«Pasaré el resto de mi vida en la cárcel y moriré aquí. No habrá nadie de quien pueda despedirme. O mientras estoy en la cárcel las personas que conozco morirán y no podré despedirme de ellas. Me perderé las ceremonias de graduación del instituto y la universidad. Se lanzarán birretes con borlas al aire en mi ausencia. Todos los cumpleaños se celebrarán sin mí. No veré nunca a mis nietos. No protagonizaré ninguna anécdota familiar. Estaré ausente en todas las fotos». Este fragmento pertenece a una carta que escribió Alexéi Navalni el 22 de marzo de 2022, tras ser sentenciado a nueve años de prisión en «régimen estricto». Más tarde, en agosto de 2023, llegaría otra condena de 19 años por «extremismo». Ambas se sumaban a una sentencia de tres años y medio por violar los términos de su libertad condicional –estaba hospitalizado en Berlín –, motivo por el que fue detenido el 17 de enero de 2021, cuando regresaba de Alemania. Para Navalni, ese día de enero iba a ser, sin embargo, «el primer día de mi nueva vida», escribió en sus memorias póstumas, \'Patriota\' (Península), publicadas el pasado mes de octubre. Esa nueva vida, que el opositor vislumbraba con cierta esperanza, se desarrolló entre celdas, juicios, torturas –estuvo 300 días en aislamiento–... Y acabaría tres años y un mes después.Noticia Relacionada El proyecto de documental del opositor reportaje No Cómo Navalni dejó al desnudo la vida de emperador de Putin David AlandeteOdio a PutinPero antes de todo eso, Navalni ya conocía el abismo entre la vida y la muerte, de la que regresó en un hospital de Alemania. Allí se recuperó de un envenenamiento por Novichok –el agente preferido por los servicios del FSB rusos, antes KGB– durante una gira por Siberia. El abogado, activista y azote del presidente ruso y su círculo de poder sabía quién estaba detrás de este nuevo ataque, no era la primera vez que querían silenciar a quién denunció, dentro y fuera de Rusia, los abusos y los excesos, la corrupción y la represión de un sistema que llevaba ya dos décadas rigiendo el destino de su país. «Si me preguntan si odio a Vladímir Putin , mi respuesta sería que sí, lo odio, pero no porque haya intentado matarme ni porque haya metido a mi hermano en prisión. Odio a Putin porque le ha robado los últimos veinte años a Rusia», aseveró.Cuando Navalni tomó la decisión de regresar a Moscú conocía los riesgos, y a pesar de ello volvió, y nunca se arrepintió de tal decisión: «Hay 1.001 formas sencillas de que te maten en la cárcel». Así lo manifestó en sus memorias, en las que se entreveran el relato de su envenenamiento, su milagrosa recuperación, su historia familiar, su inclinación por el activismo político y los diarios carcelarios; documentos recopilados por su esposa, Yulia Navalnaya , que dieron lugar a este volumen con el que Navalni, inicialmente reacio a escribirlo, vio una forma de «recordarme».Navalni es detenido durante una protesta en Moscú en 2019 afp Azote de Putin 2007-2009: Lucha contra la corrupción Navalni lanza la red social LiveJournal y el blog Rospil.info para denunciar la corrupción en Rusia. 2011: Crea su fundación Nace la Fundación Anticorrupción (FBK) para rastrear la malversación de fondos en empresas públicas (Gazprom, Rosneft) y la corrupción en grandes grupos rusos. 2012: Persecución legal La justicia rusa acusa tanto a Navalni como a su hermano de malversación; el primero tiene que cumplir condena, al opositor le es suspendida. 2013: Elecciones a la alcaldía de Moscú Se presenta a la alcaldía de Moscú, obteniendo el 27% de los votos. En 2018 intenta ser candidato a la Presidencia, pero no puede por tener una pena de prisión suspendida. 2020: Envenenamiento por Novichok Navalni, envenenado con Novichok en Siberia, es trasladado a un hospital de Berlín. Regresa a Moscú el 17 de enero de 2021 y es detenido en el aeropuerto. Muere en prisión el 16 de febrero de 2024.Hoy se cumple un año de la ausencia del hombre que plantó cara –y posiblemente enfureció– durante más de una década a Vladímir Putin al desvelar a través de su Fundación Anticorrupción (FBK) la corrupción de funcionarios de su gobierno, así como la lujosa vida del presidente –\'El palacio de Putin: historia del mayor soborno\', fue una de sus investigaciones– y su círculo de oligarcas. El 16 de febrero de 2024 las autoridades penitenciarias anunciaban la muerte del opositor ruso, quien, según fuentes oficiales, se habría sentido indispuesto tras un paseo y había perdido el conocimiento en la colonia penitenciaria siberiana conocida como Lobo Polar . No lo volvió a recuperar. Navalni tenía 47 años.Tras aquella muerte –casi anunciada–, las reacciones inmediatas señalaron al Kremlin como responsable: «Putin y todos los que le rodean, sus amigos y el Gobierno, sepan que tendrán que rendir cuentas por lo que hicieron a nuestro país, a mi familia y a mi marido. Ese día llegará pronto», afirmó Navalnaya, en el marco de la Conferencia de Seguridad que se celebraba en ese momento en Múnich, ante un auditorio que la ovacionó mientras la viuda rompía en llanto.