El recibidor de la casa de Oksana Rotko , de estilo desenfadado y moderno, tiene un detalle que inevitablemente acapara la atención: un gran puzle enmarcado que reproduce la estatua de la \'Madre Patria\', el símbolo nacional que, en tiempos de guerra, cobra un significado aún más profundo. La imponente figura de acero, con la espada y el escudo en alto, encarna la determinación femenina que sostiene no solo las esperanzas, sino también el presente y el futuro de toda una nación. La ausencia de hombres , tanto en el frente de batalla como en el incierto escenario de posguerra, sitúa a las mujeres ucranianas en un papel clave, no solo en la resistencia actual, sino en la reconstrucción de un país que, cuando llegue la paz, será liderado por ellas.«Nos tocará ser el equilibrio emocional para los que vuelvan del frente, para sus hijos, para los que han quedado rotos» Oksana Rotko, 27 años Su marido murió 12 días después de ser enviado a la guerraOksana, con solo 27 años, ya es una de ellas. Licenciada en Periodismo, trabaja como redactora y responsable de relaciones públicas en el Ayuntamiento de Leópolis. Originaria de Ternópil, la guerra marcó su vida, al igual que la de su marido, Olexiy. Siempre comprometidos con la defensa de la libertad de Ucrania, compartían la convicción de que su país debía resistir y luchar por su identidad frente a la amenaza rusa. Para Olexiy, nacido en Crimea, la ocupación rusa no era una amenaza abstracta, sino una herida personal. Por eso, cuando Putin lanzó la invasión a gran escala en febrero de 2022, no dudó ni un segundo en alistarse como voluntario para combatir al invasor.Sin experiencia militar previa, le resultó difícil ingresar al ejército y no fue hasta abril cuando finalmente lo aceptaron. «Recuerdo que lo llamaron para la fase de formación, que duró apenas dos semanas. Después pasó un mes en la reserva y, sin más, lo enviaron directamente al frente de Bajmut, asignado a la Brigada 72. Al duodécimo día murió en combate. No me dio tiempo ni a asimilar que mi marido estaba en el frente cuando ya estaba muerto ».Durante meses, Oksana vivió su duelo en silencio. Ni siquiera lloró en el funeral. Se encerró en el trabajo, evitando enfrentarse a la ausencia de Olexiy, tratando de llenar con tareas cada vacío que la guerra le había dejado. Pero el dolor contenido pesaba demasiado. Con el tiempo, entendió que la única persona con la que querría compartir su pérdida era él, y esa imposibilidad la hizo consciente de una realidad más grande: estaba sola . Sin familia ni amigos con quienes desahogarse, comprendió que debía encontrar otra forma de seguir adelante.«Si las estructuras de poder pierden figuras clave, hay mujeres que las ocupan sin dudar» Melania Podolyak, 29 años Su novio murió en una misión de entrenamientoUn año después, cuando empezó a ir al psicólogo, su visión cambió. Vio con claridad que la guerra no solo se medía en frentes de batalla, sino también en las cicatrices invisibles que deja en los que sobreviven. Y que serían las mujeres quienes tendrían que sostener el país más allá del esfuerzo económico.Guerra de Ucrania estandar No El móvil como prueba de vida: el último mensaje de Kostia a Sasha Álvaro Ybarra Zavala | Enviado especial a Kiev y Leópolis (Ucrania) En la Primera y Segunda Guerra Mundial, la comunicación dependía de las cartas. Hoy, de Telegram, WhatsApp, Signal o Instagram «Nos tocará ser el equilibrio emocional para los que vuelvan del frente, para sus hijos, para los que han quedado rotos. No se trata solo de ganar dinero o reconstruir ciudades. Se trata de reconstruir personas», dice con determinación. Así, lo que comenzó como una forma de huir de su propio dolor, se convirtió en su propósito: «Estar al frente, no solo como periodista, sino asumiendo el papel que la guerra ha impuesto a las mujeres: sostener lo que quede en pie y reconstruir lo que aún se pueda salvar».Una nación que se queda sin hombresMientras los cementerios de Ucrania siguen llenándose de soldados caídos, la guerra deja tras de sí un ejército de viudas. No hay cifras oficiales. Ucrania guarda con celo el dato, pero las estimaciones apuntan a decenas de miles de mujeres que han perdido a sus maridos en el frente. Cada una enfrenta el duelo a su manera. El apoyo que reciben es desigual. Por ley, las viudas de militares tienen derecho a una