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«Solo me fío del resultado si gana Trump»: la mentira del robo electoral dispara la tensión en Georgia

Liz Howell ha ido a votar. Es una señora encantadora, vecina de Acworth, un suburbio manso del norte de Atlanta, la mayor ciudad del decisivo estado de Georgia . Sale de su colegio electoral, en una biblioteca pública entre campos deportivos vacíos, donde acaba de depositar su voto. Elige la opción del voto anticipado, que arrancó esta semana en Georgia, con una participación récord, «porque es cómodo».«No sé dónde se habrá metido mi marido», dice mientras charla con ABC, en un momento en el que muchos ojos de todo el mundo, y muchos millones de dólares de las campañas de Donald Trump y de Kamala Harris , están puestos en este estado sureño.Howell, con la misma simpatía con la que discutiría una receta de costillas a la barbacoa, hace pedazos un pilar del proceso democrático. «¿Usted se fía de los resultados de la elección aquí en Georgia?», le pregunta este periódico. «Solo si gana Trump», responde.Elecciones en EE.UU. estandar Si Diario de campaña Mormones, indios, \'amish\', camareros… La batalla de los \'microelectorados\' Javier Ansorena (Nueva York) y David Alandete (Washington) estandar No Encuestas Empate a dos semanas del 5-N, con ventaja de Trump en los estados clave Manuel Trillo«Hubo mucha deshonestidad en 2020. Votos perdidos, votos que aparecían de la nada. No me pareció un proceso claro. Yo estoy convencida de que ganó Trump», prosigue la votante sobre la derrota de su candidato aquel año ante Joe Biden. Es una idea que ha calado en el votante republicano. También es una idea falsa. La acusación de fraude electoral masivo por parte del entonces presidente de EE.UU. fue tumbada una y otra vez por los tribunales, por el propio Departamento de Justicia de Trump y por las autoridades locales, que son del Partido Republicano.Pero el robo electoral es el núcleo del credo \'trumpista\' . El expresidente lo repite una y otra vez, lo propagan sus aliados políticos y mediáticos y los líderes republicanos -lo contrario supone enfrentarse al jefe y a sus bases, sin los cuales no hay mucho futuro en el partido- lo aceptan.Durante la campaña, Trump ha rechazado una y otra vez comprometerse a aceptar el resultado de la elección. Dice que solo admitirá el resultado de una elección «honesta y justa» y desliza que no lo será si no gana él. Su candidato a la vicepresidencia, el senador J.D. Vance , tampoco es capaz de decir que Trump perdió en 2020; de lo contrario, no estaría en el \'ticket presidencial\'.La consecuencia es esa declaración de Howell, impensable en el EE.UU. de hace solo unos años, se escucha en boca de votantes republicanos en los mítines y colegios electorales de todos los estados bisagra, los siete estados donde las fuerzas entre los dos candidatos están ajustadas y que decidirán la elección. Desde Michigan a Arizona. Y se comprueba en las encuestas.Liz Howell afuera de su colegio electoral; Gabriel Sterling, director de operaciones de la Secretaría de Estado de Georgia y Jonathan Stonestreet, director del Programa de Democracia del Centro Carter J. AnsorenaDesconfianza electoralSolo el 28% de los votantes republicanos -frente al 84% de los demócratas- tiene confianza en la fidelidad de los resultados electorales, según una encuesta que Gallup hace en cada año de elección presidencial y que se publicó el mes pasado. Casi uno de cada cinco republicanos desconfía por completo del proceso electoral. Muchos mencionan la posibilidad de que voten personas que no lo pueden hacer legalmente -como inmigrantes indocumentados de forma masiva, uno de los bulos que propaga la campaña de Trump- o que se usen medios fraudulentos para el voto. No siempre fue así. En 2004, después de que la Casa Blanca se quedara en manos republicanas por los pelos cuatro años antes -tras una batalla legal en Florida que dio la victoria a George W. Bush frente a Al Gore-, el 87% de los votantes del partido confiaba en los resultados.«El único responsable de que tantos republicanos crean que el único resultado justo es la victoria de Trump es el propio Trump» Gabriel Sterling Director de operaciones de la Secretaría de Estado de Georgia¿Quién es responsable de que tantos republicanos se crean que el único resultado justo es la victoria de Trump? «No me cuesta decirlo, es el propio Donald Trump», contesta a este periódico Gabriel Sterling , el director de operaciones de la Secretaría de Estado de Georgia, dentro de un encuentro con periodistas internacionales organizado por el Centro de Prensa Extranjera del Departamento de Estado.Sterling detalla que no le cuesta decirlo porque es republicano. «Lo fui antes de Trump y lo seré después de Trump», aclara. Habla desde el Capitolio de Georgia, en el centro de Atlanta, un edificio suntuoso, con galerías dedicadas a los