La actividad de los agentes rusos en Alemania se ha multiplicado desde el inicio de la invasión de Ucrania y los servicios de contraespionaje han detectado infiltraciones en el Ejército, las universidades e incluso en la Inteligencia alemana. Pero esta es la primera vez que un espía ruso ha accedido a las entrañas del Parlamento alemán.Curiosamente, el diputado a través del que se abrió paso no es en absoluto sospechoso de posiciones prorrusas, sino todo lo contrario. Christian Hirte , becado en su juventud por la Fundación Konrad Adenauer, reconocido abogado de empresas y con una larga y sólida trayectoria en la Unión Cristianodemócrata (CDU), fue durante la última legislatura el responsable en el Bundestag (Parlamento) de los contactos con la oposición rusa. Por su oficina ha pasado el proceso acelerado de asilo y las investigaciones del envenenamiento de Alexei Navalni , así como el programa de protección bajo el que ha sido acogida en Alemania su viuda, Yulia Navalnaya .De todo ello ha podido informar a Moscú Konstantin K. , un agente bajo el paraguas del servicio de inteligencia ruso FSB, sucesor de la KGB. El despacho de Christian Hirte se encuentra situado en el sexto piso de la Paul-Löbe-Haus de Berlín, con vistas al Spreebogen. Consta de varias habitaciones y dispone permanentemente de dos asistentes de investigación a los que se añade de vez en cuando un becario.Noticia Relacionada Acuerdo histórico y rearme en Alemania estandar Si Más nucleares y menos pacifistas, Los Verdes destiñen por pragmatismo Rosalía Sánchez | Corresponsal en Berlín Por «responsabilidad política» y 100.000 millones de euros, renuncian a sus principios fundacionales al apoyar el histórico acuerdo que permite reformar la Constitución para financiar el rearmeTras la invasión de Ucrania, la oficina precisaba nuevo personal que hablase fluidamente ruso y alemán, de manera que Konstantin K. , nacido en 1984, fue contratado a tiempo parcial (\'minijob\'). Ambos habían hablado en Berlín poco después de la invasión de Ucrania, en febrero de 2022. K. se había puesto en contacto con Hirte para contarle que había huido de Rusia. Los dos acordaron reunirse en Berlín y, en ese encuentro, se quejó al diputado de su difícil situación. «Me llevé la impresión de que estaba claramente en oposición al régimen de Putin» y «parecía estar bastante relacionado con esos círculos de opositores rusos en Alemania», se ha excusado Hirte, quien terminó ofreciéndole trabajo en su despacho.Siguiendo los protocolos establecidos, remitió en aquel momento su currículum a una agencia de seguridad alemana, pero aparentemente no saltó ninguna alarma. Según Hirte, la relación contractual comenzó en marzo de 2023 y se le encargó establecer y mantener contacto con miembros de la oposición rusa en el extranjero.Uno de sus primeros trabajos fue localizar y poner en contacto a la oficina de Hirte con exoligarca Mijaíl Jodorkovski , al que se invitó a hacer campaña por los intereses de la oposición rusa en el Bundestag. Además, a Konstantin K. se le ordenó escribir algunos artículos sobre la oposición a Putin y las condiciones actuales en Rusia.Pero, entre los opositores rusos con los que contactaba, comenzaron a circular sospechas, causadas por la información sobre ellos y sus familias que se esforzaba por recabar y por el tipo de relaciones que intentaba establecer. Estas sospechas impulsaron una investigación sobre Konstantin K ., encargada a una agencia de la Inteligencia alemana y cuyo resultado se ha filtrado después al periódico \'Frankfurter Allgemeine Zeitung\'. Dichas pesquisas descubrieron que, efectivamente, el empleado de Hirte estaba en contacto con el FSB, el Servicio Federal de Seguridad , que se ocupa de la contrainteligencia rusa, la seguridad interna y la vigilancia de actividades políticas contra el régimen ruso.Hirte ha explicado que el nivel de seguridad de K. no le daba acceso a información confidencial. «No tenía llave de la oficina, ni acceso digital ni a los datos internos ni del Bundestag», asegura Hirte. Pero, en sus contactos con los opositores rusos refugiados en Alemania, Konstantin K. era quien tenía la información de primera mano que después aportaba a la oficina.Estos opositores rusos con los que contactaba K. se informaron por su cuenta sobre su trayectoria y fueron los primeros en sospechar y mostrar cautela. En su juventud, había ocupado cargos en asociaciones y organizaciones juveniles controladas por el Gobierno ruso. De 2014 a 2016 había trabajado para una «organización no gubernamental» que se ocupaba de las relaciones con Abjasia, clave para Moscú en la permanencia de Georgia en su área de influencia. Cuando la Inteligencia alemana siguió estas pistas y llegó hasta el FSB, pidió a Hirte a «finales de verano/principios de otoño de 2024» que pusiese fin a su contrato sin hacer mucho ruido. Pero, al tratarse de información clasificada, no se sabe si Konstantin K. ha sido detenido o está acusado de espionaje.El caso pone de manifiesto la porosidad de los partidos políticos alemanes, especialmente en los territorios orientales de la antigua RDA, donde el conocimiento del ruso como primera lengua extranjera llevó a muchos a relacionarse de forma natural en el pasado. Hirte, procedente de Turingia, viajó a Moscú varias veces desde principios de siglo para participar en conferencias y había trabajado en la oficina de Moscú de la Fundación Adenauer. Grietas de seguridad como esta demuestran la alargada sombra de Putin , quien precisamente fue un espía de la KGB en la Alemania Oriental.