La promesa más recordada en política exterior de Donald Trump durante la campaña electoral fue conseguir la paz en Ucrania en veinticuatro horas. Se trataba de una guerra absurda que nunca se hubiera iniciado con él en el poder. El anuncio de brocha gorda no entraba en detalles sobre cómo pondría fin a la contienda. Tres meses después, Marco Rubio ha declarado que, si en unos días no se firma un alto el fuego, su gobierno dejará este problema de lado. Trump ha subrayado este posible desistimiento: «Si una de las partes lo pone muy difícil, les diremos que están siendo idiotas y que son gente horrible, y pasaremos». Resulta una extraña amenaza, porque hasta ahora la verdadera presión de Estados Unidos ha sido sobre el país invadido, Ucrania, y no sobre Rusia, la potencia agresora. Kiev ha cedido a las pretensiones de Washington, que llegó a negarle apoyo militar e inteligencia, y se dispone a aceptar la partición del país. Tras la humillación en el Despacho Oval, Zelenski ha firmado la tregua de treinta días solicitada y está a punto de aprobar un acuerdo sobre minerales y fuentes de energía. Sin embargo, Moscú no ha aceptado nada y pone nuevas condiciones encima de la mesa, que rechazan cualquier garantía de seguridad y convierten a su vecino en un territorio vasallo o en un país fallido. Siente que tiene el viento a favor, una vez que Trump ha comprado su relato propagandístico, ha llamado dictador a Zelenski e insinuado que realmente Ucrania provocó la guerra.Noticia Relacionada MONNET & co. opinion Si Desaparecidos en combate José M. de Areilza La arrogancia de los demócratas es el camino más seguro para no recuperar la Casa BlancaLas visitas de David Witkoff al Kremlin , como enviado especial de Washington, ilustran a la perfección la toma de partido del supuesto mediador. En una de ellas, el inversor inmobiliario tiembla de emoción ante la presencia de Vladímir Putin y lo ensalza como un hombre piadoso que rezaba por la salud de Trump tras el atentado. La amenaza ahora de abandonar las negociaciones puede ser un farol más de unos pésimos jugadores de póker. Pero también una invitación a Rusia para que termine su trabajo en Ucrania en nombre de la ley del más fuerte.