La matanza de más de un millar de israelíes perpetrada por Hamás el 7 de octubre de 2023 , el más terrible exterminio de judíos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ha transformado la dinámica del contumaz conflicto librado desde la proclamación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948. La imparable lógica de la violencia –matar o morir– ha terminado por imponerse sobre otras opciones más llevaderas como la diplomacia, la disuasión o los enfrentamientos con un carácter limitado, hasta llegar a lo que puede considerarse como el momento más peligroso en la sangrienta historia de Oriente Próximo , con implicaciones a escala global.Un año después, la región se encuentra en la antesala de una guerra total entre Israel e Irán . Ante la destrucción de Hizbolá en cuestión de dos semanas, con la eliminación tanto de sus máximos líderes como de centenares sino miles de sus cuadros intermedios, el régimen de Teherán lanzó contra Israel la pasada semana una andanada de 180 misiles balísticos. Nada que ver con el más bien simbólico ataque y contraataque del pasado mes de abril.Más pronto que tarde se espera la respuesta de Israel que podría incluir ataques contra instalaciones petrolíferas, militares o incluso el programa nuclear de Irán . Una escalada más que anticipada con la esperanza de acabar de una vez por todas con la principal amenaza contra la seguridad del Estado judío. Las actuales circunstancias son tanto una ventana de oportunidad como una prueba fehaciente de cómo ha cambiado la forma en que Israel quiere y puede combatir a sus enemigos.Noticia Relacionada estandar Si El posible sucesor de Nasralá permanece fuera de contacto desde el ataque de Israel a su búnker Mikel Ayestaran La Radio del Ejército israelí dijo que con casi toda seguridad Safieddine está muertoEntre las víctimas israelíes del 7 de octubre hay que contar cualquier noción de gradualismo, de intentar parches, de repetir ataques limitados, o buscar soluciones parciales. Y como resultado de esta nueva concepción estratégica de todo o nada, el mapa de operaciones simultáneas de las Fuerzas de Defensa de Israel tiene una envergadura titánica. Se sigue combatiendo en Gaza, se bombardea en Cisjordania, se lucha sobre el terreno en el sur del Líbano, mientras se ataca en Beirut, Siria y Yemen. No es casualidad que toda esta lista de objetivos se corresponda sustancialmente con los diferentes tentáculos alentados y financiados por Irán, aprovechando el cisma religioso que desde el siglo VII enfrenta a suníes y chiitas por la sucesión del profeta Mahoma. Con ayuda de estos «intermediarios», Irán ha intentado durante las tres últimas décadas forjar un nuevo orden regional contra Israel. Pero lo único que ha conseguido es unir a Israel con gran parte de sus vecinos árabes. Esto supone una ruptura radical con décadas de enfrentamientos entre Israel y sus vecinos árabes incapaces de aceptarse mutuamente desde la partición de Palestina. Ahora, tanto israelíes como árabes comparten el interés de acabar con el enemigo común que representa la República Islámica de los persas. No por casualidad, el 7 de octubre truncó la culminación con Arabia Saudí del intento de normalización que representan los acuerdos de Abraham, que hubieran dejado fuera de juego tanto a Irán como a la causa palestina más radical.Campo de refugiados de Al Nusairat EFEAcabar con los palmeros exteriores que Irán ha utilizado para parecer más fuerte de lo que es, representa solamente la mitad del problema. La amenaza iraní es una espada de doble filo forjada a partir del «eje de resistencia» pero que también incluye su programa nuclear. Éste es un riesgo imposible de ignorar para Israel ya que los ayatolás con armas nucleares, además de provocar un estallido de proliferación que nadie quiere, conseguiría blindar con impunidad la desestabilización de Irán al estilo de Corea del Norte . El mismo uranio, con las mismas centrifugadoras, puede ser enriquecido entre un 3 y 5 por ciento para generar energía eléctrica. O puede ser enriquecido por encima del 90 por ciento para construir armas nucleares. El acuerdo negociado por la Administración Obama no significó en ningún caso el desmantelamiento del programa nuclear iraní pero sí impuso controles y limitaciones para alargar el llamado breakout time (el tiempo para producir suficiente material enriquecido que se requiere para construir una sola bomba nuclear). Desde que el presidente Trump renegó del acuerdo, Irán ha seguido enriqueciendo uranio sin restricciones pese a la guerra encubierta librada por Israel. Aunque para construir armas nucleares efectivas se necesita uranio enriquecido, también hace falta capacidad tecnológica para construir esas cargas y plataformas para utilizarlas. Algunas estimaciones hablan de un año para cruzar la meta pero ese calendarios podría verse reducido significativamente si Irán recibe ayuda de sus aliados en el «eje del muy mal»: Rusia y China . Este calendario explica las decisiones tomadas por Israel durante el último año. Los éxitos de las últimas semanas han terminado por alinear a la sociedad israelí, sus fuerzas armadas, sus servicios de inteligencia y al Gobierno del resucitado Netanyahu. Se ha revertido de puertas para dentro el terrible fracaso que supuso el 7 de octubre y el cuestionamiento internacional generado por la guerra en Gaza y sus más de 40.000 víctimas mortales. Las divisiones entre halcones y palomas, religiosos y laicos, derecha e izquierda se han visto superadas por el objetivo compartido de buscar una solución definitiva a su problema de seguridad, incluido un cambio de régimen en Irán. Para esta escalada, Israel cuenta con suficiente autonomía militar. Y sabe que el respaldo de Estados Unidos se mantiene pese a las reiteradas peticiones no escuchadas de moderación y alto el fuego. Lo que no está tan claro es el día después. No hace tanto tiempo, muchos pensaron que al acabar con Sadam Husein todo cambiaría para bien en Oriente Próximo.