Una valla de seguridad ha sido erigida alrededor de la Casa Blanca. Otra protege la residencia oficial de la vicepresidenta Kamala Harris en Washington. Muchos negocios del centro de la capital han tapiado sus ventanales con tablones de madera, anticipándose a posibles disturbios tras las elecciones presidenciales que se celebran este martes en Estados Unidos. El riesgo de violencia política es más alto que nunca, tras el saqueo del Capitolio de 2021, las protestas contra los dos candidatos por el elevado número de muertos en Gaza y los dos intentos de asesinato de Donald Trump en esta campaña.Y eso es sólo en la capital, centro habitual de protestas. En varios estados, sobre todo en los más disputados, como Arizona o Georgia, los trabajadores y voluntarios en los colegios electorales han recibido cursillos de actuación en caso de ataque, con armas de fuego o no. Muchas escuelas, gimnasios y otros centros de votación han sido reforzados con cristal a prueba de balas. La policía en cientos de condados va a observar los puntos de votación con drones y refuerzo de agentes.Estas medidas de seguridad para unas elecciones hubieran sido impensables hace apenas unos años, pero las denuncias de fraude de Trump y la movilización de sus seguidores el 6 de enero de 2021, durante una fallida insurrección, han llevado a la policía y la fiscalía en los 50 estados a aumentar las medidas de seguridad de forma preventiva. El candidato republicano ya ha avanzado en varios mítines, sobre todo en Pensilvania, que cree que está habiendo fraude para robarle las elecciones.« Están luchando muy duro para robarse esta maldita elección », dijo Trump, visiblemente frustrado, en la localidad de Lititz, Pensilvania, el domingo. «Es una maldita vergüenza, y soy el único que habla de ello porque todos tienen miedo de hablar de ello, y luego te acusan de ser un teórico de la conspiración… Los que deberían estar encerrados son los que hacen trampa en estas horribles elecciones por las que pasamos en nuestro país», añadió el expresidente.Noticia Relacionada estandar Si Un abismo separa a las dos Américas que votan David Alandete | corresponsal en washington Desde los años de Obama, el Partido Demócrata se ha convertido en el de las élites a las que les preocupa más la política identitaria, mientras Trump se ha reinventado como la última esperanza de una generación olvidadaEl riesgo insólito de que los partidarios del expresidente vuelvan a descender sobre Washington como sucedió en 2021 cuando trataron de impedir la certificación de los resultados en el Capitolio ha llevado al gobierno local a extremar las medidas de seguridad, sobre todo porque Kamala Harris estará en la capital la noche de la votación, siguiendo los resultados desde la universidad en la que estudió, Howard, a unos tres kilómetros de la Casa Blanca. Aquel 6 de enero de 2021 una turba, algunos con armas, rodeó y saqueó el Capitolio. Trump les había reunido antes ante la Casa Blanca para una manifestación, y él les invitó a marchar «de forma pacífica», una petición que ignoraron. Hubo cinco muertos, una manifestante por arma de fuego y varios policías después por suicidio. Trump, por su parte, ha sido objeto de al menos dos intentos de asesinato en esta campaña. La primera vez, en julio, cuando un joven fue a un mitin suyo en Pensilvania y tras una serie de catastróficos errores del Servicio Secreto pudo dispararle a la cabeza. Por un movimiento del candidato, sólo fue rozado en una oreja. Después, mientras jugaba al golf en Florida otro tipo llegó a acercarse a donde se encontraba con un rifle, que dejó abandonado antes de fugarse y ser detenido.Hasta un plan de IránEl Servicio Secreto ha reforzado la seguridad de todos los candidatos después de esas agresiones. También hay, según la inteligencia de EE.UU., un plan de Irán para matar a Trump , aunque no se ha detectado acción alguna de momento relacionada con él.De forma completamente extraordinaria, los fiscales generales de todos los estados, los 50, demócratas y republicanos, han consensuado un llamamiento a una transferencia pacífica de poder como un elemento esencial para la estabilidad del país. «La violencia no tiene lugar en el proceso democrático; ejerceremos nuestra autoridad para hacer cumplir la ley contra cualquier acto ilegal que lo amenace», aseguran los fiscales generales.Los riesgos no son sólo retóricos. Ya en 2020, en los días del escrutinio de votos, grupos de partidarios del expresidente rodearon centros de votación en varios condados de estados decisivos que ganó Biden, como Georgia o Arizona, y amenazaron a los trabajadores que estaban participando en el recuento. Adrian Fontes, el secretario de Estado de Arizona, que es demócrata, reveló recientemente que usa un chaleco antibalas por las amenazas recibidas. El gobernador del Estado de Washington, Jay Inslee, dijo que unos delincuentes incendiaron una urna con votos. Lo mismo sucedió en Oregon. Varios gobernadores han puesto en alerta la Guardia Nacional, en previsión de tener que movilizarla si hay protestas generalizadas y disturbios. En Washington, la capital, la jefa de policía, Pamela A. Smith dijo en una conferencia de prensa que más de 3.000 agentes de policía trabajarán turnos de 12 horas toda esta semana.Esta campaña también ha estado marcada por el boicot de grupos en defensa de las víctimas del conflicto en Gaza, críticos tanto con Israel como con el respaldo que le ha brindado la Casa Blanca. En un mitin de la candidata demócrata el martes pasado en Washington, cientos de manifestantes rodearon el lugar con megáfonos, increpando a quienes intentaban ingresar.Las apariciones públicas de Biden y Harris han sido interrumpidas por jóvenes indignados por el alto número de muertes civiles en Gaza, quienes también han ocupado espacios en universidades y el Capitolio, enfrentándose en ocasiones a la policía. Estos manifestantes, sin embargo, no han dirigido sus críticas y protestas con la misma frecuencia hacia Trump.Desde el asalto al Capitolio en 2021, se han contabilizado al menos 300 casos de violencia política en Estados Unidos, incluyendo 51 incidentes solo en lo que va de este año, según un detallado recuento de la agencia Reuters. Este incremento representa el auge más importante y sostenido de violencia política en el país desde la década de 1970. El punto de inflexión fue 2016, año de la primera campaña de Trump, quien impregnó su mensaje de metáforas combativas, llegando a afirmar que sus seguidores le serían tan leales que podría «disparar desde la Quinta Avenida» sin perder su apoyo.De momento, Trump es el único que se ha resistido a decir que respetará los resultados de las elecciones sea quien sea el ganador. En un mitin en Pensilvania el domingo dijo, además, que no debería haber abandonado la Casa Blanca en 2020, tras que el Capitolio certificara la victoria de Biden. «Debería haberme quedado, fue un fraude», dijo, en contra de toda evidencia.