Claudia Sheinbaum ha llegado con mal pie al comienzo de su mandato como presidenta de México, el 1 de octubre. Todo el episodio de la exclusión del Rey de España como invitado a su toma de posesión obliga a pensar que Sheinbaum ni es la dirigente independiente que aseguraba (ciertamente se decía del todo alineada con su antecesor y patrono, Andrés Manuel López Obrador , pero garantizaba querer seguir un perfil ligeramente propio), ni es la política pragmática que iba a darle la vuelta al marcado populismo de su mentor.Hay versiones distintas sobre de quién partió la iniciativa de excluir a Felipe VI . Por una parte, se ha dicho que fue una imposición del presidente saliente, aunque quizás no tanto de este como de su equipo de protocolo. Por otra, la propia Sheinbaum ha asegurado que la decisión fue exclusivamente suya. En ambas situaciones, en cualquier caso, se evidencia un seguidismo respecto a López Obrador que resulta torpe, atendiendo a la innecesaria polémica levantada y a la imagen tan pegada al líder de Morena que Sheinbaum ofrece en un momento en que debiera comenzar a acotar su propio territorio. Incluso aunque la misiva dirigida al presidente del Gobierno español , en la que se explicaban las razones de no invitar al Rey, fuera exclusiva responsabilidad de Sheinbaum, el castigar al monarca por no responder a la carta que le envió López Obrador el pasado marzo muestra un empeño seguidista respecto al presidente saliente que la presidenta entrante podía haber tranquilamente obviado. Tanto si no podía evitarlo, como si lo hizo por libre voluntad, resulta que la sombra de López Obrador es ciertamente alargada, como muchos temían.Noticia Relacionada Jorge Luis García Ruiz estandar Si «Es absurdo que el Rey pida perdón a México por la conquista española» Manuel P. Villatoro El experto en la herencia hispana de EE.UU. destruye en un nuevo ensayo las mentiras que rodean a la expansión española en la Frontera NorteEn cuanto al otro aspecto, el relativo al carácter político de Sheinbaum, el contenido de la carta delata un populismo del que la antigua jefa de gobierno de la Ciudad de México parecía parcialmente a salvo, al menos por su larga formación académica. Pero insistir en la exigencia de que el Rey pida perdón, en nombre de la nación española, por la conquista de México denota un pensamiento de trazo excesivamente grueso. Mientras el nacionalismo mexicano alimentado por López Obrador y comprado por Sheinbaum insista en enaltecer acríticamente el reduccionista pasado azteca y desconsidere las políticas de asimilación de los indígenas llevadas a cabo tras la independencia, no hay mucho de qué hablar. Ni siquiera Sheinbaum escribe con propiedad, pues dice que Tenochtitlán se fundó hace doscientos años, en lo que quizá fue un error involuntario pero que muestra la insistencia en el mito.alotroladodelcharco_0723Todo esto no prejuzga el sexenio que protagonizará la primera presidenta en la historia de México, aunque empieza con mal pie. La sombra de López Obrador es algo con lo que permanentemente tendrá que lidiar; el éxito de su mandato dependerá de que haga suya la presidencia, si bien igualmente deberá acomodar el respeto al expresidente y el control que este tiene en el partido. Por lo demás, sin buenas dosis de pragmatismo, la situación económica puede torcerse aún más y complicar cualquier acción de gobierno.