El presidente Alberto Fernández fue duramente criticado expresa y tácitamente por el amplio arco político y público en general, tanto oficialista como opositor. La palabra, en su último mensaje oficial grabado sobre el “relajamiento del sistema sanitario” puede ser comprendida en un análisis desapasionado, porque no habla de personas, sino de sistemas, pero la objetividad es un bien escaso en la Argentina desde hace muchos años.
La respuesta más dura vino justamente de parte de profesionales de salud, incluso de aquellos que están a favor de las restricciones que dispuso el presidente de la Nación para intentar bajar la movilidad y con ello el nivel de contagio de la segunda ola de pandemia que sacude al país.
Tal vez, sea la parte más dolorosa, porque la crítica de los trabajadores del sector sanitario es la más dolorosa. En la ampliación del sistema ideado a inicios del año pasado para enfrentar el ingreso del COVID-19 a la Argentina lo único que prácticamente se mantuvo rígido es la mano de obra. El factor humano. Se crearon hospitales, se agregaron camas, respiradores y se ordenaron medidas como reprogramación de turnos y atenciones.
Pero las bajas vegetativas del sector o el crecimiento no pudieron variar en relación con años anteriores cuando la pandemia no pasaba del guion de alguna película, aunque haya sufrido una fuerte demanda, no en la cantidad de personas que era inelástica, sino en las horas/hombre que fue donde más impactó.
Si las expresiones hubieran sido correctamente interpretadas o mejor dicho correctamente formuladas, se hubiera podido entender que el jefe de Estado estaba pretendiendo indicar que el sistema de salud había retornado a los niveles de atención que antes del ataque del coronavirus, sumado a los casis registrados en 2020 y lo que va del 2021.
Obviamente, el nivel de ocupación de camas de terapia intensiva y de camas hospitalarias en general está alcanzados por pacientes COVID, pero también por pacientes NO COVID, lo que para la Argentina es típico, como por ejemplo traumatizados por accidentes, y/o/u otra clase de patologías que demandan atención e internación.
El análisis es inobjetable, es más concuerda con lo que previamente habían dicho en la ciudad de Buenos Aires empresarios del sector salud, especialmente Claudio Belocopitt, dueño de una prepaga y de un canal de televisión en donde tiene que levantar la voz habitualmente para desmentir a sus propios comunicadores negacionistas, anticuarentena o antivacunas.
Pero de ahí de indicar que hubo “relajamiento” hay un trecho y mucho más largo si hablamos del personal sanitario.
Sorprende la equivocación cuando se trató de un mensaje grabado. Prueba descarnada de que en materia de comunicación el presidente puede no estar muy bien asesorado y que cuestiones de tal nivel de delicadeza no pueden quedar en manos de una sola persona, aunque sea el jefe de Estado.
Alberto Fernández no es Mauricio Macri o Donald Trump, pero ese nivel de yerros es inaceptable hasta para él. De eso se prendió justamente su antecesor y la inefable y ya al bordo de la caricatura, Patricia Bullrich.
Con más chicana oportunista, también el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta cuando salió a bancar al personal de salud, sin recordar que los auxiliares enfermeros en la CABA están fuera de la categoría sanitaria y son personal administrativo.
Pero también de modo tácito cuestionaron al presidente otros gobernadores oficialistas, entre ellos el chaqueño, Jorge Capitanich, que en la mañana de este lunes al anunciar las nuevas medidas de restricción que comienzan a implementarse en la provincia. Lo hizo diferenciándose del presidente y destacando el trabajo del personal de Salud de la provincia y demandó un nuevo esfuerzo “épico” a todo el Chaco, para hacerlo con el corazón y no con la cabeza anticipando que si el nivel de provisión de vacunas se mantiene en junio estarán vacunados todos los habitantes chaqueños con factores de riesgo. “Es necesario extremar los cuidados en los próximos 60 a 75 días para lograr la inmunidad de las personas con factores de riesgo e instó: “Hicimos un esfuerzo extraordinario en los últimos 13 meses; sigamos haciéndolo en los próximos 75 días”, dijo el gobernador, en una comunicación por Zoom con varios intendentes que también se pudo seguir por televisión.
De paso lanzó un mensaje esperanzador el impacto de la vacuna se está notando en la reducción de personas internadas y demandantes de respirador. Dijo que a diferencia del año pasado hoy hay casi el mismo número de casos activos que en el pico de los contagios del año pasado, pero con mejor internación. Lo hizo al destacar las amenazas, oportunidades, fortalezas y debilidades que enfrenta la provincia.
Detrás de eso vino el anuncio concreto que todavía tiene que precisarse en materia educativa, por lo complejo de la intención oficial para interrumpir en la menor medida posible la presencialidad educativa. La ministra de Educación, Daniela Torrente, debería entregar precisiones hoy en conferencia de prensa.
Algo parecido, hizo antes el gobernador bonaerense Axel Kicillof. El un durísimo mensaje contra el jefe porteño, también destacó el esfuerzo de los trabajadores sanitarios, pero fustigó con dureza y detalladamente no solamente las chicanas de Rodríguez Larreta, sino de la oposición completa. Tanto que consideró que sería mejor que el principal opositor sea el propio Mauricio Macri, en quién sería más entendible el mensaje político opositor.
Kicillof tomó la iniciativa en un enfrentamiento que el presidente Alberto Fernández no puede llevar adelante contra un mandatario provincial, como erróneamente se asimila al intendente porteño, pero no se puede olvidar ahora que fue precisamente Rodríguez Larreta el que se empecinó en hacer campaña contra el gobernador de Formosa. Gildo Insfrán, cuando fue víctima del falso informe televisivo con el que quisieron endilgarle el secuestro de bebés originarios o presuntas violaciones a los derechos humanos en el manejo de las personas que debían aislarse en instituciones oficiales para cumplir la cuarentena.
Es innegable además que el clima político se va espesando. Lo confirman las manifestaciones impulsadas por el PRO frente a la Quinta de Olivos. La cuestión se va a definir finalmente en las elecciones, que más tarde o más temprano van a llevarse a cabo, posiblemente unificadas en el Chaco.