En una de las últimas entrevistas antes de dejar el cargo de secretario general de la OTAN la pasada medianoche, el noruego Jens Stoltenberg lamentaba que la Alianza no hubiera hecho un esfuerzo mayor para armar a Ucrania, lo que tal vez hubiera podido evitar una invasión total por parte de Rusia en 2022. «Ahora –afirma– estamos proporcionando equipo militar para la guerra mientras que en 2014 podríamos haber proporcionado equipo militar para evitarla». Este es probablemente el mensaje más importante para su sucesor, el ex primer ministro holandés Mark Rutte , que desde hoy tendrá que seguir gestionando la crisis más grave y más delicada con la que se ha enfrentado la OTAN en muchas décadas.Se espera que Rutte mantendrá el mismo rumbo que Stoltenberg aunque en un escenario diferente. La guerra de Ucrania se ha congelado prácticamente y ninguno de los dos ejércitos en liza ha demostrado una superioridad tan relevante como para lograr mover con determinación las líneas del frente. Y por otro lado, la Unión Europea, cuyos miembros son casi todos también socios de la OTAN, están dejando atrás el mito casi fundacional según el cual la potencia militar era algo exclusivo de Estados Unidos y se disponen a poner en marcha un departamento de Defensa en la propia Comisión. Incluso la eventual vuelta al poder en la Casa Blanca de Donald Trump puede tener repercusiones desconocidas para la principal alianza militar del mundo. Rearme y entrega de armamentosComo primer ministro holandés, Mark Rutte ha sido uno de los más activos en el rearme propio y en la disposición de entregar armamento a Ucrania, incluyendo los modernos cazabombarderos F-16 de sus propios arsenales. Ahora tendrá que escuchar las peticiones de los miembros de Europa del Este para que se refuerce y proteja contra Rusia, sin perder de vista las reticencias de los Gobiernos de Hungría o de Eslovaquia, que insisten en mantener posiciones equidistantes, cuando no abiertamente cercanas al dictador ruso Vladímir Putin. Ni siquiera se puede descartar que le corresponda poner en marcha el proceso mismo de ingreso de Ucrania en la OTAN, algo que está en el horizonte desde hace tiempo y que actualmente ya se considera inevitable, aunque haya que esperar hasta el fin de la guerra.Quienes le conocen creen que Rutte podrá aprovecharse de su larga experiencia como fabricante de coaliciones imposibles en los Países Bajos, salvando la distancia que hay entre tener que contentar a partidos políticos cuando lo que se reparte es el poder, con lo que pueden representar las divergencias entre los países que se sienten amenazados.Decisiones por consensoLo que se le va a pedir es que se disponga de más tropas y armas para defenderse, sobre todo sistemas antiaéreos, y para ello tendrá que persuadir a los socios occidentales que tendrán que invertir más recursos propios. En la OTAN solo se toman decisiones por consenso, es decir, cuando todos están de acuerdo, lo que limita enormemente el poder de un secretario general. Rutte podría utilizar la experiencia de su predecesor que se ha despedido lamentando esa renuencia de la Alianza a proporcionar armas que Kiev había solicitado antes de la invasión a gran escala de Rusia y que se le negaron debido al temor de que las tensiones con Moscú se intensificaran. Ahora las tensiones con Moscú están al máximo, pero Ucrania ha tenido que hacer frente a dos años de guerra prácticamente sola, frente al inmenso poderío militar ruso.El próximo comisario europeo de Defensa, el lituano Andrius Kubilius, ha revelado recientemente que algunos analistas manejan la hipótesis de que Rusia necesita entre seis y ocho años para acumular medios antes de lanzar un ataque frontal a Europa. El mandato de secretario general es de cinco años, aunque Stoltenberg ha estado una década en el puesto. Otro holandés, Joseph Luns, ostenta con trece años el récord absoluto de permanencia en el cargo.