La refrigeración y un buen método de conservación de los alimentos son imprescindibles para no sufrir una intoxicación alimentaria. Cuando una persona ingiere alimentos (o agua) con bacterias, parásitos o virus corre el riesgo de sufrir una intoxicación por alimentos.
LAS PERSONAS MAYORES TIENEN MÁS RIESGO DE INTOXICACIÓN ALIMENTARIA
Aunque nadie está exento de sufrir una intoxicación alimentaria, hay ciertos grupos que tienen más probabilidades de que la enfermedad (que suele durar de 1 a 3 días) sea más grave.
Es el caso de las personas mayores. A medida que se envejece, los órganos no reconocen ni eliminan los microbios con tanta facilidad como en la edad adulta. Según datos de los expertos, la mitad de las personas de más de 65 años con intoxicación alimentaria por Salmonella o E. coli son hospitalizadas.
Lo mismo ocurre con los niños menores de 5 años, por su sistema inmunitario aún en desarrollo, las personas inmunodeprimidas o embarazadas, que tienen diez veces más probabilidad de contraer Listeria.
NO ES LO MISMO FECHA DE CADUCIDAD QUE DE CONSUMO PREFERENTE
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, dependiente del Ministerio de Consumo, es importante diferenciar entre la fecha de caducidad y de consumo preferente.
En esos casos hay que creerse lo que viene impreso en el paquete.
Y sabiendo, además, que para que se cumpla es necesario seguir las instrucciones de conservación del alimento para evitar que se estropee antes de tiempo y ahorrarse sufrir una intoxicación alimentaria.
En el caso de que crea que no lo va a consumir en su totalidad antes de la fecha límite, la mejor opción es congelarlo.
Así, se puede alagar su conservación más allá de la fecha de consumo preferente (siempre que se haga correctamente) y teniendo en cuenta las instrucciones del fabricante:
- "Guardar en el congelar hasta la fecha de caducidad",
- "cocinar sin descongelar" o
- "descongelar previamente y consumir antes de 24 horas".
Como aclaran desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, "la fecha de consumo preferente es más una cuestión de calidad que de seguridad alimentaria".
¿QUÉ ALIMENTOS «CADUCADOS» PODEMOS CONSUMIR?
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado una lista con 10 alimentos con fecha de consumo preferente que se pueden consumir días o semanas del vencimiento.
Lo único que hay que tener en cuenta es que no estén abiertos ni presenten signos de deterioro.
La OCU advierte que "sí que puede que tengan peor sabor o textura» porque, como ha señalado la AESAN, es una cuestión «de calidad del producto".
- Yogures.
- Pan de molde.
- Patatas fritas y frutos secos.
- Bollos y galletas.
- Refrescos y alcohol.
- Pastas, arroces y legumbres.
- Mermelada y mantequilla.
- Embutidos y quesos curados.
- Sopas y salsas de sobre.
- Envases de tomate.
Se pueden comer si no están exageradamente pochas o deterioradas. Y las zonas podridas o enmohecidas deben ser retiradas y se podrían consumir sin ningún problema.
No ocurre lo mismo con la carne y el pescado, dos productos frescos que se ponen malos rápidamente.
Pasada la fecha de caducidad, no se deben consumir, porque el riesgo de que sean portadores de microbios es muy elevado.
Y esto desencadenaría, sin duda, en una intoxicación alimentaria. La salmonelosis es una de las intoxicaciones alimentarias más frecuentes, sobre todo, por el huevo.
La salmonelosis, bacterias de las que son principales portadoras las aves y los reptiles, son una de las más frecuentes.
En este caso, los síntomas se pueden alargar hasta los diez días, aunque se trata de una infección leve.
La Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) señala que una vez seamos diagnosticados por un médico, hay que seguir una dieta blanda y con abundantes líquidos para evitar la deshidratación que provoca la diarrea.
También es importante comer en pequeñas cantidades y, sobre todo, descansar. Solo en los casos más graves es necesario el uso de antibióticos.
En el caso del huevo, uno de los alimentos que más salmonelosis causan, podemos recurrir a productos como la huevina, que se utilizan en la cocina profesional como sustitutivo del huevo con cáscara para prevenir intoxicaciones alimentaria