En teoría, 244 millones de ciudadanos cualifican para votar en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos. Se habla mucho de empate técnico y de polarización extrema en dos mitades. En la práctica, esto significa que el 5 de noviembre aproximadamente 30% de los votantes registrados se pronunciará a favor de Donald Trump , 30% respaldará a Kamala Harris y un menguante 40% se abstendrá. Con esos números y su peculiar sistema electoral, no es descabellado pensar que el próximo ocupante de la Casa Blanca sea decidido realmente por 120.000 votos. Con estos márgenes de victoria, el cliché de que hasta la última papeleta cuenta vuelve a estar de moda en la batalla electoral americana. De ahí, la importancia de la llamativa brecha de género que está convirtiendo estas elecciones en una reedición de Venus contra Marte. Trump cuenta probablemente con un 60% del voto masculino y Harris con un 60% del voto femenino. Una diferencia que resulta especialmente evidente entre las generaciones más jóvenes . Como en otras democracias occidentales, los chicos con las chicas no votan lo mismo. En Estados Unidos, la brecha de género electoral refleja una década de agitación social, que va del #MeToo hasta la eliminación del aborto de la jurisdicción federal. Kamala Harris, la primera mujer de color que consigue la nominación presidencial y la segunda que se acerca tanto a «Madam President», ha hecho todo lo posible por evitar la cuestión en su campaña deliberadamente construida más allá del género y la raza. Todavía la pregunta del millón de dólares es si Hillary Clinton perdió frente a Trump hace ocho años por ser mujer o por ser Hillary Clinton .Noticia Relacionada reportaje Si La revolución migratoria de Trump: cárcel y expulsiones masivas dirigidas por el \'sheriff\' de Arizona Joe Arpaio David Alandete | Enviado especial a Phoenix (Arizona) El \'sheriff\' Joe Arpaio, mentor del candidato republicano, explica a ABC en Arizona sus planes para blindar EE.UU. tras las elecciones En contraste, las viejas y jóvenes masculinidades amenazadas ven en Donald Trump una especie de vindicación al estilo Berlusconi. El gran problema de todo este simbólico menosprecio a las mujeres es que el «Mucho Macho Man» naranjito no ejerce un sexismo escondido, sino que está condenado a pagar más de 80 millones de dólares por abuso sexual y difamación.