La menopausia supone una serie de cambios hormonales que, además de síntomas como sofocos y sudores nocturnos, afectan directamente a la piel. La sequedad, la aparición de líneas de expresión y las manchas son algunos de los signos visibles que acompañan esta etapa. El motivo principal es que disminuyen los niveles de estrógeno, y como consecuencia, la piel experimenta una pérdida de colágeno y elastina, lo que se traduce en flacidez, menor densidad y firmeza.