próceres del estado y todavía con placas a las afueras que celebran a los héroes de la Confederación que pararon al «enemigo» (el ejército unionista).En noviembre y diciembre de 2020, Sterling fue una cara visible de la resistencia de las autoridades republicanas locales a las presiones de Trump para mantenerse en el poder. Él daba las ruedas de prensa en las que se informaba del avance lento del recuento y tumbaba los bulos sobre fraude que circulaban en redes sociales y que propagaban Trump y sus aliados. Desde entonces, convive con amenazas de muerte. «No tiene gracia, pero ahora me río de ello, es mi mecanismo de defensa», dice.Su jefe, el secretario de Estado, el también republicano Brad Raffensberger, recibió presiones de forma directa por parte de Trump. Pocos días después de la elección, el todavía presidente le exigió «encontrar» los 11.780 votos que necesitaba para ganar a Biden, le amenazó con que no hacerlo era una «ofensa criminal», que sería un «gran riesgo» para él .Frente a lo que Trump empuja a pensar a sus seguidores, Sterling defiende que el proceso electoral en Georgia es profesional, eficiente, transparente y justo. En 2021, se aprobó una ley para reforzar los mecanismos de control del voto (los activistas de izquierdas lo consideran, en cambio, una forma de suprimir el derecho a voto para parte del electorado; en especial, la minoría negra que es el gran caladero de votos de los demócratas aquí).Añadir incertidumbrePese a las insistencias de Sterling, las aguas bajan turbulentas en Georgia. El Consejo Electoral del estado -un panel de cinco miembros con mayoría de figuras \'trumpistas\'- ha buscado aprobar cambios regulatorios en el reglamento electoral a última hora, como un recuento a mano de toda la elección o la ejecución de auditorías por parte de los condados. Algunos creen que son estrategias para retrasar el proceso de certificación de los resultados, con la intención última de impugnarlos en caso necesario.Los jueces estatales han tumbado esas nuevas normas, pero sus promotores han interpuesto recurso a dos semanas de la elección.«Esta elección es frágil, los recuerdos del 6 de enero -el asalto al Capitolio de Washington en 2021 por parte de una turba \'trumpista\' para tratar de evitar la certificación de Biden como ganador- no se han borrado», escribió uno de los jueces que han impedido ese movimiento. «Cualquier cosa que añada incertidumbre y desorden al proceso electoral perjudica al interés público».Al mismo tiempo, hay decenas de demandas en marcha para tratar de contestar cualquier resultado que sea contrario a Trump. Y sobre todo ello, la sombra de la violencia que lo cubre todo, con ese recuerdo del Capitolio, pero también de los intentos de asesinato que ha sufrido el expresidente este verano.Las declaraciones sobre que los resultados solo son justos si gana Trump ni ayudan ni son verdad Jonathan Stonestreet director del Programa de Democracia del Centro CarterLa presencia sobre el terreno del Centro Carter es otra evidencia de la tensión en Georgia. La organización es conocida por actuar como observador internacional independiente en procesos electorales frágiles - el más reciente, en Venezuela, donde certificó el fraude del régimen de Nicolás Maduro - y ahora, de forma paradójica y preocupante, lo hace en la democracia más vieja y establecida del mundo. Y en su propia casa: el Centro Carter lo fundó el expresidente Jimmy Carter, que acaba de cumplir cien años y es de Georgia. Decenas de observadores de la organización están siguiendo la elección aquí, de manera conjunta con un grupo de expertos formado por la Secretaría de Estado.«Ha habido un gran bajón de la confianza pública en el proceso electoral», reconoce Jonathan Stonestreet , director del Programa de Democracia, desde la sede del centro. «Las declaraciones sobre que los resultados solo son justos si gana Trump ni ayudan ni son verdad»; añade Stonestreet, que asegura no haber visto nada cuestionable hasta el momento en el proceso.Un centro de votación en Atlanta J. Ansorena«Siempre hemos ofrecido un proceso electoral limpio y transparente y lo seguiremos haciendo», responde a este periódico Regina Waller, directora de comunicación del condado de Fulton -el mayor de Georgia y el más demócrata, incluye Atlanta y parte de sus suburbios- sobre el escepticismo por parte de los republicanos. Sobre la tensión alrededor de la cita con las urnas, detalla que han «reforzado la formación en seguridad para los empleados electorales y hay agentes de policía en cada colegio electoral».Kevin Johnson, un demócrata que acaba de ejercer su voto, defiende que el sistema electoral «funciona» y que lo están «abusando» aquellos a los que no les gustó el resultado en 2020. Pero reconoce la tensión de cara al 5 de noviembre y más allá: «Esto se está poniendo muy feo».

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