Llevar una kipá ya no es seguro en la capital de Estados Unidos . Ha regresado la amargura de viejos recuerdos que quedaron grabados en la memoria colectiva de un pueblo históricamente perseguido . El 10 de julio, pasadas las ocho de la mañana, Ariel Golfeyz, de 31 años, se dirigía al trabajo atravesando un pequeño jardín al oeste de la Casa Blanca, en el campus universitario de George Washington, cuando un hombre se le acercó y, sin mediar palabra, le propinó seis puñetazos en el rostro.Según el atestado policial, el atacante, Walter James, un hombre de 38 años originario de Texas, le gritó: «No sois los verdaderos judíos, sois unos asesinos, matáis a la gente en Gaza y aquí en América». Entre insultos antisemitas, fue detenido por la Policía, acusado de un delito de odio con agresión.Golfeyz sufrió múltiples hematomas en el rostro y una inflamación en la mandíbula. Dijo que ya no se siente seguro caminando con su kipá o cualquier otro símbolo religioso judío por las calles de Washington. «Me siento muy vulnerable», expresó Golfeyz, quien ha llevado la kipá toda su vida como parte de su identidad religiosa y cultural . Pero ya no lo hace más. Este ataque, lejos de ser un incidente aislado, refleja el creciente clima de odio antisemita que ha cobrado fuerza en Estados Unidos, exacerbado por la guerra en Gaza.Noticia Relacionada Escuelas reportaje Si El odio de Hamás se siembra en clase: «En matemáticas se suman y restan mártires» Beatriz L. Echazarreta La Autoridad Palestina, encargada de los contenidos curriculares y con el dinero de la ONU, ha inculcado el antisemitismo a muchos de los jóvenes que participaron en los atentados del 7 de octubreNuevas alasLa respuesta de Israel al ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre, con 1.200 civiles muertos, ha dado nuevas alas al antisemitismo en América, algo que había dejado de ser un problema aparente tras décadas de mitos, recelos y libelos. Los 43.000 muertos en la respuesta en Gaza son la razón esgrimida para penalizar a aquellos a los que se percibe como simpatizantes de Israel.En 2023, los incidentes antisemitas en Estados Unidos alcanzaron un récord histórico, según la Liga Antidifamación, con un aumento del 140% respecto a 2022. Se registraron 8.873 incidentes , incluidos casos de acoso, vandalismo y agresiones. La mayoría (6.535) fueron de acoso, 2.177 de vandalismo y 161 agresiones. El conflicto desatado por Hamás provocó un aumento notable, con 5.204 incidentes ocurridos desde el 7 de octubre.Jonathan Greenblatt, director ejecutivo de la Liga Antidifamación, describe la ola de antisemitismo como «una emergencia nacional» y ha pedido una respuesta inmediata por parte de los gobernadores en todo el país.«Los estadounidenses judíos están siendo atacados por lo que son, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en las sinagogas e incluso en sus hogares», dijo Greenblatt en un comunicado. «Esta crisis exige una acción inmediata de todos los sectores de la sociedad y de cada estado de la unión. Necesitamos que cada gobernador desarrolle y ponga en marcha una estrategia integral para combatir el antisemitismo , tal como la Administración federal ha hecho a nivel nacional», añadió.El riesgo es aún mayor dada la permisividad que hay en este país con las armas. Aún recuerda la comunidad judía estadounidense la horrenda masacre de 2018. Ocurrió el 27 de octubre de aquel año en la sinagoga Árbol de la Vida de Pittsburgh, en Pensilvania. Un hombre armado ingresó en el templo durante los servicios religiosos y disparó contra los asistentes, matando a once personas. Fue el ataque más mortal contra la comunidad judía en toda la historia de Estados Unidos y fue motivado por el antisemitismo del asesino.«Los estadounidenses judíos están siendo atacados por lo que son, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en las sinagogas e incluso en sus hogares», denuncian desde la Liga AntidifamaciónTras semejante ataque, muchos judíos pensaron que la nación despertaría ante el veneno del odio antisemita, pero el conflicto en Israel y Gaza ha empeorado la situación, según las encuestas. La última, publicada por Gallup en julio, revela que el 81% de los estadounidenses considera que el antisemitismo es un problema grave , en comparación con el 57% en 2003. El 46% de los judíos estadounidenses reportó haber sufrido algún tipo de acoso o agresión en el último año. El 60% de los judíos estadounidenses dijo que ha sentido temor a compartir su identidad religiosa por miedo. Son cifras que hace apenas una década eran inconcebibles.InsultosJóvenes como Sabrina Sofer, estudiante en la misma universidad de George Washington, han tenido que escuchar que se les acuse de «racistas», «colonizadores» y «extremistas», solo por ser judíos y decir públicamente que creen que su pueblo tiene derecho a un hogar en la región histórica de Palestina, una propuesta que cobró fuerza tras el exterminio masivo de seis millones de personas en Europa a manos de los nazis ante la pasividad continental.Según dice, antes incluso de los ataques del 7 de octubre, se enfrentó a un antisemitismo flagrante en el campus, incluyendo la profanación de un rollo de la Torá, un manuscrito que contiene los cinco primeros libros de la Biblia hebrea. «Me encontré con manifestaciones que pedían una intifada y semanas para denunciar el apartheid israelí . A los judíos nos aislaron en clases y seminarios», se lamenta. Sofer se ha organizado y se ha mantenido activa en organizaciones judías de su universidad, pero no todos los estudiantes encuentran esa fuerza.No es fácil. En esa misma universidad, George Washington, a pocos pasos de la Casa Blanca, se suceden las protestas. Ha habido manifestaciones clamando por la erradicación del Estado de Israel ante la escuela de Relaciones Internacionales. A la embajadora de EE.UU. en la ONU le interrumpieron un seminario al grito de «marioneta imperial sionista». Sobre un edificio se proyectó el lema «desde el río hasta el mar, Palestina será libre», que significa la desaparición del Estado judío.A la embajadora de EE.UU. en la ONU le interrumpieron un seminario al grito de «marioneta imperial sionista»Una profesora de psicología, Lara Sheehi, identificaba a los estudiantes israelíes y les daba a entender que no los consideraba responsables directamente de las atrocidades de su pueblo . A un alumno le dijo que calificar los ataques palestinos de terroristas es «islamofobia». Cuando las autoridades federales comenzaron a investigarla, dejó EE.UU. y ahora enseña en Qatar.Su caso no es único. Washington está repleto de pintadas acusando a Israel de genocida y a Joe Biden de encubridor, obra de una nueva generación de activistas estadounidenses que no tiene tan presentes las viejas tribulaciones del pueblo judío.