepción a esta regla, pues la creación del CONICET la potenció en su faz de investigación, casi todos los investigadores de este organismo están en Buenos Aires, faz que es la regla en las universidades europeas, de modo que la mejor universidad del mundo, una inglesa, tiene un presupuesto similar a la UNNE, aunque 20 veces menos alumnos, pues casi todo su presupuesto va a investigación, lo que le permite tener en su staff profesoral actual, 20 premios Nobel.
En Estados Unidos hay una solución similar, hay cuatro o cinco universidades de elite, que ganan premios Nobel, y tienen pocos alumnos, y cientos de universidades más de batalla, que reparten títulos profesionales a cientos de miles de jóvenes. El gobierno y las grandes empresas reclutan sus cuadros superiores en estas universidades de elite, para los demás cargos bastan las comunes, puesto que solo se trata de ejecutar, no de pensar.
“Preparan gasistas más que ingenieros” se responde a una empresa que recluta allí sus profesionales, que protesta por mala evaluación de la universidad. “Es lo que yo necesito”, dice el empresario gasista.
Con más de diez años de egresado fui a estudiar a una universidad europea, y esa fue la primera vez que vi la diferencia entre una universidad y una escuela profesional. En una entrevista con las autoridades me quejé de que sobre cada tema venían distintos profesores, con posiciones contrapuestas, y ellos me dijeron que ello es inevitable en la ciencia, donde todo conocimiento está en permanente discusión.
Yo reconocí que sí, aunque agregué que durante mi carrera en Argentina la cosa era más fácil, porque el profesor de cada materia ya elegía el conocimiento que le parecía más correcto, y ese era el único que se transmitía a los alumnos, como verdad.
Hace unos 15 años hicimos un experimento dictando una materia por ABP, aprendizaje basado en problemas, en el cual los alumnos deben revisar la bibliografía sobre un tema en particular. Los alumnos se quejaron, la salud tiene múltiples definiciones, ¿Cómo iban a estudiar todas y discutir cuál podría ser más valida? ¿No era más fácil que el profesor eligiera cuál era la mejor, y la indicara?, ellos la memorizaban y chau picho.
Además ellos se ganarían la vida en el futuro atendiendo partos, o chicos resfriados, ¿Eso era lo que querían aprender, y no discusiones científicas sobre que es la salud, si se mide con tasa de mortalidad infantil, o con la cantidad de hospitales construidos?, tema que solo interesa a los partidos políticos cuando hay elecciones, o en todo caso a la OMS.
Al año siguiente dicté la materia del año siguiente a estos mismos alumnos, en la forma convencional, mediante clases magistrales, y los alumnos la recibieron con mucha satisfacción, solo era cuestión de tomar apuntes y memorizar, como en todas las demás. Una vez que tuvieran el título harían una residencia donde aprendería los aspectos prácticos de la medicina, que es con lo que se ganarían la vida, no con conocimientos de las mitocondrias o ribosomas, o qué es la salud.
Estudios hechos en Estados Unidos han mostrado que la mayoría de los profesionales a los que se presentan dos investigaciones contrapuestas sobre el mismo tema, se revelan incapaces de determinar cuál es la de mayor validez, y supongo aquí es lo mismo, donde el profesional en vez de leer las revistas científicas sobre su especialidad, prefiere los cursos de posgrado, donde se repite el esquema con que estudió, un profesor elige de todo lo que hay en las revistas científicas, lo que le parece más correcto, y lo dicta, aunque esta vez hay que pagar, pues todo estudio de posgrado se cobra en la actualidad.
El Dr. Neri, ministro de salud pública durante gran parte del gobierno del Dr. Alfonsín, escribió el año anterior a ser ministro, y supongo que sin saber que podría serlo, que las carreras de medicina debían seguir pautas gubernamentales sobre políticas de salud, lo que se expresó años después en una resolución del ministerio de educación de la nación, que fija las pautas a las que deben atenerse los programas de las carreras de medicina en Argentina, aunque muy pocos alumnos se manifiestan interesados en aprender a hacer diagnósticos comunitarios, organizar centros de salud, o demás actividades de la medicina social como fija esa resolución, puesto que la mayoría ya sabe que eso rinde muy poco, y ya tienen más o menos decidido a que subespecialidad se dedicarán por ser la que les han dicho que es la que más rinde. En la actualidad la medicina estética les gana por lejos a todas las otras.
Hay sin embargo una especialidad que me sorprende, la cardiología, que saben no es la que más rinde, pero si la más prestigiosa y muchos dicen seguirán, supongo que por el simbolismo que rodea a este órgano, donde reside el amor, la valentía, etc., de allí los grabados en todas partes donde el que Juan ama a María, o a Pedro están dentro de un corazón, y por eso se dice corajudo al valiente.
Otra cosa que me sorprendió que es en las elecciones estudiantiles en Buenos Aires los de ciencias sociales no votaron ni a la UCR, ni a partidos de izquierda, sino a partidos afines al gobierno nacional, aunque el epistemólogo Mario Bunge dice que estas facultades no debieran llamarse así, sino de ideologías sociales, y el actual ministro de ciencia dijo al asumir que cuando leía trabajos de investigación en ciencias sociales, no tenía muy en claro, si leía ciencia o poesía.
En una reunión hará unos 20 años para discutir la mortalidad infantil del Chaco se convocó a muchos profesores universitarios, entre ellos el Dr. Besil, de la facultad de ciencias económicas de la UNNE, quien permaneció silencioso durante toda la reunión, aunque todos decían que al fin y al cabo la mortalidad infantil era una cuestión de pobreza, y por tanto de economía. Al final y requerida su opinión dijo que no había hablado porque todos tenían razón, ya que la economía es cuestión de opinión, y no de ciencia alguna, pese a que las facultades se llaman de ciencias económicas.
Desde entonces cada vez que pesco a un economista le pregunto sobre esa respuesta del Dr. Besil, con respuesta variada, y como vemos por TV en estos días, hay economistas para todos los gustos, así que dentro de algunas semanas se verá cual es el que tiene más votos, y se aplicará esa opinión.
En la estrategia de Atención Primaria de la OMS es lo mismo, como hay tantas verdades científicas, se debe consultar al paciente y la población, la OMS llama a eso Participación Comunitaria, y me decía un colega que había visitado una sala de partos en Alemania, que está preparada para distintas formas de atenderlo, en mesa horizontal, en cuclillas, colgada de una soga, etc., según las preferencias de la embarazada, y en eso también es diferente Argentina, aquí los partos se atienden en quirófano, cesárea mediante, salvo que no alcance el tiempo, y lo deba atender algún policía.
Las carreras de medicina en Argentina no se llaman de ciencias médicas, sino de medicina simplemente, o de salud, que suena más moderno, aunque dentro no se enseña salud, sino medicina común, la que cura enfermedades.