En la celebración por La Cruz de los Milagros el arzobispo de Corrientes Andrés Stanovnik enfatizó el amor cristiano que habita en el ser correntino. De la celebración cristiana participaron el gobernador de la provincia, Gustavo Valdés junto a su esposa y el intendente de la ciudad capitalina Eduardo Tassano.
Stanovnik afirmó: “Un pueblo que ha arraigado en su memoria el misterio de la cruz y ama a la Virgen, tiene todo para ser un pueblo libre y soberano”, dijo
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Se refirió la pandemia afirmando que “el distanciamiento social, causado por la pandemia, que nos agobia porque no fuimos creados para estar lejos unos de otros, tiene que templar nuestros espíritus para el cuidado de los otros y de sí mismos.”
“Podríamos decir que, a lo largo de los siglos, se fue gestando lentamente el ñaderekó, que distingue hoy al pueblo correntino con una identidad que le es propia. Esa identidad hunde sus raíces en los valores del Evangelio, que fueron predicados desde los inicios de la fundación de nuestra ciudad, y somos nosotros los que hoy tenemos la gracia y la responsabilidad de celebrar esa identidad, de cuidarla y transmitirla a las generaciones venideras.”, sostuvo
Agregó que “el misterio de la cruz, donde se revela que el amor de Dios es más fuerte que el odio, es el único camino que conduce a aun encuentro profundo entre las personas y de éstas con Dios, disuelve todo vestigio de discriminación, y colma los auténticos anhelos de libertad que hay en todo corazón humano. Por ello, un pueblo que ha arraigado en su memoria el misterio de la cruz y ama a la Virgen, tiene todo para ser un pueblo libre y soberano.”
Resaltó también que “el distanciamiento social, causado por la pandemia, que nos agobia porque no fuimos creados para estar lejos unos de otros, tiene que templar nuestros espíritus para el cuidado de los otros y de sí mismos. La capacidad de soportar, que significa llevar la carga juntos, nos puede unir y fortalecer mucho más que en tiempos de la normalidad anterior, si aprovechamos los extraordinarios recursos que nos da la fe en Dios y el amor a los hermanos y hermanas.”
Tuvo un párrafo aparte para remarcar al modelo cristiano de familia: “El valor insustituible de la familia. Ella es el lugar más humano, natural y adecuado para abrazar y cuidar la vida concebida siempre y en cualquier circunstancia. En la familia se aprende a recibir la vida, a cuidarla y a promoverla.”
No obstante: “Sometemos a la familia a un deterioro creciente al privarla de un soporte cada vez más escaso en educar para sostener la estabilidad del binomio humano varón-mujer, abierto a la vida y al amor paciente e inclusivo.”
Resaltó que “Corrientes nació creyente, se desarrolló creyente y no puede dejar de cultivar con todo cuidado el don de la fe, en este caso, la fe cristiana y católica, con sus peculiares peregrinaciones, su intensa y sentida devoción a la Madre de Dios en la tierna advocación de María de Itatí, sus fiestas patronales y sus ollas abiertas y compartidas con todos, porque es fiesta y nadie puede faltar, ni estar solo y sin compartir gratuitamente un plato de comida con otros”
Por eso es que “hoy, pronunciar la palabra correntino es nombrar un largo proceso de encuentros y desencuentros, donde prevaleció, a pesar de todos los contratiempos, la fuerza de la vida y del amor por sobre el odio y la destrucción.”
“En medio de esta pandemia, con la tristeza de nuestros muertos y la preocupación por los contagiados y sus familiares; con la angustia que en muchos provoca la situación económica; con nuestro noble y abnegado personal de salud; junto a todo nuestro pueblo y sus gobernantes; y ante la Santísima Cruz de los Milagros, nos dirigimos suplicantes a nuestra Tierna Madre de Itatí, como lo hicieron en muchas ocasiones las generaciones que nos precedieron, para que interceda ante su Divino Hijo Jesús y nos alcance pronto la gracia de superar esta enfermedad, y nos enseñe a ser más agradecidos, más pacientes, y más fraternos con todos”, alegó el religioso en su homilía.