Como médico de urgencias y servicio familiar en Bukavu , capital de la provincia de Kivu del Sur en la República Democrática del Congo, Freddy Zihindula atiende cada día a víctimas de la guerra, de la violencia sexual y del más absoluto desamparo. A esta crisis humanitaria se suma ahora la tensión por la cercanía del M-23 , guerrilla apoyada por la vecina Ruanda que recientemente conquistó Goma, capital de Kivu del Norte. Un conflicto que ya ha dejado 3.000 muertos, según la ONU , y que ahora amenaza a Bukavu.Antes de incorporarse a Panzi e irse a Francia a estudiar medicina de urgencias, pasó cuatro años coordinando las clínicas móviles de la Fundación Panzi-RDC (una organización no gubernamental local fundada en 2007 por el doctor Denis Mukwege , premio Nobel de la Paz en 2018). Estas unidades médicas avanzadas viajaban a las zonas más remotas, donde no hay infraestructuras sanitarias y donde reina la violencia, principalmente en las zonas mineras de Kivu del Sur y Kivu del Norte . Mientras sigue las noticias del avance hacia su ciudad del M-23 y suena de fondo la artillería pesada, Freddy atiende a ABC para relatarnos el trágico momento que vive el Congo.Noticia Relacionada estandar Si Voces desde el Congo: «Había cadáveres por encima del muro del aeropuerto de Goma» Gabriel González-Andrío— Por lo que cuenta, Panzi es mucho más que un centro de salud. ¿Cuál es su valor diferencial?— Panzi es un símbolo de resiliencia y justicia para los miles de mujeres y niños destrozados por la guerra repetitiva en el este del Congo. Desde su creación en 1999, más de 70.000 supervivientes de violencia sexual han sido tratadas aquí, la mayoría víctimas de violaciones utilizadas como arma de guerra. Este crimen, documentado por numerosos informes internacionales, sigue perpetrándose, sobre todo con el resurgimiento de conflictos vinculados al M-23, apoyado por el ejército ruandés y otros grupos armados locales y extranjeros. Hoy, mi compromiso como médico en Panzi va más allá de las emergencias: forma parte de una lucha más amplia por la justicia, el reconocimiento de los derechos de las víctimas y el fin de la impunidad. Cada día tratamos cuerpos, pero también almas, con la esperanza de que algún día esta violencia no sea más que un triste recuerdo del pasado.— El M-23 está a las puertas de la ciudad. ¿Cómo se preparan en el hospital para una previsible masiva afluencia de heridos?— Panzi es hoy un refugio para supervivientes de violencia sexual y de género, un centro de excelencia en el tratamiento de estas atrocidades. Con sus 450 camas, de las que al menos 250 están ocupadas por mujeres y niñas que han sido víctimas de violaciones de una brutalidad sin precedentes , estamos en primera línea de lo que la Dr. Mukwege describe como una estrategia de guerra deshumanizadora. Hoy, con la intensificación de los combates, hemos puesto en marcha un plan de contingencia para responder a la emergencia y a la afluencia masiva de heridos. El hospital se ha reconfigurado para recibir y tratar a estos pacientes, que a menudo llegan en estado crítico, con heridas profundas, tanto físicas como psicológicas. Panzi es un bastión de resistencia contra el horror. — ¿Cómo está viviendo la invasión del M-23?— Vivimos con un miedo extremo, una ansiedad permanente que corroe nuestra vida cotidiana. No es un miedo pasajero, es un terror profundamente arraigado, alimentado por más de treinta años de guerra y violencia ininterrumpidas . Una de cada tres familias del este de la R.D. del Congo ya ha perdido a un ser querido, muerto a tiros o desaparecido en el horror de este conflicto interminable. Personalmente, esta guerra me ha perseguido desde que era niño. Recuerdo que tenía 8 años en 1996 cuando huí con mi padre, caminando por carreteras llenas de cadáveres y heridos moribundos, abandonados sin atención ni ayuda. Estas imágenes aún me persiguen hoy. Por eso estoy pensando en buscar un lugar para evacuar a mis dos hijas y a mi mujer, para que mis hijos no tengan que pasar por lo que yo pasé de niño.«De las 450 camas de nuestro hospital, 250 están ocupadas por mujeres y niñas víctimas de violaciones brutales»— ¿Hay corredores humanitarios que permitan la huida? ¿Hacia dónde se marcha la población?