Hunter Biden, hijo del presidente de Estados Unidos, ha sido, desde hace años, la sombra más persistente sobre la Casa Blanca. Una sucesión de escándalos personales y legales ha contribuido al desgaste dramático de la presidencia de Joe Biden . En la historia reciente, ningún familiar directo de un mandatario había protagonizado tantos titulares ni generado divisiones políticas tan profundas. Uno de los lemas recurrentes en las campañas de Donald Trump, en 2020 y 2024, fue una pregunta simple pero eficaz: «¿Dónde está Hunter?». La respuesta resultó ser clara: Hunter Biden estaba siempre al lado de su padre. Nunca aislado, nunca rechazado, y siempre bienvenido en la Casa Blanca, a pesar del enorme equipaje que traía consigo. La última vez que Hunter enfrentó a la justicia fue en junio de 2024, cuando un jurado en Delaware lo declaró culpable de un delito que resultaba inaudito para un miembro de la familia presidencial: la compra ilegal de un arma de fuego. En 2018, en plena adicción al crack, Hunter adquirió un revólver Colt Cobra en una tienda local. Al rellenar el formulario federal necesario para la compra, mintió al declarar que no consumía drogas, una infracción grave de la ley. Su pareja en ese momento, Hallie Biden —viuda de su hermano Beau— encontró el arma en su coche y, asustada, la arrojó a un contenedor de basura cerca de una escuela. La policía intervino, pero el caso quedó archivado hasta que las autoridades federales lo reabrieron en 2023. El caso del arma no fue el único problema judicial de Hunter. En paralelo, se declaró culpable de fraude fiscal en California. Entre 2017 y 2018, dejó de pagar 1.4 millones de dólares en impuestos, a pesar de declarar ingresos millonarios. La mayoría de esos fondos provenían de negocios internacionales, incluyendo consultorías a empresas chinas y su polémico paso por Burisma, una compañía ucraniana de gas. Hunter terminó pagando la deuda con intereses.Dinero turbioBurisma sigue siendo un nombre que pesa sobre la familia Biden. Hunter trabajó para la empresa entre 2014 y 2018, cobrando un salario mensual de 50.000 dólares, incluso cuando su padre aún ocupaba la vicepresidencia. La falta de experiencia de Hunter en el sector energético y el contexto político encendieron las sospechas. Donald Trump, entonces presidente, creyó ver en ese empleo algo turbio y presionó al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, para que investigara el asunto. La llamada entre ambos líderes, filtrada a los medios, desató un terremoto en Washington y llevó al primer impeachment de Trump. El juicio político fracasó en el Senado, y la controversia de Hunter quedó eclipsada por los escándalos aún más hiperbolizados de Trump. Pero en 2020, mientras Joe Biden se presentaba como el candidato demócrata que prometía devolver la «decencia» a la presidencia, la figura de Hunter volvió a primera plana. Ese año apareció un ordenador portátil atribuido a Hunter en un taller de reparaciones en Delaware. Su contenido era explosivo: correos electrónicos, fotografías y vídeos que exponían no solo su consumo de crack y su vida de excesos, sino también posibles conexiones entre sus negocios y su padre, entonces vicepresidente. Más allá del escándalo personal, los correos abrieron preguntas más serias: ¿había vendido Hunter acceso privilegiado a su padre a través de sus negocios en Ucrania y China? La historia fue inicialmente publicada por el New York Post, pero rápidamente suprimida por plataformas digitales como Twitter y Facebook, que la calificaron de desinformación. Con el tiempo, partes del contenido del ordenador fueron verificadas como auténticas, aunque nunca se probaron vínculos directos entre Joe Biden y las transacciones de su hijo.Sistema corruptoSin embargo, el daño estaba hecho. Para los republicanos, el portátil de Hunter se convirtió en la prueba de un sistema corrupto. Para los demócratas, era un lastre constante que empañaba la imagen de un presidente cuyo mayor capital político era su integridad. Lo cierto es que la historia de Hunter Biden trasciende los titulares políticos. Es, en muchos sentidos, una tragedia familiar que refleja años de duelo y adicción. Hunter no solo perdió a su madre y hermana en un accidente de tráfico en 1972, sino que en 2015 vio morir a su hermano Beau de un cáncer cerebral. El peso de esas tragedias lo empujó a una espiral autodestructiva, con años marcados por las drogas y relaciones problemáticas. Hunter Biden sigue siendo una figura polarizadora. Para sus críticos, encarna el nepotismo y la impunidad; para sus defensores, es un hombre perseguido por sus errores y demonios personales. Mientras tanto, el perdón presidencial otorgado por Joe Biden ha sido la prueba final para muchos de que el amor de un padre, en este caso, ha primado sobre la política. Y esa decisión, más allá de cualquier consideración personal, ha dejado una marca indeleble en el legado del 46º presidente de Estados Unidos.