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Ahmed, voluntario en el Líbano: «No me fío ni de Hizbolá, ni de Israel, cada uno va intentar sacar lo máximo de la negociación»

Benjamín Netanyahu aplica a Líbano la misma estrategia de Gaza tanto en el campo de batalla como en el diplomático. Tras haber dado su visto bueno a un posible alto el fuego de 21 días para negociar con Hizbolá el fin de las hostilidades en la frontera, dio marcha atrás y dejó en evidencia una vez más a EE.UU., promotor de la iniciativa de desescalada. Las bombas siguieron cayendo un día más sobre el sur y este del Líbano e Israel golpeó de nuevo el sur de Beirut, donde asesinó al responsable de la unidad aérea de Hizbolá, Muhammad Hussein Sarour, otro histórico del grupo que es eliminado, una figura clave en el programa de drones. El Estado judío volvió a poner en evidencia el gran problema interno de seguridad que tiene el Partido de Dios con un nivel de infiltración que llega a su cúpula de mando. Israel no negocia y Hizbolá, sobre el papel, tampoco parece dispuesto a entablar contactos para un alto el fuego porque vincula su actividad en la frontera a la situación en Gaza, donde el proceso negociador está totalmente estancado. Fuentes diplomáticas estadounidenses confirmaron al portal Axios que el primer ministro había aceptado los términos del acuerdo de alto el fuego liderado por EE.UU. y Francia. Netanyahu dio la luz verde a establecer contactos instantes antes de subirse en el avión rumbo a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU. En cuanto los ministros ultranacionalistas del Gobierno, como Itamar Ben Gvir, se enteraron de la noticia amenazaron con dejar el Ejecutivo, exactamente igual que la presión que ejercen en Gaza desde hace once meses. Ben Gvir dijo que no toleraría un paso atrás porque «cuando tienes al enemigo de rodillas, no puedes permitir que se recupere, hay que vencerle de todo». Se suponía que Netanyahu debía hacer pública su voluntad de discutir el acuerdo nada más aterrizar, pero lanzó un mensaje radicalmente distinto. «Nuestra política es clara: seguimos atacando a Hizbolá con todas nuestras fuerzas. No nos detendremos hasta lograr todos nuestros objetivos, el principal de ellos es el regreso seguro de los residentes del norte a sus hogares. Esta es la política», dijo el primer ministro.Noticia Relacionada estandar No «No es una guerra que Israel eligió. No puedes dejar que te tiren 5.000 misiles y no responder» Carlota PérezCiudad fantasmaLas filtraciones sobre el posible alto el fuego apenas tuvieron impacto sobre el terreno. Mientras EE.UU. y Francia decían que el acuerdo era «cuestión de horas», las bombas caían en el este y sur del Líbano y Hizbolá lanzaba decenas de cohetes al norte de Israel. Los hongos de humo negro se elevaban de las aldeas próximas a la carretera que une Beirut con Tiro, un camino desierto que lleva a la ciudad más importante del sur del Líbano, a apenas 20 kilómetros de la frontera donde el enemigo prepara a sus tropas para la invasión terrestre. Pasado Sidón, la ruta está engalanada de banderas amarillas de Hizbolá e imágenes de los líderes del Partido de Dios. Poco después de cruzar el río Litani, la frontera hasta la que Israel exige que la milicia chií retire a sus hombres, un enorme cráter obliga a conducir con cuidado por la carretera secundaria que llega a Tiro. La ciudad está desierta y los comercios cerrados, sólo se ven jóvenes barbudos vestidos de negro patrullando en motos de pequeña cilindrada. El sur se ha vaciado de civiles y «quienes se quedan es porque no tienen dinero para irse. Yo no me fío ni de Hizbolá, ni de Israel, cada uno va intentar sacar lo máximo de la negociación y nosotros estamos en el medio», explica Ahmed, joven voluntario de una ONG que ofrece atención médica a los desplazados. La iglesia católica maronita de la ciudad ha abierto sus puertas a quienes escapan de las bombas y Carol Rizk explica que «hemos acogido a unas 250 personas que han llegado sin nada y aquí encuentran techo, comida y seguridad, la iglesia es un lugar seguro… por ahora». Cristianos y musulmanes unidos por la guerra. Invasión terrestreEl sur se ha vaciado de civiles e Israel sigue adelante con su plan de invasión por tierra para crear una zona de seguridad a lo largo de la frontera que aleje la amenaza de Hizbolá. Ajeno a las conversaciones para una tregua, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, se reunió con el jefe del Ejército, Herzi Halevi, e insistió en la necesidad de «la continua actividad ofensiva del ejército». Tras conocer el asesinato del responsable de drones de Hizbolá en Beirut, Halevi dejó claro que «necesitamos seguir atacando. Hemos estado esperando esta oportunidad durante años (…) Trabajamos constantemente para lograr logros, eliminar a más figuras de alto rango, frustrar la transferencia de armas y destruir la capacidad de fuego» del enemigo. Dentro de esta estrategia se enmarcaron los ataques a puestos fronterizos con Siria, que, según Israel, Hizbolá emplea para abastecerse de armas. Gaza ha desaparecido de las palabras de los responsables israelíes y los cautivos en manos de Hamás parecen algo de un pasado lejano. Israel ha trasladado el foco militar a Líbano y, gracias a su labor de inteligencia, ha logrado asestar golpes a la columna vertebral de una milicia chií a la que considera su principal amenaza, por encima de Hamás.

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