El gobierno quiere instalar que arrancó el día 100 de su gestión, el que continúa al día 99 que rompió el mandato en dos partes a partir del inicio de la pandemia que trastocó los planes de gestión del Frente de Todos y que en buena medida terminó desembocando en el resultado de las primarias de septiembre. Sin embargo, la campaña tendrá que apoyarse más que en eso, porque está claro que el votante nacional se desinteresó del manejo de la pandemia y por sobre las restricciones que se aplicaron a partir de marzo de 2020 lo que está reclamando es que le mejoren su situación económica.
Salir a poner dinero en el bolsillo de los argentinos de un día para el otro, no parece ser lo que la gente estaba esperando, por el contrario, si hubiera sido una política implementada desde el primer día de gestión probablemente la situación nacional y el resultado de las elecciones hubiera sido otro, pero de la manera en que se está implementando, parece difícil que vaya a cambiar la voluntad de aquellos que habiendo posibilitado el triunfo de los Fernández en 2019 ahora que le quitaron el respaldo al oficialismo opten nuevamente por volver sobre sus pasos.
El 17 de Octubre el peronismo espera concretar una enorme movilización. Pasado ya el impacto más dura de la segunda ola del COVID-19 que azotó a nuestro país, ha entendido el oficialismo que lo que demanda la pulseada política es una señal fuerte y clara de que las bases están con la conducción.
Algo que la baja participación en las primarias también puso en duda. Es el momento de fortalecer al presidente, que quiérase o no, la carta de la vicepresidente Cristina Fernández ha quitado de la centralidad del poder.
En la provincia del Chaco, pasó algo similar con el gobernador Jorge Capitanich, la paradoja es que, si alguien corrió de la centralidad al jefe de estado provincial, fue el mismo que más de una vez con sus idas y vueltas le restó seriedad a su acción de gobierno.
Sólo por tomar un ejemplo, parece claro que Capitanich no tiene idea respecto de qué hacer con los permanentes cortes de calle en el microcentro de Resistencia, aunque ello en sí mismo no sea el mayor de los problemas en la provincia.
Por el contrario, el crecimiento de la pobreza que vuelve a poner el Chaco en ese podio tan negativo es tal vez una cuestión más importante. Pero en este país lo que se discute no son los hechos, no es el fondo de la cuestión, no es la verdad, sino solamente lo que la gente quiere creer o escuchar.
El parroquiano de bar céntrico de la ciudad a primera hora escucha el audio de un periodista porteño de uno de los canales hegemónicos. No importa lo que diga, en el sentido de que no tiene importancia si lo que dice es cierto o es mentira, porque él lo diga es que no admitirá en esos sectores poner en duda ese discurso.
Dar vuelta el pensamiento ese hombre que desayuna en la confitería es imposible. Mucho más cuando el mismo trabajador ya ha comprobado (y olvidado) los efectos sobre su propia realidad de las políticas de los que hoy se muestran como alternativa.
Y aunque pague el café con el aumento que dio el gobierno provincial es inverosímil que eso vaya a revertir la situación. No lo hará. Y no es posible saber si el gobierno espera que lo haga. La movilización que prepara el peronismo para el Día de la Lealtad en verdad lo que revela es que los sectores que en las PASO no fueron a votar vayan ahora y suavicen el resultado de las primarias.
Tomando en cuenta el escrutinio de 2017 aun ganando las elecciones (salvo que sea por un resultado demoledor) Cambiemos no podrá modificar significativamente la composición del Congreso.
Remontar su propio resultado, entonces, es lo que necesita el Frente de Todos. Un buen resultado para el oficialismo es perder las elecciones, pero que en los números las bancas mantengan la actual proporción.
Eso tendrá otro costo, y va a cambiar los planes de gobierno, fundamentalmente trasladará la presión al 2023, y le permitirá al Frente de Todos obtener algún margen de oxígeno. Igualmente, eso está lejos del absurdo pronunciado por el intendente Gustavo Martínez, que hizo repetir a fuerza de pauta en las pantallas de televisión. “Es importante aclarar a la ciudadanía que lo que se resuelve el 14 de noviembre es una elección legislativa, donde se eligen diputados provinciales, pero que luego de esa fecha el gobernador y el intendente seguirán siendo los mismos”, y agregó que “es mentira lo que dicen aquellos que puede haber un cambio sustancial, porque los cargos legislativos no pueden resolver problemas de empleo, educación, salud, seguridad o vivienda”, dijo el intendente.
Y hablaba de él en Resistencia y de Capitanich en la provincia. No se trata de un ejercicio de honestidad brutal, aunque tenga más de lo segundo que de lo primero. De lo que se trata es de una subestimación del voto. Del electorado, imperdonable para un político, si no fuera por lo que cuenta, a través del manejo de los medios (como hace el macrismo a nivel nacional), será lo que se diga y no lo que ocurra. La verdad, está relativizada. La “ventaja” del intendente es que en Resistencia el Concejo no se remueve por mitades cada dos años, como sí ocurre con la Legislatura o la Cámara de Diputados de la Nación, de dónde la oposición quiere mover a Sergio Massa, aunque eso no se corresponda con la tradición política.
Martínez parece no haber entendido lo que ocurrió en las PASO, pese a que su suerte en la gestión, sus resultados como administrador están atados a lo que ocurra en estas elecciones. Si Juntos por el Cambio a nivel nacional o Cambia Chaco en la provincia controlan los parlamentos, está claro que se verá en dificultades. Ya las tiene ahora que el oficialismo no puede conseguir quorum para sesionar y aprobar la transferencia de algunos inmuebles provinciales a la órbita de la ciudad.