compensación estatal y, en algunas regiones, pueden acceder a ayudas locales o a los fondos destinados a desplazados internos. Sus hijos, en la mayoría de los casos, también cuentan con algún tipo de asistencia. Pero más allá del dinero, el verdadero desafío es sobrevivir en un país donde la guerra no solo se mide en frentes de batalla, sino en la fractura de miles de hogares y en una nación que se queda, poco a poco, sin hombres.Sofiya Mykhailiuk perdió a su prometido Dmytro. Se ha refugiado en la fe y vive en la certeza de que su amor y su país merecen ser defendidos 25 años Su pareja se alistó a los marines en marzo de 2022«Todo irá bien». La frase de Melania Podolyak , de 29 años, no suena como un consuelo vacío ni como una muestra de ingenuidad. Lo dice con la certeza de quien entiende el momento histórico en el que vive. Mientras la guerra sigue devorando recursos y vidas, ella, como muchas otras mujeres en Ucrania, sabe que el país no se sostiene solo por quienes están en el frente, sino también por quienes han asumido el peso de mantenerlo en pie. Sin grandilocuencia ni discursos de heroísmo, las mujeres han ocupado los espacios que la guerra dejó vacíos, no por una imposición, sino porque es lo que toca hacer.«La mayoría de los lugares en los que trabajo o colaboro están dirigidos principalmente por mujeres y lo hacen bien», explica. Su seguridad no viene de la esperanza, sino de la realidad tangible de un país donde las mujeres han asumido con naturalidad el liderazgo en distintos ámbitos: desde la logística y la política hasta la reconstrucción de comunidades y el apoyo a los combatientes. «Si faltan camioneros, hay cursos para que las mujeres los reemplacen. Si las estructuras de poder pierden figuras clave, hay mujeres que las ocupan sin dudar. No es una cuestión de ideología o de lucha feminista, sino de pura supervivencia . Nadie nos obliga. Podríamos irnos. Tengo colegas que hablan varios idiomas, podrían establecerse en cualquier parte de Europa sin problema. Pero seguimos aquí. Y eso ya lo dice todo».Olexandra Lutsak \'Sasha\' se comunicaba con su pareja por mensajes de móvil. El 16 de julio de 2024, Kostya dejó de responder 22 años Su pareja murió tras ser alcanzado por una bomba aéreaMelaniya Podolyak, y su novio Andrii Pilshchykov, nunca tuvieron tiempo de casarse . Su historia de amor nació en plena guerra, en la primavera de 2023, cuando ella -periodista y gestora de proyectos en medios- lo entrevistó para un programa. Él, más conocido por su indicativo de llamada, Juice, era una de las caras más reconocidas de la Fuerza Aérea de Ucrania. Había defendido Kiev en los primeros días de la invasión y se convirtió en una voz clave en la campaña para que Estados Unidos suministrara aviones F-16 a Ucrania.Al principio, como muchas mujeres en Ucrania, Melaniya dudó en comenzar una relación sentimental con un militar. Sabía lo que significaba estar con alguien cuya vida dependía de misiones de combate. Pero no pudo evitar enamorarse de Andrii: «Era imposible», afirma ella.El 24 de agosto de 2023, iban juntos en coche rumbo a la base de Andrii, a dos horas de Kiev. En el trayecto hablaron de su posible traslado a Estados Unidos para entrenarse en los F-16. También discutieron la idea de casarse, lo que facilitaría que Melaniya pudiera acompañarlo en ese nuevo destino. Al día siguiente, él partió en una misión de entrenamiento. Debía regresar en unas horas. Nunca lo hizo. La guerra le había arrebatado al hombre al que amaba.«Me lo ha quitado todo»La guerra no solo arrebata vidas, también deja un vacío imposible de llenar. A Oksana Dubyk le arrebató su hogar, su esposo y su historia. «Me llamo Oksana. Tengo 57 años y la guerra me lo quitó todo. La casa, el marido y toda la vida, porque en Mariúpol he dejado la historia de mi familia. Todo lo que amaba».Mariúpol era su vida, el lugar donde construyó su hogar junto a Igor, su esposo. Cuando comenzaron los bombardeos, él no dudó en alistarse para defender la ciudad. Ella, atrapada en el asedio, resistía en los refugios mientras intentaba aferrarse a la poca información que le llegaba. No sabía si Igor seguía vivo.Durante semanas, la comunicación fue imposible. El 16 de marzo, un mensaje le devolvió la esperanza: él estaba bien. Cinco días después, ella y su padre emprendieron una huida a pie de 12 kilómetros hasta el primer puesto de control ruso. Escapó, pero Igor se quedó en Mariúpol. Peleó formando parte de la Brigada Azov en la batalla de Azovstal , resistió el asedio, fue herido en combate y capturado por los rusos tras la orden de rendición el 16 de mayo. Pasó meses como prisionero de guerra, trasladado de un campo de tortura a otro, hasta ser intercambiado en diciembre de 2022.