A dos semanas de la desaparición del pequeño, desde su casa, María Noguera se aferra a la fe y espera que su hijo pueda ser encontrado con vida.
NUEVE DE JULIO, Corrientes (enviado especial).- María Noguera pasa varias horas al día al lado del altar en el que venera a una docena de santos a los que les pide por la aparición con vida de su hijo Loan, al que no ve hace dos semanas y del que no se sabe nada desde que fue a un almuerzo a la casa de su abuela paterna.
Con la mirada perdida, extenuada por la angustia y el dolor de no saber qué le pasó al pequeño de cinco años, primero solo accede a tomarse una foto junto al altar y un cartel verde con letras negras que pide por la aparición de su hijo.
Sin embargo, unos minutos después, comienza a hablar con LA NACION y hace una especie de catarsis en la que, incluso, llega a pedirle al máximo ídolo argentino de la actualidad, Lionel Messi, que grabe un video dirigido a los captores de Loan para que lo regresen con vida.
Ante la pregunta sobre cuál era el santo que más veneraba, María respondió: “De la Virgen y San Expedito. Por eso, traje a San Expedito. Estábamos preparando una fiesta para la Virgen, pero está parada ahora. Era para el 9 de julio, que es la fiesta de la Virgen. Todavía tenemos tiempo, si aparece Loan y se larga todo”.
Luego, lanza una solicitud: “Le decía que los periodistas le hablen a Messi, que es tan popular, para que él pida que le larguen a Loan. Que ya estamos sufriendo mucho, muchos días. No sé dónde está, pero algún lado está. Pero si a él le están teniendo encerrado, pobrecito, va a estar sufriendo. Porque él no suele estar encerrado. A él no le gusta estar encerrado, a él le gusta más estar afuera. Cuando se larga la lluvia, él se siente muy aburrido porque no puede salir afuera. Él va a estar ahí, él no se va a olvidar de sus hermanos, no se va a olvidar de César, de Cristian. Él ya está diciendo, de mamá, papá. Bueno, ojalá que vuelva”.
María se quiebra al hablar de Loan y recuerda: “Él tenía una toallita, una toallita de mano chiquitita. Y con esa dormía y se chupa el dedo. Cuando va a dormir me dice, ‘mami, mi toalla’. O cuando va a estar con el celular, mirando dibujitos y acostado, me pide la toalla y se chupa el dedo. Chupa el dedo. Y voy a seguir diciendo chupa el dedo, no voy a decir chupaba porque lo van a encontrar. A mí me da pena que va a estar sufriendo. Nunca sufrió eso. Él va a estar sufriendo”.
La madre de Loan no desconfía de su pareja, José Peña, quien participó del almuerzo y llevó al pequeño hasta el campo en El Algarrobal. “No desconfío porque él me dijo que nadie le pidió permiso. Él creía que estaba ahí en el patio con las criaturas y demás que estaban jugando. Pensó que él estaba jugando ahí, se escuchaba que estaban jugando. Después se enteró de que no aparecía, lo llamó su hermana [Laudelina]. Él ahí empezó a correr, me dijo y ahí ya me llamaron a mí”.
María también aprovecha la charla para responder a las críticas en su contra: “Eso que dicen que yo le obligué a mi hijo a ir al campo, que yo le vendía a mi hijo, eso es una estupidez. Nadie le obligó a mi hijo para irse. Él quería irse hace rato. Él quería irse, tenía esas ganas de irse al campo. Yo le mandé ese día porque no tenía maestra. Aproveché que no tenía maestra, porque la maestra de él no faltaba ni una sola vez. A él le gustaba ir más a la escuela. Yo le llevo, a la una y media de la tarde y lo iba a buscar a las cuatro y media”.
“No puedo creer hasta ahora por qué le pasó eso a él ese. No sé si ya le estaba por pasar a otro niño, y justo cayó él ese día. No se puede creer hasta ahora. Antes decían que no había lobos, yacarés, ni monos, pero justo que Loan se fue ese día al campo, aparecieron todos los bichos. No me cierra a mí eso. Tampoco me cierra el que asegura que Loan dijo que quería volverse con su papá. ¿Por qué esa persona no le dijo a uno más grande de acompañar a Loan? O que esperaran a todos. Pero los que estaban ahí con Loan tienen que saber, ellos tienen que saber”, reiteró María.
¿Qué les dirías a los detenidos si los tuvieras frente tuyo?, fue la pregunta a la que María contestó: “Que hablen. Ellos tienen que saber. El que le llevó a tomar naranja, no sé por qué motivo le llevó tan lejos, si dentro de la casa tenía naranja y mandarina. No sé por qué motivo se le llevó allí de tan lejos y tampoco le dijo a mi marido. Si vio que el padre está muy encarnizado donde la conversaba de ellos, no sé de qué que estaban conversando, pero le tendría que haber dicho que lo llevaban a Loan, pero nadie le avisó nada, nadie le dijo nada”.
“Por algo salió un auto positivo [a rastros de olor de Loan], así que en el monte no estaba. El primer día le dije al comisario que lo busquen casa por casa. Llegamos a la noche, amanecimos y le digo al jefe que Loan ya no estaba más en el campo. Le pedí que revisara en las casas que hay en el borde del camino y de la ruta. Me dijo que me quedara tranquila, que lo iban a hacer y no lo hicieron”, dijo la madre que Loan, que también habló de sus nuevos abogados: “Muchos me decían que pida por [Fernando]Burlando y le hicimos caso y pedimos”.
La palabra de la abuela
Catalina Peña, abuela del pequeño Loan que desapareció el 13 de junio pasado, rompió el silencio en una extensa charla con LA NACION desde su campo en El Algarrobal, el lugar donde pasó sus últimas horas el niño de cinco años antes de desaparecer.
Por primera vez, la octogenaria mujer replicó junto al enviado especial de LA NACION el recorrido de casi 600 metros que separan su casa del naranjal al que llevaron a Loan y del que nunca volvió.
Bronca, angustia y miedo son algunos de los sentimientos que Catalina tiene a casi dos semanas de que su vida diera un giro y parte de su familia y amigos quedaran en la mira de la Justicia, que los investiga por el presunto delito de captación de menores con fines de trata. Mientras, Loan sigue sin aparecer.
Desde que fue secuestrado, hasta que “se lo llevó el Pomberito”, un duende mítico de la cultura guaraní, la mujer trazó diversas teorías de lo que podría haber pasado la tarde en la que ella organizó un almuerzo para cumplir una promesa que le había hecho a San Antonio luego de perder su pequeño y antiguo celular.
Fuente: La Nación