Desde la habitación de un hotel en Barcelona, el historiador israelí Ilan Pappé (Haifa, 1954) atiende a ABC. Problemas de sonido aparte, Pappé aparece sonriente a través del monitor. Viste una camisa de tono azulado y un jersey de aparente color verde oscuro: hay una luz a su espalda que distorsiona los colores. Pappé presenta su último libro, \'Breve historia del conflicto entre Israel y Palestina\' (Capitán Swing). Habla de manera ordenada, solemne, es consciente de que su discurso levanta asperezas.¿Quién es Ilan Pappé?Soy un ciudadano judío que cree en un futuro con un Estado democrático, así que me defino como un judío antisionista que vive actualmente en Inglaterra, pero que también intenta ser parte de la sociedad en su país. Me veo como un ser humano, antes que nada –se ríe–. Y me siento palestino, además de judío e israelí. Lo siento todo junto porque ese es el futuro. Y aunque, por supuesto, biológicamente no soy palestino, ideológicamente me siento parte de la lucha por Palestina y mi visión es la de una Palestina libre donde judíos, musulmanes y cristianos coexistan como antes de 1948.¿Cómo es escribir un libro sobre el conflicto entre Israel y Palestina tan contrario al discurso oficial israelí?No es fácil, pero lo he hecho después de muchos años como historiador. Sería muy difícil escribir este libro para alguien que está empezando su carrera en el oficio. Sin embargo, si tienes 25 libros escritos sobre historia a tus espaldas, tienes la seguridad de que conoces la verdad. Por eso puedes construir narrativas que desafíen las principales afirmaciones del otro bando. Para mí fue una progresión natural de mi trabajo. Hace tiempo que peleo con la narrativa israelí, así que fue relativamente fácil resumir largos años de debate y desafío.Noticia Relacionada estandar Si Israel arrasa con tanques y excavadoras el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania J. I. de la Torre Al menos 40.000 palestinos han sido desplazados y se han visto desprovistos de «agua, alimentos y refugio», denuncia la Cruz Roja¿Cómo fue su salida de Israel?Nací en Israel, pero no tuve que salir del país como tal. Me echaron de la universidad de Haifa, en 2007, y no podía encontrar trabajo en ninguna institución académica israelí. Entonces me fui a trabajar a Inglaterra, pero no he sido expulsado del Estado. Puedo volver y, de hecho, vuelvo con frecuencia. Soy ciudadano israelí, todavía tengo la nacionalidad.¿Hay alguna solución posible para poner fin al conflicto?Sí, totalmente. Soy un gran creyente de la solución de un Estado donde las personas que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo pudieran ser ciudadanos iguales en un régimen democrático. Los judíos que viven en Israel tienen los mismos privilegios que tenía la gente blanca en el \'apartheid\' de Sudáfrica. Esto es inaceptable en el siglo XXI. Esta solución debe incluir una vía que permita a los refugiados palestinos volver a casa si lo desean. El principio de igualdad está ausente en todas las soluciones que han sido planteadas.¿No le parece imposible de alcanzar ahora mismo?No es una solución para el corto plazo, evidentemente. La manera en que lucha Israel es su propia debilidad: llevará al colapso del país a largo plazo. No sé cuánto tardará, pero estoy seguro de que sucederá. Soy historiador: puedo ver los procesos que empiezan y entiendo que los procesos pueden llevar tiempo.De hecho, la agresividad de Israel, ocupando el oeste de Siria o el sur del Líbano, o tras el genocidio de Gaza o la limpieza étnica en Cisjordania, está provocando que pierda cada vez más legitimidad a ojos de mucha gente: se empieza a ver a Israel como un Estado rebelde.El escritor Ilán Pappé en el Institut d\'Estudis Catalans en Barcelona Inés BaucellsEscribe en el libro que Hamás atacó a Israel el 7 de octubre cuando estaba «cerca de una guerra civil» en el país. ¿Va a resurgir?De hecho, ya ha resurgido. El tema gira en torno a la cuestión de los rehenes , que ahora es