En medio de un mar de incertidumbres, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, se entrevista hoy con el presidente estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca. Ni el escenario internacional ni la política interna le ofrecen tregua a Meloni. La cita con Donald Trump –su primer cara a cara formal después de haberlo encontrado en tres ocasiones– podría convertirse en una oportunidad o en una trampa política para la líder italiana. Horas antes de partir, ha intentado restar dramatismo al viaje, que se observa con gran interés en Italia y en la Unión Europea. «No siento ninguna presión, como podéis imaginar…», ironizó durante la ceremonia de los premios Leonardo ante una audiencia de empresarios preocupados por la amenaza de los aranceles de Trump. Pero lo cierto es que, en palabras de la propia Meloni, «estamos en un momento difícil». Y aunque asegura que «hemos superado obstáculos peores», el viaje tiene todos los ingredientes de una misión de alto riesgo. El encuentro con Trump tiene una doble vertiente: bilateral y relaciones Washington–Bruselas. Giorgia Meloni no tiene un mandato para negociar en nombre de la Unión Europea, pero ha estado en contacto casi a diario con la presidenta de la Comisión Europea, con la que mantiene una excelente relación personal. En Bruselas, mientras tanto, se mira a Roma con atención. Aunque Meloni no viaja en nombre de la UE, sus conversaciones con Ursula von der Leyen dejan entrever un intento de convertir el encuentro bilateral italoamericano en la antesala de una cumbre más amplia entre Trump y Europa, como desea y ha propuesto la primera ministra italiana. Sería una forma de facilitar el reencuentro entre dos mundos que hoy se observan distantes y con desconfianza.Rechazo a la oferta europeaEl contexto no podría ser más espinoso para la líder de Hermanos de Italia. En las últimas horas, Trump rechazó la oferta europea para eliminar los aranceles sobre la industria, incluidos los automóviles, según la agencia Bloomberg. Washington ha sugerido que algunos de los aranceles podrían compensarse con un aumento de la inversión en Estados Unidos y las exportaciones. La hostilidad comercial vuelve a ser un fantasma tangible entre las dos orillas del Atlántico. Italia, con un superávit comercial de más de 73.000 millones de dólares respecto a Estados Unidos, es uno de los países que más escuece al inquilino de la Casa Blanca. Para Trump, ese desequilibrio equivale a una amenaza directa. Para Meloni, un problema que necesita explicar con cuidado y cifras: que gran parte del valor añadido de los productos \'made in Italy\' acaba, en realidad, generando riqueza en territorio estadounidense. «Cuando se exporta un producto italiano, la mayor parte de la riqueza no se produce en Italia, sino allí donde se exporta», dijo literalmente Giorgia Meloni. Siguiendo el deseo de la Casa Blanca de compensar la balanza comercial, la \'premier\' italiana planea mostrarle inversiones altamente estratégicas en Estados Unidos por parte de la multinacional Energética Eni (plantas de fusión magnética fría); del grupo Aponte (al frente de la gestión para devolver el Canal de Panamá del control chino al estadounidense) y de Leonardo, la importante empresa italiana de defensa, seguridad y aeroespacial, que podría ampliar sus proyectos en Estados Unidos.Guerra en UcraniaEl tema ucraniano es, quizá, el más delicado. Trump y su entorno consideran la guerra como un asunto a cerrar lo antes posible, sin grandes matices estratégicos. Para ellos, el apoyo a Ucrania es una rémora del viejo orden heredado del expresidente Joe Biden. Para Meloni, en cambio, el respaldo a Ucrania y al presidente Zelenski ha sido clave para legitimar su liderazgo internacional desde 2022. Su postura pro-Kiev no solo la acercó a Biden y a la Unión Europea, sino que diluyó los fantasmas de su pasado posfascista. Hoy, sin embargo, esa misma coherencia puede jugar en contra si Trump opta por desmarcarse bruscamente del apoyo occidental a Zelenski. Según Giovanbattista Fazzolari, brazo derecho de Meloni en el Palazzo Chigi, sede de la presidencia del Gobierno, Italia no dará un paso atrás: «La posición del gobierno no cambiará», insistió. «La resistencia ucraniana es una elección obligada. Si Ucrania cae, Europa será más insegura, e Italia también».Dadas las dificultades y complejidad de los temas, la preparación del encuentro con Trump ha sido meticulosa. Meloni convocó a última hora del martes a sus dos vicepresidentes –Antonio Tajani y Matteo Salvini–, al ministro de Defensa, Guido Crosetto, y al titular de Economía, Giancarlo Giorgetti. «En estos días, cero polémicas», fue su consigna interna, sabiendo que cada gesto, cada palabra, puede tener consecuencias. La petición de Meloni apuntaba, en especial, al líder de la Liga Salvini, quien no cesa de disparar dardos contra Bruselas, al tiempo que se muestra sus simpatías hacia Trump y al presidente ruso Putin. Tampoco la cuestión del gasto militar ofrece un frente claro en el Ejecutivo italiano. Mientras Trump insiste en que los socios de la OTAN aumenten su presupuesto de defensa al menos a un 3,5% del PIB, el ministro de Defensa está de acuerdo, pero el de Economía responde que Italia ya roza el 2% si se suman ciertos gastos indirectos y que, en este 2025 se llegará al 2%. En su encuentro con Trump, el equilibrio entre firmeza y diplomacia será decisivo. Giovanbattista Fazzolari, principal asesor político de Meloni, reconoce que se trata de un viaje «lleno de insidias». Trump es imprevisible, y ni siquiera el meticuloso y amplio trabajo de los colaboradores de la primera ministra italiana garantiza un marco estable. Los golpes de efecto de Trump y sus provocaciones podrían estallar incluso en plena rueda de prensa conjunta. Pero Meloni confía en su capacidad de interlocución directa. Una ventaja que, según sus colaboradores, no tienen otros líderes europeos.Al final, Meloni llega a Washington sabiendo que, más allá del protocolo y los titulares, lo que está en juego es la posibilidad de que Italia mantenga su rol de puente entre Europa y Estados Unidos, aunque la oposición se muestra escéptica. En definitiva, es un viaje cargado de riesgos, pero también de oportunidades.