Por David Eidelman¿Recordáis la crisis de Grecia? Por aquel entonces, la democracia más antigua de Europa fue acusada de lastrar la economía de la UE, lo que llevó a los pesos pesados de la Unión a introducir unas medidas de austeridad draconianas. En esa misma línea, los países del sur de Europa e Irlanda se consideraban poco productivos y tuvieron que hacer lo propio: España, Portugal e Italia tuvieron que recortar el gasto público y subir impuestos. ¿Y os acordáis del acrónimo despectivo \'PIIGS\' (término acuñado con las iniciales en inglés de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, que en inglés significa \'cerdos\' con una \'i\' de más)? El mensaje era claro: sois unos acoplados. Las economías mediocres de estos países y la «holgazanería» de sus habitantes los convirtió en las ovejas negras de la familia comunitaria. Regresemos al futuro: estamos en 2025 y Francia, uno de los supuestos pesos pesados, ahora se ve obligada a apretarse el cinturón para luchar contra el continuo aumento de la deuda y el déficit presupuestario . Al mismo tiempo, España se ha convertido en la locomotora de la economía de la UE. Al país le han llovido elogios de todo el mundo por su excelente desempeño: \'The Economist\' ha adjudicado a España la primera posición en su clasificación experta de las economías de la OCDE .A finales de 2024, el ministro de Economía francés calificó de «sin precedentes» la situación económica del país. Con una deuda de más de 3,2 billones de euros (más del 110 % del PIB de Francia), ya solo los pagos de intereses ascendieron a más de 50.000 millones de euros en 2024 y está previsto que aumenten a 80.000 millones de euros en 2027. La situación financiera actual del país galo está muy lejos de cumplir la normativa presupuestaria de la UE y serán necesarias unas medidas de austeridad extraordinarias para frenar esta tendencia, por no hablar de las que habría que aplicar para invertirla. Todos y cada uno de los franceses sufrirán las consecuencias de los recortes del gasto público y las subidas de impuestos. De esta no se va a librar nadie, ni las familias que dependen de las ayudas del Estado y el gasto público ni las rentas altas, a las que la nueva política va a exprimir al máximo.La crisis política agrava aún más la situación, que ya de por sí es catastrófica: en diciembre de 2024, el Gobierno de Macron no logró sobrevivir al ataque tanto de la derecha como de la izquierda y dejó al país sin nadie al mando en su peor momento. Los adversarios de Macron exigen que se modifiquen las medidas impulsadas por sus aliados centristas para adaptarlas mejor a sus propios programas, creando así un punto muerto mientras la economía se derrumba. La situación de la economía francesa entraña una serie de riesgos para la estabilidad económica de la UE en su conjunto y, si no se toman medidas de inmediato, es posible que esta crisis galopante se extienda a otros países de la zona euro.Pero lo que resulta increíble es que el presidente francés, Emmanuel Macron, parece preocuparse mucho más por la política exterior y su imagen de tipo duro que por salvar la economía del país. También parece haber olvidado que Francia ya no es un imperio colonial: desde la caída del régimen de Bashar al Asad en Siria, Macron ha intentado reforzar la influencia de Francia en Oriente Medio y aumentar su presencia en la región. Sus actos recuerdan a los del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o al presidente ruso, Vladímir Putin, pues ambos se plantearían tomar por la fuerza territorios de otros países en lugar de intentar solucionar los problemas que tienen en casa. Con Putin y Trump al mando, la cuestión es si el mundo necesita otro megalómano en el poder. ¿Hace falta esto en Europa en medio de la crisis energética y con una guerra en curso a la vuelta de la esquina? Dada la crisis política y la recesión progresiva que está experimentando Alemania, la economía más importante de la UE, a Europa le podrían salir muy caras las ambiciones de quien aspira a convertirse en el Trump de Francia.La situación actual pinta mal: a pesar de la crisis total de gobierno, el derecho francés no permite celebrar otras elecciones parlamentarias hasta dentro de un año. Esto significa que, en el peor de los casos, no se tomarán medidas urgentes para salvar la economía hasta finales del verano de 2025. No es de extrañar que cada vez más franceses pidan la dimisión de Emmanuel Macron, aunque esto parezca poco probable. Uno de los libros de una serie de novelas históricas del famoso escritor francés Maurice Druon sobre la monarquía francesa durante el siglo XIV se titula Quand un Roi perd la France, cuya traducción es De cómo un rey perdió Francia. Es un libro muy interesante sobre un soberano que pone sus intereses por encima de los de su país. No vendría mal una relectura de la obra.Por otro lado, aunque las medidas necesarias para salvar la economía francesa se tomaran ahora mismo, algunos expertos se muestran escépticos ante su eficacia. Estas medidas no afectarán al presupuesto militar, que se ha incrementado hasta los 50.500 millones de euros en 2025. El presidente Macron aumentó drásticamente el gasto en Defensa en 2022 tras la invasión rusa de Ucrania. ¿Con razón? Probablemente sí. Sin embargo, no se sabe con certeza si alguna parte de ese dinero acabará destinándose a Ucrania, que, hablando claro, es la última línea de defensa de Europa ante la agresión de Rusia.