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Internacionales

Viaje al memorial del Nova, epicentro del duelo israelí por la matanza de Hamás

Al amanecer del 7 de octubre en el Festival Nova de Reim (desierto del Neguev, sur de Israel, a tres kilómetros de la frontera de Gaza), paró la música y comenzó el horror. El miedo fue tomando posiciones a medida que avanzaban los terroristas de la Nukhba, las fuerzas especiales de Hamás que emboscaron a más de 3.000 jóvenes después de una noche de fiesta en la que celebraban la paz y la naturaleza.Poco a poco, los asistentes fueron atando cabos y comprendiendo la secuencia desconcertante a la que asistían: los cohetes en el cielo, los paramotores, los disparos, la gente que caían muerta entre la muchedumbre como escogidas al azar, las avalanchas, el sonido de las granadas. Entonces echaron a correr , pero los esperaban en los caminos. Les disparaban en los campos y en los coches que intentaban alcanzar la carretera 232. Muchos de ellos decidieron esconderse en una ambulancia, en los baños portátiles, en los contenedores de basura amarillos y dentro de las neveras de las barras que los terroristas convirtieron en ataúdes rojos y metálicos.\'El pequeño bar\'Un año después, el lugar de las neveras se señala con un cartel en el que reza \'El pequeño bar\' y es parte del mapa del memorial del Nova, un gigantesco y heterodoxo altar que han improvisado las familias, epicentro del duelo y muestra de cómo el país maneja lo mejor que puede la memoria de la masacre . Ya no están las neveras, pero quedan los fantasmas que sonríen desde las fotos colocadas un poco por cualquier parte.Las huellas del horror Fotos de las víctimas, un cementerio, mensajes de cariño a los seres queridos perdidos... El recuerdo permanece vivo en el lugar del festival Nova Chapu Apaolaza«Normalmente, los memoriales tardan décadas en hacerse. Lo que tenemos aquí es una muestra espontánea de cariño que instalaron las familias para que un familiar o cualquier persona pueda venir a mostrar respeto a las víctimas y conectar con lo que ocurrió», explica Missy Stein, una de las voluntarias que acude a Reim a enseñar a las personas el espacio en el que el mal se desplegó aquella mañana en formas inimaginables. Entre los árboles, Missy cuenta la historia de la ambulancia en la que se refugiaron los jóvenes, con la esperanza de que los terroristas respetaran la regla de la guerra por la que no se dispara sobre los sanitarios.«Esta es una muestra espontánea de cariño para venir a mostrar respeto a las víctimas y conectar con lo que ocurrió» Missy Stein Voluntaria en el memorial de ReimEsa regla tampoco se respetó ese día. En la grabación de sus palabras que recoge el reportero, se escuchan unas detonaciones fenomenales y cercanas al otro lado de la frontera, que recuerdan la guerra que aún se libra. Las bombas siguen siendo el paisaje sonoro del lugar y hace tanto tiempo que caen que no sobrecogen, pero recuerdan que, en Gaza, la operación contra las estructuras de Hamás y el rescate de los rehenes ha costado miles de vidas.Tenemos delante un monumento funerario por acumulación, casi por capas, un duelo sin libro de estilo, en el que cada uno ha ido aportando detalles que no guardan entre sí más coherencia que la del homenaje . Lo primero que hicieron fue plantar árboles, uno por cada una de las víctimas, al estilo del bosque del 11-M que levantaron en Madrid. Cualquiera que se quiera sumar puede hacerlo desde la web, a cambio de 36 dólares de donación.Después, en el lugar donde estaba la pista, erigieron unos postes metálicos con las fotos de las víctimas en las que posan chicos muy jóvenes, alegres y guapos. Un código QR conduce a la historia de cada uno de ellos. Este era aficionado al surf, al otro le gustaba tocar la guitarra, aquel tenía un perro de aguas y se escondió en los contenedores entre las bolsas de basura que Hamás hizo estallar con granadas de mano. A sus pies, un colectivo de artistas ha plantado flores metálicas en recuerdo a las que crecen en el desierto del Neguev en invierno.Objetos con significadoA muchos de ellos, sus seres queridos les han traído objetos tan diversos como una carta de póker, una flor de plástico, un banderín, un collar, un globo, una vela de cumpleaños o un pin. Allí uno entiende que cada pieza, por muy descontextualizada que resulte al que observa, representa algo único que se quebró para siempre. Algunas de esas caras se hicieron conocidas en el