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Internacionales

El atentado antisemita de Berlín tensa las elecciones en Alemania

Otro ataque con cuchillo . Otro refugiado acogido en el país que respondía a la hospitalidad de Alemania con odio y violencia. Esta vez, la víctima era un español, vizcaíno de 33 años llamado Iker, que había entrado como turista y que el viernes visitaba el Monumento al Holocausto de Berlín. Se recupera de varias heridas grades de arma blanca en el cuello, pero su vida no corre peligro. Y, esta vez, el atacante era un refugiado sirio de 19 años, Wassim al M., que quería «matar judíos», según su primera comparecencia ante el juzgado, este sábado.No pasa una semana sin que los alemanes se sobresalten con hechos similares a estos, que hacen el caldo gordo a la extrema derecha. Pocas horas después, tras el arresto de un checheno con ciudadanía rusa de 18 años y con planes para atentar contra la Embajada de Israel, la policía encontró un artefacto explosivo en su domicilio en Potsdam, que compartía con un sirio perteneciente al mismo grupo islamista.«Recuerdo el espíritu de 2015, recuerdo cómo Alemania abrió los brazos a todos esos sirios que huían de la guerra. Mi hermana acogió a dos sirios en su casa. Y una vecina trabajó como voluntaria enseñando alemán en un albergue… y no logro entender qué ha pasado por el camino para que ellos nos hagan esto ahora», trataba de explicarse este sábado los últimos titulares Anne, administrativa que se hacinaba junto a cientos de pasajeros esperando trenes retrasados por la enésima huelga de transporte público en la estación central de Berlín.Noticia Relacionada elecciones en Alemania estandar Si Los jóvenes alemanes, menos verdes, más ultras Rosalía Sánchez | Corresponsal en BerlínEn los andenes, equipos de policías armados y con chalecos antibalas. No estaban allí por el ataque con cuchillo, ocurrido a solo unos cientos de metros del Hauptbahnhof, sino por las manifestaciones de neonazis convocadas a pocas calles. Los grupos de extrema derecha de la capital alemana llevan semanas en ebullición, convocando y desconvocando a través de las redes sociales manifestaciones y jaleando el resultado electoral que se espera para el partido Alternativa para Alemania (AfD) .Finalmente, la convocada por el expolítico local de AfD en Aquisgrán, Ferhat Sentürk, «contra el extremismo de izquierda y la violencia por motivos políticos», arrancó este sábado de la estación de S-Bahn de Friedrichstrasse y se encontró poco después con grupos de extrema izquierda dispuestos a cortarle el paso. La policía antidisturbios hubo de interponerse a la fuerza entre unos y otros para evitar la batalla campal. Hubo gritos y escaramuzas. La policía llegó a disolver con gases lacrimógenos a encapuchados de uno y otro bando.El joven sirio detenido por apuñalar al turista español en Berlín quería «matar judíos»Las imágenes de la disolución de la marcha, servidas por la radiotelevisión local RBB, amenizaban la espera de los pasajeros amontonados en la estación central desde las pantallas gigantes. «Es un síntoma de enfermedad de la democracia. Una democracia celebra elecciones federales con tranquilidad. Esto que estamos viviendo es una anomalía», comentaba, junto a la administrativa Anne, un jubilado. «A esta democracia le está fallando el motor, que es la cultura política y la historia», diagnosticaba. «El centro conservador está perdiendo su identidad por el revulsivo de la extrema derecha», juzgaba por su parte el politólogo Karl-Rudolf Korte. «AfD ha logrado entrar en la cultura cotidiana, normalizarse», destacaba como novedad de estas elecciones», pero el auge de los extremos depende del comportamiento del centro: el problema no es que haya intereses diferentes, sino que ya no haya un mecanismo de regulación de conflictos que funcione».Las manifestaciones se propagaban este sábado por todo el territorio alemán. No eran tan multitudinarias como las que hemos visto en las pasadas semanas contra la extrema derecha, pero sí más enconadas. Incluso en Suiza, manifestantes a favor y en contra se enfrentaban en Einsiedeln, la ciudad en la que reside Alice Weidel con su mujer y sus dos hijos.Y en Austria, el presidente Van der Bellen anunciaba un acuerdo de coalición entre conservadores del ÖVP, socialdemócratas del SPÖ y Neos, armado a toda prisa para evitar el gobierno de la extrema derecha del FPÖ. Porque en Centroeuropa se está viviendo el ascenso de la extrema derecha en Alemania como un acontecimiento que irremediablemente dará forma a la política del continente.En las últimas encuestas antes de abrirse las urnas, AfD arañaba todavía un poco más, hasta el 22%. En un acto solo para militantes, en Berlín, Weidel cerraba la campaña prometiendo dos años de servicio militar obligatorio y celebrando que su ascenso es imparable, porque forma parte de un «movimiento de amplio espectro, está sucediendo también en muchos otros países». En la sede de AfD se espera este domingo a Arturo Buxadé, por lo visto dispuesto a rentabilizar para Vox la victoria de Weidel.En la «Palabra del Obispo», el programa de la televisión local en el que cada sábado hay espacio para la pastoral, el obispo de Berlín, Heiner Koch, llamaba a votar y recordaba lo ya estipulado por la Conferencia Episcopal Alemana desde la asamblea de primavera del año pasado: que el voto a AfD no es un voto cristiano. «Asuman la responsabilidad de la convivencia democrática. A partir del martes, será cuestión de negociar compromisos, formar coaliciones y encontrar mayorías», decía.Los grandes partidos de centro son de la misma opinión. El SPD está designando ya sus cuadros para la negociación y Merz adelantaba, en uno de los últimos eventos de campaña de la CDU , en el Löwenbräukeller de Múnich, que en esa negociación «no habrá economía ni clima sobre la mesa y tampoco será negociable la vuelta de un clásico ministro federal de Economía». El actual, el verde Robert Habeck, ha quemado en solo una legislatura toda la expectativa política que el clima había logrado suscitar en los últimos ocho años y es, seguramente, la principal víctima de esta campaña electoral.«Tenemos muy claro lo que hay que hacer para levantar la economía alemana», aseguran fuentes de la Casa Konrad Adenauer (sede de la CDU), «pero en política internacional entramos con Trump en territorio inexplorado».

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