«Putin y todos los que le rodean, sus amigos y el Gobierno, sepan que tendrán que rendir cuentas por lo que hicieron a nuestro país, a mi familia y a mi marido. Ese día llegará pronto» Yulia Navalnaya Esposa de Alexéi NavalniIntercambio frustradoUn mes después, Putin, siempre esquivo a nombrar a Navalni, se refirió por primera vez a su muerte, que calificó de «triste suceso». En declaraciones a la prensa, el presidente ruso anunció además que había aceptado que Navalni fuese intercambiado por otros reclusos encarcelados en prisiones occidentales tan solo unos días antes de su muerte: «Estuve de acuerdo con una condición: lo cambiamos y no vuelve, pero así es la vida... Cuando suceden cosas así no se puede hacer nada al respecto, así es la vida», afirmó.Putin confirmaba así lo que había desvelado días antes la periodista de investigación María Pevchikh , presidenta de la FBK: la existencia de un acuerdo, tras más de dos años de negociaciones. «Navalni debería haber sido puesto en libertad en pocos días, ya que nosotros logramos una decisión sobre su canje», aseguró Pevchikh en un vídeo. El opositor ruso iba a ser canjeado por Vadim Krásikov , un agente del FSB condenado a cadena perpetua en Alemania por asesinar en 2019 a un georgiano perseguido por las autoridades rusas en Berlín. Meses después, Krásikov formaría parte de un gran intercambio de presos entre Rusia y Occidente .Un año después, las causas de la muerte de Navalni siguen sin estar claras. Navalnaya tuvo que esperar seis meses a que las autoridades le entregaran el informe de la autopsia, que aseguraba que el opositor había muerto por «una combinación de enfermedad y arritmia», causa que su viuda rechazó. En sus memorias, Navalni no oculta la precariedad de su salud, deteriorada tras el envenenamiento del que fue víctima en 2020 y otros ataques sufridos a lo largo de sus años de activismo, y afectada por la huelga de hambre que siguió en la cárcel como protesta por no recibir atención médica por sus problemas de espalda.Envenenamiento de Navalni Arriba, el opositor ruso con su esposa, Yulia Navalnaya, y sus dos hijos en el hospital de la Charité de Berlín, donde fue ingresado tras el envenenamiento que sufrió en Siberia; debajo, en el avión de regreso a Moscú el 17 de enero de 2012; a la derecha, una joven llora ante la tumba de Navalni, en el cementerio Borísov de Moscú, el 2 de marzo de 2024, un día después de su entierro AFPPero existen versiones que apuntan a otras causas. Según un informe del Comité de Investigación, al que tuvo acceso la publicación independiente \'The Insider\' , la muerte se debió a un nuevo envenenamiento sufrido por Navalni en prisión. «Se estiró en el suelo y empezó a quejarse de un dolor agudo en el abdomen, empezó a tener una eyección refleja del contenido del estómago, tuvo convulsiones y perdió el conocimiento, cosa que fue inmediatamente comunicada al personal médico del centro penitenciario», recoge el primer informe oficial, que después fue reescrito eliminando esos síntomas que, según expertos médicos consultados por \'The Insider\', indicaban envenenamiento.Las sombras sobre la muerte de Navalni permanecen, lo que ha llevado a organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional a reclamar una investigación. «El Kremlin se equivoca al dar por sentado que el recuerdo de Alexéi se desvanecerá y se podrá eludir la investigación exhaustiva de su muerte. Nuestra determinación en favor de la justicia sigue siendo tan firme como siempre. Lo único que puede garantizar que se esclarezca la verdad es una investigación realizada por expertos internacionales imparciales, y el mundo debe insistir en que se haga, sin concesiones».Cita en el cementerioEl 1 de marzo de 2024, desafiando a Putin, miles de personas acudieron al entierro de Navalni en el cementerio de Borísov de Moscú. Un centenar de ellas fueron detenidas. Un año después, la gran pregunta es quiénes de los que acudieron a decirle adiós entonces se acercarán hoy para recordarle. Servirá para pulsar si la lucha de Navalni ha muerto con él, o el miedo a seguirle es mayor. La represión de Putin contra quienes disienten de sus decisiones es extremadamente disuasoria. El grupo ruso de derechos humanos OVD-Info ha registrado 695 detenciones relacionadas con Navalni desde su muerte.Quien no estará en el cementerio será Yulia Navalnaya. La Justicia rusa dictó el pasado mes de julio una orden de busca y captura contra ella por participar en una «organización extremista», la Fundación Anticorrupción, que ahora lidera. Pero sí encabezará hoy una manifestación en Berlín para recordar a su marido. Navalnaya ha tomado el testigo para convertirse en la nueva cara de la disidencia, aunque desde el exilio.Un hombre es detenido tras visitar la tumba de Navalni en Moscú reuters«Quiero que nuestro país sea diferente. Quiero hacerlo por toda la gente que está en contra de este régimen, y quiero hacerlo por nuestros hijos, que quieren vivir en Rusia, y por supuesto quiero hacerlo por la memoria de Alexéi», aseguró en una entrevista a \'The New York Times\'. Preguntada sobre si Navalni seguía inspirando a la gente en Rusia tras su muerte, fue contundente. «Han pasado ocho meses, pero su tumba sigue llena de flores frescas. Vienen todos los días».