extranjero, como la de Shani Louk , la joven en \'shorts\' con rastas cuyo cadáver, semidesnudo y descoyuntado, pasearon las bestias por las calles de Gaza en el maletero de una \'pick up\' blanca.Terroristas de Hamás se llevan secuestrado a uno de los participantes en el festival Nova el 7 de octubre de 2023 (captura de vídeo) AfpHay muchos más, y se les recuerda de diferentes maneras. Se encuentran lápidas en el suelo de mármol negro con forma de corazón y lonas colgadas entre los árboles en las que se han impreso infografías sobre los últimos momentos con pantallazos de los últimos mensajes de WhatsApp que mandaron a su familia. El decoro con que los judíos tratan la visión de los cadáveres que llevó a que las imágenes de los miles de cuerpos no se difundieran más que entre grupos pequeños de diplomáticos y periodistas, contrasta con el despliegue de información acerca de los últimos momentos de sus víctimas, una historia en la que la familia desvela hasta los últimos detalles de su muerte en lonas que cuelgan entre dibujos y pinturas de todos los colores, salvo el negro.Muchos de los refugios de hormigón que jalonan la carretera 232, sembrada de cadáveres por Hamás aquel día, han sido decorados cada uno a su manera. Las muescas de los balazos y los mordiscos que dejaron las granadas en sus paredes recuerdan lo encarnizado del ataque, como si una guerra hubiera comenzado en una galería de arte. En uno de ellos, un artista ha dibujado un martín pescador en tonos azules y brillantes.Un joven observa un panel con los rostros de las víctimas EfeEl observador ha aprendido que cuanto más espectacular sea la obra de arte, más terrible es la historia que recuerda. Allí dentro se refugió una docena de jóvenes del Nova. Uno de ellos, llamado Aner Shapiro , fue devolviendo las granadas que arrojaban al interior los terroristas. Sacó ocho y la novena, le estalló. La escena fue grabada en los móviles de sus compañeros. Uno de ellos, secuestrado, subía a un todoterreno sin brazo.«Resulta muy duro ver esto, pero no hay que olvidarlo» Ishay Soldado israelí«Resulta muy duro ver esto, pero no hay que olvidarlo», explica Ishay, un soldado de 24 años de Jerusalén, moreno y callado, que acaba de llegar al lugar con su unidad y se pasea entre los postes que recuerdan a un cementerio cristiano aunque sin cadáveres. Minutos después, se da la mano con los compañeros en un círculo que forman tras una carpa en la que tres veces por semana se copia la Torá en memoria de los caídos. Un poco más allá, un grupo de chicas posan en bikini. El cementerio de cochesLa sociedad israelí ha encontrado maneras más o menos espontáneas de poner en escena un luto que va tomando formas cambiantes, caleidoscópicas. Cerca de Reim , en Tkhuma, una base del Ejército que servía de almacén para las operaciones del IDF empezó a funcionar como aparcamiento de vehículos de ciudadanos muertos, de terroristas, de ambulancias y del IDF. Los batallones de la organización ZAKA, que se dedica a recuperar cadáveres , necesitaban un espacio para trabajar y allí llegaron 1.500 vehículos, entre ellos cientos de turismos que fueron ametrallados en la carretera 232 y las camionetas y motos de los terroristas. Los que estaban quemados se apilan junto a la puerta en torres de ocho metros de altura que crean a la vista un muro gigantesco de óxido.Una mujer recuerda la secuencia de los hechos en el sábado negro del 7 de octubre de 2023 Chapu ApaolazaMás allá, los turismos conservan los cristales ametrallados y los agujeros de bala en las puertas y en los asientos. Hace unos meses, la gente empezó a visitarlos, y de esa necesidad nació un memorial donde los ciudadanos acuden a rezar y transitan en los caminos marcados que recorren las montañas de chatarra y \'coches-greyère\', y se pueden sentar en una carpa central con bancos y ventiladores.Alrededor de esa necesidad de mostrar respeto y la pulsión que empuja al hombre a la curiosidad se ha formado una suerte de circuito en el sur del país. Con la guerra, las agencias de viajes y guías del país ya no enseñan las maravillas de Israel a los viajeros que no llegan, pero han encontrado una manera de sobrevivir en la tarea de mostrar los escenarios de la barbarie en \'tours\' que pueden hacerse de manera privada. Un recorrido por el memorial del Nova, la comisaría de Sderot y un vistazo a Gaza para un grupo de diez personas cuesta alrededor de 1.500 dólares.

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