Alemania trata de agilizar la deportación de refugiados sin derecho a residencia

El canciller alemán Olaf Scholz y el líder de la opositora CDU, Friedrich Merz, hablaron ayer durante 70 minutos sobre migración y asilo. Merz expuso tres puntos sobre cómo «la actual afluencia ilegal podría reducirse significativamente» y sugirió que los partidos democráticos de centro acuerden soluciones rápidas «para recuperar la confianza de la gente», tras el efecto en la opinión pública del atentado de Solingen, que amenaza con volcar definitivamente el voto hacia partidos populistas.Según su propuesta, Scholz debería nombrar un único representante del Gobierno en la materia, para evitar las diferencias entre los partidos de la coalición. En segundo lugar, se debería desarrollar un catálogo limitado de leyes «que podamos cambiar rápidamente». Y en un tercer paso, Merz pide un proceso parlamentario por la vía rápida. En la práctica está hablando de una gran coalición. «Queremos resolver esto junto con aquellos sectores de la coalición que tienen buena voluntad», ha dicho, deslizando así la idea de prescindir de los dos socios menores de la \' coalición semáforo \' de Scholz, el Partido Liberal (FDP) y Los Verdes. Y como sugerencia para una represión más dura, Merz mencionó detener las admisiones de refugiados y deportar más rápidamente a los que, según las normas de Dublín, son responsabilidad de otros países de la UE, por los que habían viajado inicialmente. Declarar una emergencia nacional para volver a controlar más estrechamente las fronteras nacionales sin contradecir la legislación de la UE e interrumpir la admisión de personas procedentes de Siria y Afganistán .Scholz no ha reaccionado todavía a estas propuestas, inspiradas en la política de asilo danesa y presentadas como medidas de respuesta al hecho de que Alemania es incapaz de acelerar las deportaciones de los refugiados que no tienen derecho a permanecer en su territorio, debido a un sistema de asilo con tantos agujeros que la legalidad se escurre entre sus engranajes. Aunque Alemania tiene la ley en la mano para deportar a criminales procedentes de Siria y Afganistán, llevarlo a la práctica resulta a menudo imposible. Cada caso debe ser negociado previamente con el régimen de Assad , que junto a las milicias proiraníes y con apoyo de Rusia se enfrenta a unidades kurdas y soldados estadounidenses.Noticia Relacionada reportaje Si Alemania del Este mira con nostalgia al \'hermano mayor ruso\': «Todavía hay síndrome de Estocolmo» Rosalía Sánchez | Corresponsal en BerlínEl Gobierno sirio no está precisamente por la labor de solucionar los problemas migratorios europeos. Y en el caso de Afganistán, las negociaciones han de llevarse a cabo con los talibanes, en un escenario más hostil todavía. Se trata de países en los que Alemania ni siquiera tiene abierta embajada. Y a los problemas que ponen los Estados de origen para aceptar las deportaciones, se suman los que ocasionan los propios individuos. «Algunos se autolesionan en el aeropuerto para que no los trasladen», relata Andreas Roßkopf, portavoz del sindicato de policía (GdP), «otros se comportan de tal manera cuando suben al avión que el capitán del vuelo a menudo tiene que cancelar la repatriación». «En nuestra opinión, tras una repatriación fallida, las personas deberían ser detenidas rápidamente en espera de ser deportadas», sigue Roßkopf, «pero en Alemania no hay suficientes centros de detención para tantos deportados». Sólo en la capital, Berlín , y hasta el 31 de julio, 16.209 deben ser deportadas, según los datos de Interior, frente al dato de deportaciones realizadas, que no supera las 600. «Solo una de cada cuatro deportaciones en Berlín tiene éxito», reconoce Benjamin Jendro, portavoz de GdP en la capital alemana.Un tercio de las 3.043 deportaciones realizadas desde todo el territorio nacional, son los llamados traslados en el marco del Reglamento de Dublín. Esto significa que los afectados son devueltos al país europeo responsable de su procedimiento de asilo porque llegaron allí primero. Entre los casos Dublín, 164 fueron deportados a Bulgaria, a donde el atacante de Solingen evitó ser trasladado.