— El pánico se intensifica cada día. Bukavu está rodeada, el M-23 se acerca y la población sólo tiene una obsesión: huir mientras haya tiempo. Los puestos fronterizos de Burundi (país vecino aparentemente aliado) se ven desbordados por miles de congoleños que buscan refugio en ese país. El servicio de inmigración está desbordado, los documentos de viaje se han convertido en un bien escaso, su precio se ha disparado, y los que no pueden salir viven con el temor constante.— Ante esta situación, el caos se habrá adueñado de Bukavu…— Así es. Las escuelas y universidades han cerrado, y los niños no saben cuándo podrán volver al colegio. Los bancos han cerrado sus puertas por miedo al caos. Los mercados se vacían, la economía se hunde y la inseguridad crece. Pero, más allá de la angustia, lo que más nos duele es la impunidad. Ya hemos vivido estas tragedias, ya hemos llorado a nuestros muertos, ya hemos denunciado las atrocidades. Y, sin embargo, aquí estamos de nuevo, solos ante el horror, abandonados ante el silencio del mundo.— ¿Ya hay primeras cifras de muertos en Bukavu?— Es difícil establecer una cifra exacta de muertos ya que los rebeldes del M-23 siguen a unos 60 kilómetros de la ciudad. Sin embargo, los enfrentamientos ya se han cobrado varias víctimas civiles, y el miedo aumenta cada día a medida que se acercan los combates. La experiencia de Goma, donde miles de personas perdieron la vida en bombardeos y combates urbanos, persigue ahora a los habitantes de Bukavu. Sabemos lo que nos espera si la guerra llega a nuestra ciudad, y los riesgos son inmensos debido a la alta densidad de población.El doctor Freddy Zihindula atiende a un paciente en el hospital donde trabaja ABC— El arzobispo de Bukavu ha instado a las autoridades a evitar una masacre similar…— Así es. Ha pedido al gobernador y a las fuerzas congoleñas que reflexionen sobre la mejor manera de actuar si el M-23 llega a Bukavu, para evitar un baño de sangre como el de Goma, cuando el ejército congoleño intentó resistir. Hoy, Bukavu vive en la angustia. La cuestión ya no es si llegará la guerra, sino cuándo y cómo seremos capaces de sobrevivir a ella.— ¿Cree que existe alguna causa diferente a la económica en esta guerra?— Como han señalado muchos expertos de la ONU, la principal motivación de este conflicto es económica, vinculada a la explotación ilegal de la riqueza mineral del este de nuestro país. La región es rica en minerales estratégicos como el coltán, el oro , etc., esenciales para la fabricación de teléfonos móviles, baterías de coches y muchas tecnologías modernas.— ¿Y cómo justifica Ruanda su interés en este conflicto?— El papel de Ruanda se justifica oficialmente por la presencia de las FDLR, un grupo rebelde de origen hutu acusado de participar en el genocidio de 1994. Kigali (capital de Ruanda) afirma que su intervención en Congo tiene como objetivo impedir que estos combatientes amenacen su seguridad. Sin embargo, esta justificación ya no se sostiene.— ¿Cree que las Naciones Unidas y la comunidad internacional podrían hacer más?— Sí, sin ninguna duda. La comunidad internacional tiene el poder de poner fin a esta guerra , y la historia nos demuestra que puede desempeñar un papel decisivo cuando decide actuar. En 2009, con el CNDP, un grupo rebelde de mayoría tutsi apoyado por Ruanda, bajo presión internacional Ruanda tuvo que moderar su implicación en el conflicto congoleño.— ¿Es probable que finalmente Ruanda se anexione Goma y Bukavu?— Todo apunta a que Ruanda tiene ambiciones territoriales en el este de Congo desde hace más de 30 años. Las guerras repetidas, la presencia prolongada de grupos armados apoyados por Kigali y el control de facto ejercido por Ruanda entre 1999 y 2003 sobre una gran parte de Kivu dan fe de este deseo. — ¿Cree que Félix Tshisekedi, presidente de República Democrática del Congo, debería hacer algo más o es imposible?