Lo pidió el Papa al recibir a una delegación del semanario belga "Tertio", que tras 20 años sigue inspirando el comportamiento individual, familiar y social de las personas con sus valores.
Al dar su bienvenida a los colaboradores de la revista semanal cristiana "Tertio" de Bélgica, que peregrinaron a Roma con motivo de la celebración de su vigésimo aniversario, el papa Francisco les deseó una fructífera estancia en la ciudad. También se congratuló con ellos por lo que hacen en el ámbito de la comunicación y agradeció a monseñor Smet y Van Lierde sus palabras de presentación.
Francisco comenzó destacando que en la sociedad, la información es una parte integral de la vida cotidiana, y les dijo que cuando es de calidad, “permite comprender mejor los problemas y desafíos que enfrenta el mundo e inspira el comportamiento individual, familiar y social”.
“En particular, es muy importante la presencia de medios de comunicación cristianos especializados en información de calidad sobre la vida de la Iglesia en el mundo, capaces de contribuir a la formación de las conciencias”, agregó.
Después de destacar que el nombre de esta revista semanal, “Tertio”, hace referencia a la carta apostólica de San Juan Pablo II Tertio millennio adveniente, que había escrito con vistas al Gran Jubileo del Año 2000, para preparar los corazones a acoger a Cristo y su mensaje liberador, el pontífice expresó que esta referencia “no es sólo un llamado a la esperanza”, sino que también tiene por objeto “hacer oír la voz de la Iglesia y la de los intelectuales cristianos en un escenario mediático cada vez más secularizado”, para “enriquecerlo con reflexiones constructivas”.
“Buscando una visión positiva de las personas y los hechos, rechazando los prejuicios, se trata de fomentar una cultura del encuentro a través de la cual es posible conocer la realidad con una mirada confiada”, sostuvo.
Francisco afirmó que “es notable la contribución de los medios de comunicación cristianos al crecimiento de un nuevo estilo de vida en las comunidades cristianas, libre de toda forma de preconcepción y exclusión”.
Asimismo, les recordó lo que él manifestó en el Ángelus dominical del pasado 6 de septiembre: “Los chismes cierran el corazón de la comunidad, cierran la unidad de la Iglesia. El gran chismoso es el diablo, que siempre está diciendo cosas feas de los demás, porque él es el mentiroso que busca desunir a la Iglesia, alejar a los hermanos y no hacer comunidad”.
Haciendo alusión a su Mensaje para la 54ª Jornada de las Comunicaciones Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Obispo de Roma afirmó que “los cristianos comprometidos en este campo están llamados a poner en práctica de manera muy concreta la invitación del Señor a ir al mundo y proclamar el Evangelio”.
“Debido a su alta conciencia profesional, el periodista cristiano está obligado a ofrecer un nuevo testimonio en el mundo de la comunicación sin ocultar la verdad o manipular la información”, recordó, y citó un escrito suyo de principios de este año: “En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”.
El Santo Padre explicó que “el profesional cristiano de la información debe ser, por lo tanto, portador de esperanza y confianza en el futuro. Porque sólo cuando el futuro es aceptado como una realidad positiva y posible, el presente también se vuelve vivible”.
Hacia la conclusión de su discurso, el Papa manifestó su deseo de que estas reflexiones también puedan ayudarnos, especialmente hoy, “a alimentar la esperanza en la situación de pandemia que está atravesando el mundo”.
“Ustedes son sembradores de esta esperanza en un mañana mejor. En el contexto de esta crisis, es importante que los medios de comunicación contribuyan a que las personas no se enfermen de soledad y puedan recibir una palabra de consuelo”, afirmó.
El pontífice renovó su aliento por su compromiso, dando gracias a Dios por su testimonio durante estos veinte años, que han permitido a su revista semanal ganar una buena reputación. Y con las palabras de San Juan Pablo II, del 9 de noviembre de 2002 en su alocución a los participantes en el Congreso nacional italiano de agentes de la cultura y de la comunicación les dijo: “La Iglesia los mira con confianza y esperanza, porque, como protagonistas de los cambios actuales en estos ámbitos, en un horizonte cada vez más globalizado, están llamados a leer e interpretar el tiempo presente y a descubrir los caminos para una comunicación del Evangelio según los lenguajes y la sensibilidad del hombre contemporáneo”.
Por último, y antes de impartirles su Bendición Apostólica, Francisco encomendó su labor, al servicio del encuentro entre el hombre y la sociedad, a la protección de la Santísima Virgen. Y lo hizo con el deseo de que ella vuelva su mirada hacia todos y cada uno de ellos y los ayude a ser fieles discípulos de su Hijo en su profesión.+