En la VIII Jornada Mundial de los Pobres, el Obispo diocesano, monseñor Adolfo Ramón Canecin, recordó que “los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios”. Presidió la celebración eucarística el domingo en la parroquia Nuestra Señora de Itati de Goya. “La oración del pobre no cae en saco roto. Dios está expectante como una mamá o un papá para con su hijo” dijo.
En la homilía, el obispo se refirió al Evangelio proclamado señalando que “La Iglesia Madre ordena los textos para pensar en el fin. La Iglesia se vale de la Palabra de Dios con el género literario apocalíptico que nos ayuda a pensar la realidad, a ver la meta hacia lo cual vamos”.
El lema de este año, tomado del libro de la Sabiduría, es “La oración de los pobres asciende a Dios" y en esa línea, monseñor Canecin destacó “que la oración de todos llega al cielo, pero, en particular la del pobre. La oración del pobre no cae en saco roto. Dios está expectante como una mamá o un papá para con su hijo”.
El obispo señalo que el mensaje del Papa Francisco, para esta jornada, vincula la celebración con el año dedicado a la oración, con vistas al Jubileo de 2025. “El verdadero pobre es el humilde” como afirmaba el santo obispo Agustín: «El pobre no tiene de qué enorgullecerse; el rico tiene contra qué luchar. Escúchame, pues: sé verdadero pobre, sé piadoso, sé humilde» (Sermón 14,3.4)
En esta octava Jornada Mundial animó a “no desentenderse del pobre”, porque, “Jesucristo siendo rico se hizo pobre. Se identificó con cada ser humano, pero de manera particular, con el ´poriahú´ (pobre en guaraní)” y recordó que Jesús dice “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber”.
Remarcó "que los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios".
Instó a llevar adelante iniciativas, que ayuden “ayuden de manera concreta a los pobres”. -