— La situación es extremadamente delicada para el presidente Félix Tshisekedi. Se enfrenta a una guerra asimétrica, a un ejército infiltrado y corrupto, y a un enemigo que goza de un apoyo internacional tácito. Una respuesta militar es arriesgada. Los rebeldes del M-23 ocupan actualmente ciudades estratégicas y se acercan peligrosamente a Bukavu. Una contraofensiva militar podría provocar una carnicería comparable a la de Goma, con miles de víctimas civiles. Por ello, Tshisekedi se ve obligado a actuar con prudencia, ya que un ataque precipitado pondría a la población en una situación de riesgo aún mayor. Sin un fuerte apoyo de la comunidad internacional, Tshisekedi está en un callejón sin salida. — ¿Cómo piensan abordar la llegada de cientos de heridos que dejará esta guerra?— Es una pesadilla humanitaria en ciernes, y no estamos preparados ni suficientemente equipados para afrontarla. A esto hay que sumar un gran éxodo de médicos especialistas: la mayoría de los especialistas en traumatología, cirugía y cuidados intensivos ya han huido por miedo a la violencia. Los que quedan tienen que hacer frente a una carga de trabajo abrumadora y a unos recursos limitados. Carecemos de medicamentos y material quirúrgico, indispensables para tratar las heridas de guerra. Hacen falta médicos especialistas en traumatología y cuidados intensivos, ya que se tratarán casos graves (amputaciones, heridas de bala, quemaduras).— ¿Existe el peligro de una catástrofe aún mayor que la de Goma?— Bukavu está aún más densamente poblada que Goma. Si los combates alcanzan la ciudad, el balance humano podría ser catastrófico. Sin una acción rápida para reforzar los hospitales, estaremos reviviendo, si no superando, la tragedia de Goma, donde miles de heridos no pudieron ser atendidos. ¿Qué hay que hacer de inmediato? Un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que envíe equipos médicos, médicos especialistas y financiación para reforzar la capacidad de los hospitales del este. Hay que asegurar los hospitales para evitar que el personal médico se vea obligado a huir. Sin una respuesta inmediata y masiva, Bukavu corre el riesgo de convertirse en un campo de exterminio, no sólo por los combates, sino también por la falta de atención a los heridos que podrían salvarse.— ¿Hay futuro para la R.D. del Congo?— Hoy todo parece sombrío. El futuro del Congo está envuelto en una incertidumbre total, y la esperanza se desvanece día a día. Creíamos que unas elecciones democráticas allanarían por fin el camino hacia la paz y la estabilidad. Pero tras dos ciclos electorales (2006-2018), la situación no ha mejorado, sino que ha empeorado. La guerra, la inestabilidad política, la corrupción y la injerencia extranjera mantienen al país en un estado de caos permanente. Se está produciendo un éxodo silencioso. Cada vez más congoleños desilusionados abandonan el país en busca de seguridad y un futuro mejor.— ¿Cómo está afrontando este conflicto desde un punto de vista profesional y personal?— Como médico, elaboré un plan de contingencia para anticiparme a la llegada masiva de heridos. Un plan para intentar, en la medida de lo posible, salvar a mis compatriotas. Pero seamos sinceros: ¿cómo hay que prepararse para el horror? Cada día, siento que estoy condenado a mojar mis manos en la sangre inocente de mis hermanos y hermanas. Curo, reparo, pero ¿cuánto tiempo más tendremos que coser cuerpos destrozados por una guerra tan injusta como cruel? Ya hemos perdido 6 millones de almas. ¿No es suficiente? Tengo 271 primos, por parte de madre y padre, y soy su médico de cabecera. Pero, ¿cómo puedo protegerlos? ¿Quién de ellos será la próxima víctima? ¿Un niño? ¿Una madre? ¿Un padre? ¿Quién será la próxima persona que vea morir ante mis ojos, entre la vida y la muerte, simplemente por ser congoleño? A quien esté leyendo esta entrevista, ¿cuántas muertes más harán falta para que el mundo abra los ojos?— Desde hace seis años trabaja en el Hospital de Panzi, un bastión de resistencia, un refugio de dignidad en un mar de violencia. ¿Pero, hoy, Panzi está amenazado?— Los rebeldes ya han anunciado sus intenciones: si toman Bukavu, destruirán el hospital. ¿Por qué lo harán? Porque nuestro director médico, el premio Nobel de la Paz Dr. Mukwege, se atreve a denunciar sus abusos. Porque se atreve a decir la verdad sobre el apoyo de Ruanda al M-23. Quieren silenciar Panzi, silenciar la verdad, silenciar a quienes se niegan a doblegarse. Pero incluso bajo amenaza, incluso ante el horror, seguiremos cuidando, dando testimonio, luchando. Porque cada vida que salvamos es un acto de resistencia.