un pequeño debate, refleja la lucha que se produjo antes del 7 de octubre en el seno de la sociedad judía israelí.La derecha israelí, lo que llamo en el libro \'el Estado de Judea\', que creció en el seno de la sociedad judía de Cisjordania y tiene una visión racista y teocrática de la realidad, está menos interesada en el destino de los rehenes. Está dispuesta a sacrificarlos por lo que cree que todavía se puede hacer, destruir totalmente Gaza y a Hamás.Mientras, hay un Israel más liberal, pluralista, que siente que esta sociedad está en peligro. De hecho hay gente laica que ha abandonado Israel.¿La violencia actual generará más violencia en el futuro?Si se mantiene el statu quo , los palestinos seguirán resistiendo, aunque me temo que veremos más violencia porque se encuentran en situaciones en las que sienten que no tienen nada más que hacer. A veces la gente obra no porque piense que así acabará la opresión, sino porque siente que no hay nada más que pueda hacer. Me temo que el 7 de octubre no será el último, si esto continúa. Es una situación muy trágica y no creo que pueda resolverse sin la interferencia de la comunidad internacional.¿Quién en la comunidad internacional debe cambiar su postura para avanzar hacia una solución del conflicto?Por un lado, la sociedad civil ya está boicoteando a Israel en muchas partes del mundo y mostrando su solidaridad con los palestinos, pero no es suficiente para cambiar la realidad sobre el terreno.Entre los actores que deben adoptar una mayor implicación está Europa porque es responsable de lo que pasó y nunca ha admitido esta responsabilidad, especialmente Alemania, Francia y el Reino Unido.Por otro lado, los países árabes deben desarrollar un papel importante a través de la presión. También espero ver un cambio en la forma en que otros países líderes del mundo musulmán se involucrarían, como Indonesia y Malasia.Sin embargo, no tengo muchas esperanzas de que haya un cambio en Estados Unidos, por eso no lo menciono –sonríe tímidamente–. El mundo está cambiando, EE.UU. ya no es tan poderoso como para que nadie más pueda interferir. Los BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– también pueden desempeñar un papel mucho más positivo.Entonces, ¿debemos hablar de descolonización?Sí, es el término adecuado, pero es muy difícil hablar de ello porque hay gente con poder que utiliza un lenguaje diferente: el de la paz. Desde que comenzó el llamado proceso de paz, especialmente después de 1967, el conflicto se analizó como si fuera un conflicto entre dos movimientos nacionales iguales. Nosotros, un grupo creciente de académicos y activistas que creen que el sionismo es un movimiento colonial de asentamiento e Israel sigue siendo un proyecto colonialista, tratamos de introducir el concepto de descolonización.El objetivo debería ser convencer a los medios de comunicación y a los políticos dominantes, especialmente en Occidente, de que utilicen este término como el correcto. El lenguaje, el diccionario, es muy importante porque luchamos contra una máquina de propaganda: no hablan de limpieza étnica, hablan de transferencias voluntarias.Sobre Trump...Creo que su plan no funcionará. No creo que Egipto y Jordania acepten recibir a cientos de miles de palestinos ni que los palestinos acepten ser parte de este programa. Pero ha hecho mucho daño porque dio una justificación moral a los políticos israelíes de derecha que abogan por la limpieza étnica. Trump dice que quiere terminar con las guerras, pero en realidad está contribuyendo a su continuación .No sólo está hablando de un alto el fuego, sino de permitir que Estados Unidos tome el control de Gaza , para sacar a la gente. Esto no es un plan de paz, es una limpieza étnica. Pero la tregua es lo único bueno que ha hecho Trump, presionando a Netanyahu, algo que Biden no pudo. Cada día de alto el fuego son personas que no mueren, aunque no es muy estable: me temo que no durará durante un largo período. Espero estar equivocado.