«En Mariúpol he dejado la historia de mi familia. La guerra me lo ha quitado todo, la casa, el marido.. Todo lo que amaba» Oksana Dubyk, 57 años Su marido murió abatido en 2023. Luchó en Mariúpol y con la Brigada Azov. Estuvo prisionero y en campos de tortura Devastado física y emocionalmente, pesaba apenas 42 kilos cuando volvió a casa. Podía haberse quedado con su familia, pero el 24 de febrero de 2023, exactamente un año después de haber tomado las armas, regresó al frente. Su destino fue Donetsk, en la línea de Pokrovsk, donde se unió a una unidad de desminado. Sabía que era un billete sin retorno. El 11 de octubre de 2023, mientras guiaba a una brigada a través de un campo minado, las explosiones lo cercaron. Quedaban solo diez pasos hasta la posición rusa cuando los soldados que lo acompañaban volaron por los aires . Igor cayó abatido por disparos enemigos.Oksana no aceptó perderlo en el anonimato del frente. Se negó a dejarlo allí. Compró un coche, se trasladó a una aldea a solo cuatro kilómetros de la línea de combate y presionó a oficiales, comandantes y unidades de inteligencia hasta que le permitieron recuperar el cuerpo de su esposo. Cuatro días después, lo logró. Pero su batalla no terminó ahí. Su lucha se extendió por meses hasta que en septiembre pudo enterrarlo en el cementerio de Lychakiv, en Leópolis. Solo entonces sintió que había cumplido con él. Ahora, sigue adelante sin mirar atrás.Esa misma determinación recorre hoy el país entero y ha sellado un pacto invisible entre los que siguen en pie: no habrá concesiones que insulten la memoria de quienes murieron defendiendo su libertad. Ucrania no aceptará una paz impuesta.Una paz que los deshonreVictoria Trybushna lo dice sin dudar. «Preferiría morir defendiendo una Ucrania libre sin el apoyo de Estados Unidos que aceptar una paz injusta que deshonre a todos los que hemos luchado y perdido por nuestra libertad». Su historia es un reflejo del precio que su país ha pagado por esa convicción. Nació en Jersón, pero en 2017 se trasladó a Leópolis con su familia para que su hijo pudiera estudiar en la universidad. Su esposo, Andrei, no era militar, pero cuando la invasión rusa se volvió total en 2022, intentó cuatro veces alistarse como voluntario. Le dijeron que no, que tenía 50 años, que no tenía la preparación necesaria. No aceptó el \'no\' como respuesta. Cuando se formó la 125ª Brigada de Defensa Territorial de Leópolis, encontró su oportunidad y se unió a ella.Victoria Trybushna no tiene tiempo para el descanso. Su desafío es encontrar un equilibrio entre sostener su negocio, su familia y la reconstrucción de su propia vida en una Ucrania en guerra Un francotirador mató a su marido en 2022; su hijastro sigue en el frente El 7 de febrero de 2023, en la batalla de Bajmut, un francotirador le disparó. Murió al instante. Su hijastro, herido, tuvo que verlo caer sin poder hacer nada. Sin embargo, no hubo dudas. Hoy, con 21 años, sigue en el frente.La guerra ha cambiado para siempre a Ucrania. No solo ha dejado un país roto y miles de vidas truncadas. Ha borrado la idea de que la paz es posible a cualquier precio. En los últimos días, mientras Washington y Moscú mantienen conversaciones secretas sobre el futuro del conflicto, sin la presencia de Kiev, la desconfianza se ha convertido en rabia. En Ucrania, nadie quiere volver a escuchar la palabra «compromiso». No después de tantas tumbas abiertas.Pero si algo ha demostrado Ucrania es que no necesita que nadie crea en ella. «Todo irá bien», dice nuevamente Melaniya Podolyak . No es ingenuidad, es certeza. Lo repite con la seguridad de quien ha visto a su país resistir cuando nadie apostaba por su supervivencia. Lo dice porque sabe que, aunque el apoyo nunca fue total, ellos solos han llegado más lejos de lo que nadie imaginó. Y si ahora se quedan solos, seguirán hasta el final. Porque si algo ha quedado claro en estos tres años de guerra es que los ucranianos solo creen en una cosa: en ellos mismos.