La cita anual de líderes de todo el mundo en la estación de esquí suiza ha girado en torno al regreso al poder de Donald Trump , observado con una mezcla de fascinación y temor a partes iguales. El magnate neoyorquino ha vuelto a la Casa Blanca dispuesto a transformar la economía y la seguridad global a través de una cascada de órdenes ejecutivas y de amenazas extravagantes, la mayoría de ellas dirigidas a sus aliados. La presidenta de la Comisión Europea ha sugerido que la Unión podría estrechar lazos comerciales y tecnológicos con China para defenderse del Gobierno de Washington, convertido ahora en un agente transgresor y en un riesgo mayúsculo. Pero la combinación de precipitación y candidez geopolítica de von der Leyen es también preocupante: nadie sabe todavía cómo enfocará Trump la relación con China y cuál será la reacción de Pekín. Es muy posible que los llamados halcones del gabinete estadounidense mantengan la rivalidad, incluso aumenten la presión de la Administración Biden con la que hacia frente a la superpotencia emergente. Pero hay margen para distintos acomodos: por ejemplo, Trump podría rebajar los aranceles prometidos en campaña a cambio del apoyo de Pekín para lograr el fin de la guerra de Ucrania y debilitar así la alianza sin límites de las dos dictaduras asiáticas. Del mismo modo, las estrictas prohibiciones de exportación de tecnología digital a China serían objeto de renegociación si Washington puede obtener ventajas comerciales. Es la mentalidad transaccional del magnate neoyorquino, dispuesto a proclamar victoria antes incluso de cerrar un trato.Noticia Relacionada estandar Si Trump altera los lazos con Europa y elogia a Meloni David Alandete El presidente de EE.UU. cambia el protocolo y sus contactos iniciales son con Arabia Saudí y El SalvadorNo obstante, la cuestión que preocupa a Estados Unidos, y debería ser también objeto de reflexión en Bruselas y en las capitales europeas, es cómo aprovechará China la furia y el caos que introduce Trump en las relaciones internacionales. Xi Jinping aún no ha dado señales de si acelerará la proyección global de su país o si iniciará un repliegue táctico y afirmará su esfera de influencia regional. El futuro de Taiwán sigue en el aire. En un G-2 entre Washington y Pekín los europeos tienen poco que decir y mucho que perder.