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La Cruz Gil: “Que esta devoción nos ayude a ser más hermanos” animó el párroco de la Catedral

La Iglesia de Goya peregrina junto a los devotos de la Cruz Gil. Por eso, los sacerdotes acompañan a los fieles en su devoción con celebraciones, confesiones, oración y bendiciones. En la noche del miércoles 8 de enero, celebraron una misa en La Catedral, presidida por el párroco Ariel Giménez y, recordó a los católicos que como “Iglesia tenemos que aprender a recibir a todos, a no juzgar a nadie y acompañarnos entre todos a seguir creciendo en la fe”.

Como todos los años, cada 8 de enero, la Iglesia de Goya acompaña a los devotos y seguidores de la Cruz Gil, recordando a Antonio Gil, una figura relevante de la religiosidad popular en la provincia de Corrientes.

“La Cruz Gil hace referencia a la Cruz de Jesús, por lo cual, culturalmente aquí en Corrientes cuando alguien muere en algún lugar se coloca una cruz recordando a una persona que en ese lugar tuvo su pascua. Nos recuerda que el difunto tenía una fe en Jesús que sabía que él era nuestro salvador” fueron los conceptos que iniciaron la homilía del padre Ariel Gimenez.

El sacerdote hizo un relato histórico de “este gaucho que existió entre 1830 y 1870” aunque reconoció: “no hay documentos oficiales que demuestren su existencia histórica” aclaró que existen “muchos testimonios orales y por la coherencia de esos testimonios es prácticamente indudable su existencia”.

“Antonio Gil está metido en nuestro corazón por muchas circunstancias, primero porque es un correntino, es mercedeño, muy cercano a nosotros. Fue un hombre marginal como la mayoría de los devotos de él. Eso nos hace muy cercanos y próximos culturalmente y, en segundo lugar, porque las luchas de él nos identifican, porque fueron luchas de revelarse a un sistema económico que cada vez llevaba a los marginados a una mayor pobreza. Antonio Gil se revelo contra eso”.

El padre Ariel destacó “Antonio Gil no quiso pelear” con ocasión de la Guerra contra el Paraguay. Se trataba de la gente de las provincias del interior del país que “no quería ir a pelear contra sus hermanos paraguayos”. Tanto fue así, que el General Mitre, desde Buenos Aires, ordena que quien no quiera ir a pelear, sea declarado “traidor a la Patria”. Lo que le significaba ser perseguido y apresado “por ser desertor” y, en los casos, en que no mediaba algún petitorio o alguna influencia, debía ser ajusticiado.

Más adelante destacó en su homilía que “como Iglesia, más aún en este tiempo del Papa Francisco, -aclaró- queremos caminar juntos. Queremos que todos se sientan parte de la familia en la Iglesia” porque “muchos de nosotros, sentimos un cierto prejuicio a estas devociones” sentenció.

“Es importante que caminemos juntos, dialoguemos para que busquemos la unidad y la fraternidad” animo el párroco de La Catedral, que, por primera vez en la historia parroquial, convocó a una misa en esta fecha para recordar la Cruz Gil.

“Queremos hacer este camino donde todos, todos, todos nos sintamos hermanos y la devoción a la Cruz Gil es una honda expresión correntina de nuestra fe popular. Ahí, en la Cruz Gil, la gente va a rezar a su modo, porque, cada uno reza a su modo y no hay una sola forma de oración” remarcó.

El sacerdote puso énfasis en la fe de los correntinos que “está marcada por un modo de vivir” y sostuvo que “la fe que viene desde las misiones franciscanas jesuíticas, hacen que nuestro modo de rezar sea particular. En las reducciones jesuíticas, el modo de rezar era el baile, la fiesta, la alegría y eso quedó calado hondamente en la cultura correntina”.

“Nosotros como Iglesia tenemos que aprender a recibir a todos, a no juzgar a nadie y acompañarnos entre todos a seguir creciendo en la fe” expresó el padre Ariel Gimenez. Esta expresión refleja la actitud de un pastor sensible a las profundas raíces culturales religiosas de nuestra región, fecundadas por la fe cristiana y católica.

“Que esta devoción tan honda nos ayude a ser más hermanos” porque es “un reclamo de justicia social, es un reclamo para nosotros mismos en la Iglesia que no supimos encarnar el Evangelio, no hemos podido llegar a todos y hemos abandonado a muchos en su fe. Hemos abandonado a la gente que vive en las periferias de la ciudad, en los barrios y, esta fe de tantos hermanos nos interpela a nosotros mismos, primero para no prejuzgar y segundo para saber los valores de fe que hay en esta expresión popular religiosa” concluyó.

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