La oposición en la Argentina lanzó su campaña con todo a la espera de pescar en su propia pecera. La derecha “moderada” y la ultra violenta salieron con fuerza a azuzar el odio como una forma de mantener los votos. El espacio de Juntos por el Cambio es el que más tironeado se encuentra por la diestra y por el centro. El clima enrarecido llegó a su clímax en el cierre de la campaña electoral en Corrientes, donde un diputado provincial fue baleado por una persona desconocida.
En algunos países, como España, el nivel de violencia discursiva, que se sostiene con la descalificación verbal, el mensaje discriminador para los sectores minoritarios, o los más vulnerables, lo ha sostenido Vox. Con esa modalidad ha lanzado su compaña la ultraderecha argentina con candidatos como Javier Milei. Un economista de capacidad intelectual en entredicho, que está haciendo pie en el electoral que representa a fuerte de insultos, y bravuconadas.
Ese nivel de representación está socavando el electorado de Juntos por el Cambio. En verdad, se ha apropiado del mensaje que hasta antes de que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta tomara el control de la campaña, desplazando a Patricia Bullrich y al propio Mauricio Macri.
Tal es el nivel de fuga que registra la derecha a mano de los ultras que el ex presidente y su ex ministra de Seguridad, le lanzaron alabanzas a Milei, incluso después de que dijera que el jefe de Gobierno porteño es un “gusano y un arrastrado de mierda”.
Y si bien es cierto que Bullrich dijo que hubiera sacado más votos que María Eugenia Vidal, todos se juntan para cuestionar el desempeño de gobierno. En una catarata espasmódica de diatribas en donde no importa que lo que se diga sea mentira.
La ventaja del gobierno el Frente de Todos es que, en el cierre de la campaña para las elecciones de 2015, Daniel Scioli advirtió que Mauricio Macri estaba mintiendo y si bien no logró que la gente aceptara la observación que hizo el ahora embajador en Brasil, el paso del tiempo y la nefasta gestión de Cambiemos finalmente le dieron la razón.
Bullrich es la principal referente nacional que la oposición provincial tiene para la campaña chaqueña. Ningún otro dirigente nacional pisó esta jurisdicción, aunque las elecciones en el Chaco serán unificadas, y cuando el PRO tiene listas propias que salen por fuera de la que lideran los radicales, Juan Carlos Polini y Roy Nikisch y Aida Ayala.
Esa oposición, ni a nivel nacional ni a nivel provincial se han manifestado por lo ocurrido en la localidad correntina de Tapebicuá. Debe ser el episodio más grave de ocurrido en campaña electoral en la democracia contemporánea, aunque no en la historia política provincial correntina.
Los medios de comunicación no le han dado la trascendencia a este episodio, e incluso se hicieron eco de las “hipótesis” que la Justicia de la provincia vecina, con marcada influencia del gobierno radical que lleva más de 20 años en el poder, en la que incluso se llega a insinuar que el disparo que hirió al diputado Miguel Arias es producto de una interna del Frente de Todos.
La falta de resolución de este caso, más las usinas oficialistas en donde los medios de comunicación se sacrifican arrojándose arriba de la granada, funciona como un aliciente para el modelo de violencia, en lugar de contrarrestarla, sin importar las consecuencias.
La siembra de los vientos está cosechando tempestades. Si no hay frenos, este camino sin retorno no solo lleva al enfrentamiento entre argentinos, sino también a la imposibilidad de llegar a los consensos para las medidas que necesita el país, que hasta ahora se sacaron trabajosamente, incluso con trabas que impuso algún miembro del Poder Judicial incluso la Corte Suprema.